La «grandeza» del Al Andalus actual

Abdul Karim Mullor

Assalamu alaykum – La paz sobre vosotros.

Vaya por delante que desde aquí no tenemos derecho a juzgar a nadie, ni tampoco pretendemos hacerlo. Al contrario, con nuestras recomendaciones tratamos de animar a que se abran los ojos de par en par frente a la situación que estamos viviendo; advirtiendo, eso sí, que vivimos solamente una vez, y que hay oportunidades que se nos pueden presentar una vez o pocas veces en la vida. Para aprovechar estas oportunidades habremos de estar más atentos de lo normal, y no dejar pasar el tiempo porque sí, sumergidos en las preocupaciones de la vida que siempre estarán presentes.

Hoy, una hermana me ha hecho una pregunta relativa a los signos de Allâh. Con muy buen criterio me ha preguntado qué es un “signo”. Y no es una pregunta cualquiera, ya que, en honor a la verdad, muy pocos saben lo qué es y en qué consiste.

Escribía yo una aleya del Corán, la cual dice concretamente:

Surat 51

En la tierra hay signos para los que tienen certeza. (21)

Y en vosotros mismos. ¿Es que no vais a ver? (22)

Por otra parte, me llamaban la atención las reivindicaciones de unos hermanos, a los que les tengo mucho cariño y respeto, sobre el pasado Andalusí y la conciencia de su grandeza, cosa que comparto totalmente con ellos. Al leer estas líneas sabrán que me estoy refiriendo a ellos. Al leer sus declaraciones me vino al espíritu una realidad que me dejó molesto, no porque dicha molestia se me presentará en ese momento, sino porque llevo años siendo espectador de ella y me causa tristeza. Me dije entonces para mí mismo:

No es justo que nadie ande reivindicando la grandeza del pasado sin posar su mirada en la del presente”.

Que Al Andalus tuvo sus sabios, nadie lo puede negar sin hacer acopio de ignorancia profunda. Ahora bien, que nadie conoce a sus sabios de la actualidad es una verdad que no deja de sorprendernos a medida que pasan los años.

Bien es verdad que en la actualidad resulta más difícil que antes descubrir a los hombres de ciencia y de Verdad; pero asimismo también es cierto que Allâh nos ha dado facultades para ello. Claro está que esas facultades hay que activarlas dentro de nosotros, pues, como acabo de decir, solamente tenemos una vida y las oportunidades que dejamos pasar puede que no volverán a presentarse nunca más.

Hace ya dos siglos, el Šayj Al ˤArabi A-d-Darqawi – que Allâh esté satisfecho de él – , pronunció dos sentencias que dejan muy claro este asunto:

Quien no tiene maestro, tiene como maestro al chaytan”.

Quien muere sin conocer al hombre de su tiempo, muere de una manera detestada por el Enviado”.

Estas frases no son livianas, creo que esto lo habréis comprendido a la primera. Y también hay que comprender que se tratan de una seria advertencia, cuyo objetivo no deja de ser una misericordia a manera de invitación para que no perdamos la vida. Pues perder la vida, tenedlo seguro, no puede ser motivo de alegría cuando esta termine; y tampoco nos valdrá decir a otros y decirnos a nosotros mismos que hicimos el bien, cuando hemos dejado de lado sin atender algo que era mejor que ese bien que nosotros queremos hacer por decisión personal. Desatender lo mejor con excusa de hacer el bien. Las oportunidades perdidas por desatendidas se nos presentarán, queramos o no.

Dice el Corán:

Preguntad a las gentes del Recuerdo si vosotros no sabéis”.

¿Qué ocurre entonces sino llegamos a saber quiénes son estas gentes del recuerdo a quienes hay que preguntar? Una situación tal es realmente triste; más que triste, es fundamental; pues quien no sabe quiénes son estás gentes no podrá nunca estar bien guiado. Y si alguien no está bien guiado, todo lo que emprenda fracasará; aunque le sigan millares de ignorantes, su acción estará avocada al más estrepitoso de los fracasos. Habrá perdido su tiempo; habrá perdido su vida. ¡Qué tristeza! Todos somos ignorantes excepto si El nos otorga Su Ciencia; pero atención ¡esa Ciencia hay que buscarla! Y si no se encuentra en uno mismo la fuerza para hacerlo, al menos, se pregunta a las “gentes del recuerdo”, lo cual es mandato Divino, antes de emprender sea lo que fuere. Lo uno o/y lo otro son causa de ruina sino se emprende. Pero claro, como dice el dicho popular: “aquí somos nosotros los que partimos el bacalao”.

Por eso las palabras del Šaij Darqawi son una misericordia, porque su finalidad es que busquemos la guía con uñas y dientes; como no podría ser menos, vista la importancia de tener la Asistencia Divina para los asuntos. Porque Allâh no asiste las iniciativas individuales si ellas no se encuentran enmarcadas en lo que de hecho es Su Voluntad. Correremos, trabajaremos, sufriremos por nada, y no tendremos derecho de reclamar a Allâh el resultado de nuestros errores y descuidos.

Os diré qué ocurre hoy cuando alguien habla con el Permiso de Allâh diciendo la verdad; lo que dice casi todo el mundo:

¿Ese quién es? ¿Con qué derecho habla? ¿Quién se ha creído que es? Parece que tiene la verdad absoluta. Todos tenemos derecho a dar nuestra opinión. Que orgullo tiene ¿qué se habrá creído?

Y cosas por el estilo, ya sabéis de qué os hablo. En realidad, excusas para hacer cada uno lo que le viene en su cabeza; no hay otra; excusas para ser siempre ignorante, llevadas por una mala idea de Allâh, a Quien, de una manera u otra, se le considera incapaz de conceder Sabiduría a Sus gentes; que seguirán siendo Suyas, pese a quienes pese. Ignorancia, porque se dice a las gentes de Allâh “cállate” cuando ellos hablan. Y, por unas cosas u otras, cada uno hace lo que tiene en su cabeza sin contrastar con la Sabiduría y el Querer divinos. Porque a la Gente de Allâh se la subestima y se la menosprecia.

Nafs ˤala-n-Nafs (Ego contra ego)

Y así pasan algunos la vida, guardando cromos sobre la grandeza y logros de aquellos grandes hombres de Al Andalus, mientras se desconoce a los actuales, que los hay, muy a pesar de muchos, pues dice el hadiz:

No quedará la Tierra exenta de, al menos cuarenta de mi Comunidad, cuyo corazón será como el del Jalil (Ibrâhîm). Por ellos recibís la lluvia y el sustento. Cuando uno de ellos muere, Allâh le sustituye por otro”.

Ŷamiˤa-ṣ-Ṣagir de Ŷalaluddin Suŷutî

Si hermanos/as esta es nuestra triste realidad.

A quien levante la mirada, Allâh le hará levantar su corazón, si Él quiere.