La fuerza del Amor

Abdul Karim Mullor

La fuerza del Amor

No hay una fuerza más arrebatadora, más poderosa, que la del amor. No estamos hablando de la pasión, propia de aquellos quienes buscan satisfacer sus necesidades y deseos. Hablamos de esa fuerza que une lo que está disperso; la que, en base a esa unión, crea la armonía en el Ser humano, en la sociedad y en el cosmos.

¿Es el amor un sentimiento? No propiamente, si entendemos como sentimiento todo aquello que procede de los deseos de nuestra alma. Podemos decir que esto merece el nombre de apego, pero no de amor. No por el hecho de sentirnos atraídos hacia alguien le estamos amando, sino que estamos proyectando nuestro deseo sobre esa persona. Esto es lo que comúnmente se entiende por sentimiento, y es por lo que podemos decir que el Amor no lo es.

Otra cosa es que hayamos llegado a un estado tal que el Amor inunde todo nuestro ser, y es este el caso en el que los sentimientos participan de ese amor primigenio.

Visto entonces que el amor no es un sentimiento como tal, queda, por lo tanto, definir qué es el amor entre los seres humanos a fin de diferenciarlo de un simple apego. Lo que diferencia al amor del apego o del sentimiento es precisamente que el primero no busca la satisfacción personal como siendo una prioridad; mientras que el segundo es un apego muy personal hacia una persona, grupo o en torno a una situación específica.

Mahabba

En 2010 estaba haciendo tawaf de la Ka’aba mientras que dentro de me hice esta pregunta: ¿Cuál es el secreto de este tawaf, de estas siete vueltas alrededor de la La Casa sin separarnos de ella en ningún momento? De lo alto de la esquina yemení me llegó una respuesta que decía: «Mahabba» (Amor).

La Unidad

Si entendemos Unidad desde el prisma de una identificación sólida entre un grupo de individuos que trabajan para un objetivo común, entonces podremos entender el Amor como la fuerza centrípeta que les une en la consecución del fin que se han propuesto. En este caso el objeto del Amor es el objetivo en sí, y lo llamaremos así en tanto el objetivo sea útil, noble y necesario.

Es pues el Amor la fuerza integrante para llegar a la Unidad, ya sea entre dos personas o un grupo. Cuando el objetivo es la adoración a Allâh, entonces esta Unidad alcanza su más sublime objetivo, pues se aspira a lo más noble. Si el objetivo es la obediencia a Allâh a través de la servidumbre podremos llamar Amor a la fuerza aglutinante; mientras que si el objetivo es acercarse a Allâh hasta llegar a Su Santa Presencia, entonces el grado de Amor se sublimiza, ya que, el objetivo, además de servir, es el de acercarse al Bien Amado por excelencia, es decir, Allâh – Altísimo.

Los ritos

Es así que los ritos islámicos, siempre y cuando los analicemos desde el punto de vista de su significado más elevado, son expresiones del Amor.

Cuando realizamos el Tawaff alrededor de al Ka’aba, giramos en círculo sin separarnos del centro, el cual nos tiene atados en nuestro continuo movimiento. Es esto un símbolo de la existencia misma, de la vida misma, en la cual nos agitamos sin separarnos de la Realidad absoluta que es Allâh:

Innâ li-l-Lâhi wa innâ ‘ilayhi raŷiˤûn – En verdad somos de Allâh y a El retornamos.

Otro tanto ocurre en el recorrido entre Safa’ y Marwa. Asimismo en el ṣalat repetimos los movimientos, una y otra vez (2, 3 o 4), hasta que terminamos en la posición de reposo después de la sumisión absoluta ante Allâh (suŷud), completando así nuestro ciclo.

En el zakat devolvemos a Aquel que nos dio, expandiendo la Misericordia entre los necesitados. En el Ramadán nos despojamos de nuestras apetencias a fin de privarnos por Amor a Allâh.

Es así, entonces, que en el Islâm, todo acto de devoción puede ser elevado para ser considerado un acto de Amor.

Amor y Misericordia

Mientras la Misericordia es un acto que solamente puede realizarse a partir de lo que está arriba para apoyar o completar a lo que está abajo, el Amor es una fuerza aglutinante entre iguales, ya que si no lo son, si lo serán por la fuerza de dicho amor. Por eso dijo el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – que en la Otra vida cada uno estará con el que ama. Además de que, él mismo, dijo que el que enseña y el que aprende se encuentran en el mismo nivel.

El Amor hace que el Cosmos se encuentre organizado y sin fallos. Esa fuerza que organiza el Universo en armonía es la del Amor. Todos unidos, en la Humanidad, en el Cosmos, en el Universo, para presentarnos ante Allâh en orden, bella armonía, conn el mejor de los ornatos ante Aquel que merece que quienes se acerquen a Él se encuentren libres de toda maldad, limpios de corazón.

El Amor como fuerza de despliegue desde lo Divino

El Amor no es solamente una fuerza aglutinante. Si lo analizamos desde el punto de vista del despliegue creativo de Allâh, podemos concluir que la Creación de Allâh es una fuerza de Amor Divino, puesto que todos los elementos de lo creado no han sido diseminados de manera caótica. Desde el primer momento de la Creación, ésta siempre ha contado con el orden y la armonía necesarios para su despliegue. Finalmente todo volverá al Creador, pues como dice el Corán:

Todo perece salvo su Faz (28-88)

En la Humanidad – el verdadero creyente como aglutinante de la Umma

En base a lo dicho, la Humanidad se realizará como tal si existe el amor entre sus miembros. Esto, debido a que la codicia y la maldad existen, no se puede llevar a cabo sino es bajo el dictamen de un poder superior. Efectivamente, como dice el Corán:

Que en verdad creamos al hombre en la mejor armonía, y luego lo convertimos en uno de los más bajos.
Excepto los que creen y llevan a cabo las acciones de bien, porque ellos tendrán una recompensa que no cesa.
(95 – 4 a 6)

Estas aleyas nos explican que la Humanidad se encuentra dividida. En función de esto, la fuerza aglutinadora del Amor no puede ser puesta en marcha sino es por los verdaderos creyentes “los que creen y llevan a cabo las acciones de bien”.

Y es este grupo de los verdaderos creyentes el de los guardianes del Amor. Lo han tomado en ‘amana, lo guardan, lo hacen crecer, lo distribuyen, haciendo un bien a los seres humanos, quieran estos o no, lo crean o no. Ellos son los representantes de Allâh en esta tierra; los representantes del Amor.

La religión del Amor

Por todo esto, el Islâm ha de ser reconocido como “la religión del Amor”. No es nada nueva esta designación; ya fue utilizada por tres de las luminarias de nuestra religión, como fueron:

Ibn ˤArabi – ‘Umar Ibn al Farîd – Ŷalalu-d-Dîn Rumi.

Ahora, hermanos/as, y aunque pudiera decirse mucho más sobre esto, ya sabemos porque el Islâm es la religión del Amor.

Y para finalizar, unas hermosas palabras de nuestro Muhiyyuddin Abu Bakr Ibn al ˤArabi, el Šayj al Akbar:

Del amor procedemos, con él fuimos creados;
 así al amor tendemos y estamos consagrados.