La esencia de la idolatría
La esencia de la idolatría
Llamamos idolatría a la consciencia de otorgar copartícipes a Dios en cuanto se refiere a las capacidades divinas de decidir, obrar y crear. Pues estas tres son, en esencia, con las que Allâh se presenta ante el universo creado, incluidos el Ser humano, los ángeles y los genios. Estos copartícipes, casi siempre inventados, actúan en mayor o menor medida conjuntamente con Allâh en la toma de decisiones y en la ejecución de los actos sobre las criaturas, siempre desde el punto de vista del idólatra. Este tipo de asociacionismo es pues el mayor pecado que un hombre puede cometer, ya que consiste en adorar a otros conjuntamente con Allâh.
Esta es la idolatría que era practicada por el Qurayš. Los qurayšitas pensaban que acudiendo a adorar o venerar a Hubal, Lat, Uzza o Manat, estos les iban a proveer de lo necesario para sus vidas, pensando que Allâh era una divinidad asociada a ellas aunque de orden superior. Es así como la adoración de piedras esculpidas separaba al ser humano de la adoración de un Dios Único que se encuentra presente en todas las facetas de nuestras vidas. Sencillamente, Qurayš había regresado a la adoración de ídolos practicada por el pueblo de Ibrâhîm (Abraham) – sobre él la paz -; ese pueblo gobernado por Nimrod, quien desafiando al Dios de los cielos y de la tierra, lanzó una flecha a las alturas a fin de retarle.
Hoy no corresponde analizar el estado del Cristianismo y del Hinduismo en referencia a este asunto, ya que en ambas religiones se prodigan las imágenes, y en el caso del Hinduismo, lo que ellos llaman semidioses. Volveremos sobre ello cuando corresponda, haciendo un análisis detallado sobre las filosofías de ambas doctrinas.
El fenómeno idólatra pues, consiste en la toma de decisiones de las pretendidas divinidades junto con Allâh, a Quien se le priva del Poder absoluto para decidir, así como de Su Presencia bendita en el mundo en el cual vivimos.
En el Islâm
En el Islâm a la Unicidad divina se le llama Tawhid. El Tawhid consiste en creer y decir que Allâh es Uno e indivisible, y por tanto incomparable con lo creado y totalmente Poderoso sobre esto último.
Ahora bien, si como dice El en el Corán:
Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra. Estamos más cerca de él que su propia vena yugular. [Coran 50, 16]
De ello podemos deducir que Él se encuentra presente en todo lugar y circunstancia, lo cual es la realidad precisa y artísticamente definida que nos muestra que El decide sobre todo y conoce hasta el más mínimo movimiento de los átomos, sobre el cual incide de manera absoluta, no dejando nada al azar, teniendo absolutamente todo bajo control.
Si Allâh – Altísimo – como algunos sugieren, estuviera establecido en un lugar físico sobre un ser de Su creación, como es el Trono, entonces estaríamos ubicándole dentro de una de Sus criaturas, como es el espacio, y por lo tanto otorgando a éste el papel de aquel Hubal dentro de la Ka’aba que el mismo Profeta – sobre él la plegaria y la paz – destruyó con sus propias manos.
Es pues “establecerse sobre el Trono” una metáfora que indica que Él lo gobierna todo. En cuanto a “establecerse” es un término que indica que nunca dejará de gobernar, sencillamente porque “se ha establecido”, signo inequívoco de perennidad.
El triple Tawhid – otro tipo rebuscado de idolatría
Otra manifestación del asociacionismo es el triple Tawhid, que tanto Ibn Taimiyya como sus seguidores actuales (wahabís y salafís) pronan, diciendo que hay tres Tawhid (Al Ilahiyya – Al Rububiyya – Asma’u wa-s-sifat), es decir, (Divinidad – Señoreidad – Nombres y atributos). Los que esto predican dividen los actos divinos en tres, diciendo que existe una unidad en el Ser divino (Ilahiyya), otra en Su ser Señor (Rububiyya), y otra en Sus Nombres y atributos (Asma’u wa-s-sifat); es decir, tres diferentes realidades, dos de ellas diferenciadas de la Divinidad (Ilahiyya).
Cuando comparamos estos dichos con el Credo cristiano vemos que se dice exactamente lo mismo, pues el Credo dice:
“Creemos en un solo Dios, padre, hijo y espíritu santo”
Hasta ahora no hemos sabido diferenciar entre estas últimas palabras de credo cristiano y las de los que pronan los tres tawhid; salvo que en el caso del Cristianismo se habla de “personas”, y en el de estos musulmanes extraviados se habla de tres “acciones diferenciadas”. Ahora bien, la esencia de lo uno y de lo otro sigue siendo similar, cuando no idéntica, pues ambos conceptos no se diferencian en cuanto a su esencia.
Si Allâh dice por un lado que Él se ha establecido sobre el Trono (como Rabb), y al mismo tiempo que se encuentra más cerca de nosotros que nuestra vena yugular (como Ilahi), de ello no podemos concluir en que exista una diferencia de actuar ni de campo de actuación, ni de Esencia Divina. Lo que se nos está indicando es que Él se encuentra presente con todo a la vez, en cada circunstancia y en cada actuación. Su Esencia, Señoreidad, Nombres y atributos, se encuentran todos imbuidos en el mismo acto, en la misma Realidad.
Declarar pues que existen tres Tawhid es separar lo Uno en tres, sin razón alguna; aunque la razón que ellos esgrimen es que el Qurayš consideraba que Allâh se encontraba lejos de este mundo, y por ello creían que los que actuaban en él eran los dioses. Este argumento culpa a los seguidores de los tres Tawhid ya que ellos, dividiendo en tres, se encuentran copiando parte de lo que decían los idólatras, es decir, considerando que el acto de ser Señor, así como el de tener atributos es separado del hecho de ser Divinidad de Allâh.
Otra idolatría metafórica
Las personas que se han aventurado en el camino de la purificación del alma hablan de otra idolatría diferente a la común. Ellos consideran idolatría el amor o el vínculo con una persona que pueda separarlos del amor y de la obediencia a Allâh. En ello entra el apego desmedido a los hijos, esposos/as, hasta el punto de que él sea más intenso que el que profesan a Allâh. No se trata de una idolatría formal entonces, sino de elementos que les separan de su vínculo sagrado con el Señor de los mundos y que les molestan o entretienen de lo esencial de su práctica de adoración.
Asimismo, ellos consideran idolatría seguir los dictados de las voluntades de sus propias almas, sin considerar cuál es el agrado Divino al respecto. Resumiendo, ellos, en su ímpetu e intensidad de adoración, consideran ídolos a cualquier cosa que se interponga en su camino de purificación y de proximidad a Allâh.
Y Allâh sabe más – Allâhu aˤalam