La emigración
Abdul Karim Mullor
La emigración
Y los que hayan creído y hayan emigrado y luchado en el camino de Allâh, así como los que les hayan dado refugio y auxilio, éstos son los creyentes de verdad. Tendrán perdón y una generosa provisión. (8-74)
Como en todas las aleyas del Corán, el significado de lo expuesto tiene varias vertientes. Por un lado, en toda evidencia, la aleya se refiere a los que emigraron de Meca a Madina siendo perseguidos por el Qurayš, así como a los ansar de Medina que les acogieron, ofreciéndoles una parte de sus propios bienes.
No obstante, esta emigración observa asimismo otros aspectos importantes a tener en cuenta. Existe una emigración interior que es la del abandono de las malas costumbres para asentarse definitivamente en una condición mejor y más ventajosa. Esto ocurre con los creyentes que abandonan ideas erradas o comportamientos incorrectos, de tal manera que no vuelven a incidir en ellos. Esto constituye en ello mismo una emigración interior, ya que esa persona ha cambiado sus costumbres así como la morada interior en la que se encontraba.
Existe asimismo la emigración en aquellos que lo abandonan todo para consagrarse a la adoración de Allâh Único y sin asociados. En esta clase de emigración la persona es transformada completamente. No solamente se alteran sus costumbres y pensamientos, sino que ellos acceden a una morada, a una Medina Iluminada, en la cual comenzarán una nueva vida; en la cual vivirán y morirán. No encontrarán en ellos deseos de dejar la ciudad de la luz.
¿Qué es la emigración?
Es el abandono de todo lo anterior. El abandono de todo a cuanto se está acostumbrado, de todo lo que se ama, para obtener una vida mejor. En el caso de la religión consiste en abandonar los lugares de las malas costumbres para adentrarse en un país de acogida seguro y floreciente.
Los primeros musulmanes hubieron de emigrar a Abisinia y a Madina de manera forzosa, ya que eran perseguidos. Los musulmanes de hoy, si emigran, para que cuente como tal, deben hacerlo por Allâh y Su profeta – sobre él la plegaria y la paz -. Si no es así, trasladarse de un país a un otro no cuenta como emigración, ya que, en un caso tal, el motivo sería puramente mundanal.
El emigrado se encuentra como niño recién nacido, desprotegido, débil, indefenso, ya que él estaba afincado en una serie de costumbres que le permitían hacer su vida con normalidad. A partir de que él emigra se encuentra con lo desconocido; no puede controlar su vida; ha de adaptarse a las nuevas exigencias de su inesperada condición.
Emigrar es Sunna
No se trata de emigrar voluntariamente para satisfacer una Sunna. Se trata de que hayamos debido emigrar forzosamente para mejorar nuestra religión, aprender la Ciencia, o simplemente dar de comer a nuestra familia por necesidad. En estos casos la emigración cuenta como Sunna. Mucho más si emigramos a un lugar en el que podamos aprender la Ciencia que si marchamos en busca del sustento.
Si en estos casos, lo abandonamos todo voluntariamente, dejamos atrás riquezas y condición para acercarnos a Allâh, entonces esa emigración tendrá el grado excelso que tuvo la de los Compañeros de Meca que hubieron de refugiarse en Madina apoyados por los Ansar.
Yo diría que pudiera ser que esa emigración sea incluso más meritoria que la de algunos de los Compañeros. Sobre todo, cuando se dejan detrás posición y riquezas.
Hoy es extraño observar emigraciones como estas. La vida de este mundo ofreces ciertas comodidades a las que no se está dispuesto a renunciar. Todo cuanto este mundo ofrece nos lleva a la inanición, a la indolencia, a una comodidad que acaricia el alma y los sentidos. En ella se establece un alma poderosa que no admite contrariedad alguna. Ella se cree dominadora, controladora, se ve fuerte en sus posiciones inamovibles, se auto alimenta con auto complacencia, con una falsa seguridad que aún, día a día la convierte en más dura e impenetrable.
Emigrar de la oscuridad a la luz
En realidad, una emigración, si es auténtica, es una salida de las tinieblas a la luz, tal y como dice el Qur’an:
Allâh es amigo de los que creen. Los saca de las tinieblas a la luz (2-257).
Esta transmigración de las tinieblas a la luz se realiza mediante el abandono de sí mismo, que en realidad constituye una emigración mayor de nuestra alma; desde un mundo de caprichos, costumbres y tinieblas, hasta otro en el que nos vemos mecidos por los dulces brazos de nuestro Señor, que como dice en la aleya que acabamos de citar es amigo de los verdaderos creyentes (mu’minun)