La élite del Bien – La élite del mal

Por Abdul Karim Mullor

La paz sobre vosotros.

Esta nueva línea de artículos que estoy escribiendo, y en la que se encuentra enmarcado este que os presento, tiene como intención haceros reflexionar sobre la situación injusta que estamos viviendo los seres humanos, que somos, ahora más que nunca, utilizados por poderes e influencias que representan la injusticia y el mal.

Ellos dividen a los seres humanos mediante el odio de unos contra otros. Debemos pues ser inteligentes y contestar a esta situación con valores tan grandes y sublimes como son el amor, la compasión, la solidaridad, la generosidad, la misericordia y la Verdad.

¿Podremos hacerlo?

Si os dijera que los hacedores de Bien y los hacedores de mal están estructurados en grupos no estaría diciendo nada que no supierais o que no llegarais a suponer. Esto es efectivamente así, ya que el Ser humano es social por naturaleza y no puede realizar casi nada como individuo particular.

Lo que no está tan claro es que llegarais a creerme si os dijera que existen élites del Bien y élites del mal. Dado que ambas trabajan en secreto y nadie las conoce, resulta consecuentemente más difícil de creer que ambos grupos existan; y si no se cree en su existencia, mucho menos se podrá llegar a saber cuáles son las misiones de cada una de ellas, y menos aún, cuáles son sus verdaderos representantes.

Seguramente, fue Sidi ˤAlî A-d-Dabbagg – que Allâh esté satisfecho de él –, a través de sus palabras, escritas por su discípulo… en un libro titulado “Al Ibriz” (Palabras de oro), quien nos comunicó la existencia de una élite de ‘awliyya (amigos de Allâh) quienes todas las noches, a una determinada hora, se reunían, mayormente en la cueva de Hira, para tratar sobre, entre otras cosas, los asuntos de la Humanidad. Tanto más difícil resulta de admitir, cuanto más lejos físicamente se encuentran dichos personajes del lugar de reunión, correspondiendo entonces dicha realidad a las cosas maravillosas en las que cada uno es libre de creer o no. Lo creamos o no, la realidad de ello no se ve alterada; pues la Verdad lleva su propio curso sin necesidad de ser reconocida; tal es su fuerza y naturaleza. Y, a veces, la negación no deja de ser si no una protección para aquello en lo que no se cree, pues, somo en este caso, negando el hecho se deja tranquilos a los participantes. Y esto puede ser una parte de la astucia de Allâh.

Ahora bien, que existe una élite del mal, similar a esta, pero con fines absolutamente diferentes, es una realidad que, día a día, es reconocida por un mayor número de personas. De ahí, que, de alguna manera, resulte un absurdo creer que existe una élite del mal y ninguna del Bien; dicho pensamiento no deja a Allâh en muy buen lugar en las mentes y en los corazones de quienes lo tengan. Nadie puede creer que, estando como está montada la sociedad universal, ello pueda ser producto del azar o de una casualidad, a la que no sabemos muy bien que “hados del destino” hayan contribuido. No, la casualidad, la arbitrariedad, la ambigüedad no existen cuando se trata del mal; porque éste circula en el mundo de las causas-efecto, a diferencia del Bien que, procediendo de lo alto, puede dar lugar a efectos maravillosos que son producidos por causas luminosas e indetectables para la gran mayoría de los seres humanos. La candidez no es una opción.

No nos interesa en absoluto cuáles, quiénes o cuántos son los representantes reales de esas élites del mal, ya que nuestra misión no es denunciarles, ni tan siquiera localizarles. Siendo como son, criaturas insignificantes para Allâh, también lo son para nosotros; y más, sabiendo que cuando uno muere es sustituido por otro; ¿qué interés tendría para nadie conocer su identidad? A nosotros nos resulta exactamente lo mismo, pues nuestra finalidad no es combatirles, sino exponer sus mentiras para ayudar con nuestra humilde aportación a que el mundo no se corrompa.

En realidad, lo único que se debe hacer, lo más efectivo para paliar su diabólico poder es renunciar a sus dictados. Pues es innegable que ellos son “siervos del diablo” y enemigos del resto de los humanos. Esos dictados se encuentran implícitos en las estructuras sociales modernas, las cuales son, sin duda alguna, la expresión clarividente de la injusticia y del abuso de unos seres humanos sobre sus semejantes. Irónicamente, el mundo de la «libertad» no es otra cosa que el de la esclavitud, tanto física como intelectual. La élite del mal son los amos, la Humanidad los siervos.

En política, dicha manipulación se muestra porque se adaptan las políticas nacionales en función de una política global de carácter mundial. Se estudia primeramente la organización peculiar en cada país, pues en cada uno de ellos las gentes presentan unas realidades y costumbres diferentes. Asimismo cada tiempo presenta una determinada situación en cada lugar. Es así, que en algunos lugares interesa más desplegar un sistema dictatorial y en otros uno democrático. Ahora bien, dictadura-democracia es una dicotomía que no existe, ya que, la democracia funciona como una dictadura de hecho, y ello al gobernar a las gentes en función de la repartición de los bienes, que siempre será escasa a fin de poder aplicar un poder sin trabas ni concesiones. Quien tiene dinero es el amo, quien tiene solamente lo necesario, el sirviente.

Se suscitan partidos o ideologías políticas aparentemente encontrados, a fin de que todos los métodos de convicción educacional utilizados para el control de las masas queden repartidos entre ellos, excitando así el odio humano visceral y el egoísmo en lugar de la compasión, la amistad y la solidaridad.

En economía, por la dictadura económica mundial existente de hecho que condensa el 90% de la riqueza en el 5% de la población, quedando en lo más alto de la pirámide aquellos que nadie conoce, y que gobiernan amparados en el más absoluto de los incógnitos. Los mecanismos económicos utilizados implican una dictadura de hecho de la que nadie puede librarse, y que les asegura continuidad de poder y control.

En la sociedad, ofreciendo al pueblo un surtido de posibilidades intelectuales las cuales desembocan en el resultado de que la opinión personal de cada uno es respetable, independientemente que esas opiniones sean conforme a la Verdad y a la realidad que subyace por encima de nosotros sin que nadie pueda condicionarla por su negación. De esta manera se le dice al pueblo que tiene opción de elegir entre una y otra elucubración, ideadas éstas para tener a la gente entretenida pensando que, dudar y no dar nada por hecho, es la mejor de las opciones. La Verdad no existe, existe la opinión; Sócrates ha vuelto a beber la cicuta. Por otra parte, siendo tan dispares las opiniones de unos con las de otros, si observamos esta situación sin pasión e inteligentemente, nos daremos cuenta de que lo que subyace ahí es la ignorancia; pues ofreciendo ignorancia al pueblo nunca sabrá dónde se encuentra la Verdad. Y así, con este despiste generalizado, la masa puede ser controlada con mayor efectividad. “Haz lo que quieras entre las posibilidades que nosotros te damos”; y esa es la “libertad”.

En las ideas, ellos han inventado toda clase de argucias para hacer creer a las mentes a las cuales ellos consideran como privilegiadas, que son verdaderos sabios, cuando en realidad son las primeras víctimas de este juego feo y oscuro donde no se mueven otras ideas que las que provoca ese tan traído y llevado waswas del šaytan, del que todo hombre inteligente debiera preservarse. Han creado héroes ideológicos, que no son otra cosa que agentes manipulados por esa élite del mal. Gentes que, con la vitola de luchar por la Paz, no hacen sino servir a su amo sonriendo a una Humanidad a la que se la engaña. Nihilismo, ateísmo, dualismo, positivismo… más de lo mismo. Así pues, los que hace siglos podían pasar por los alborotadores del pueblo, o incluso por los tontos de la ciudad, hoy son los bien reputados sabios que repiten como registradores de voz lo que sus amos les “inspiran”. Ser «bueno» vende. Y no hace falta decir, pues todos lo saben, quienes son los «buenos» de esta obra de teatro que, un día y otro se representa en el teatro de la Gran Comedia Humana.

En religión. No os quepa la menor duda que la religión de estos tiempos son esta gente. Ellos son los papas, los muftis, los dalai, los gurús; ellos son todo. Han corrompido la religión hasta extremos tales en que estas se encuentran irreconocibles. Pero como a nosotros lo que nos interesa es el Islam, simplemente debemos decir que ellos han hecho entrar la duda y el odio sobre la manera bendita que se ha llevado practicando el Islam desde sus primeros tiempos, hasta que los masones entraron a modificarla con el precursor Muḥammad Ibn ˤAbdil Wahhab, quien, con la colaboración del espionaje británico inventó el Wahhabismo; engendro éste a quien siguieron las deformes doctrinas del Salafismo, el Deobandi, el Tabligh, los Hermanos Musulmanes y los Ahmadiya. Todas ellas con un denominador común, a saber: destruir la Sunna del Profeta – sobre él la plegaria y la paz –  para que nadie pudiera seguir al Corán con sabiduría.

Nos resulta particularmente feo ver como personas que han tomado el Islam después de haber sido engañados en sus vidas, entrando en él, se han alineado con las sectas de la mentira y el fraude.

De esta manera, estas sectas, se han comprometido en una lucha de odio, criticando de manera soez y, a veces con un lenguaje arrabalero a los verdaderos musulmanes y al verdadero Islam. Sus palabras y doctrinas destilan odio y maldad; no en vano nuestro profeta dijo que saldrían del Islam con la misma facilidad que la flecha lo hace del arco.

Así pues, vivimos en el mundo de la ignorancia, y esta ignorancia es creada y extendida por una élite del mal que hace funcionar el mundo de una manera injusta y perniciosa. Allâh les está dando una larga cuerda, hasta que, tirando de ella con fuerza lo pierdan todo en un solo envite, pues:

El Makru-l-Lâh es mayor (La astucia de Allâh es más fuerte).