La creación de Adam – la naturaleza del Ser humano – La religión de la Ciencia

Assalamu ‘alaykum – La paz sobre vosotros

Cuando Allâh creó al ser Humano lo hizo de tal manera y en tal lugar, si es que de lugar podemos hablar, que las consideraciones espacio tiempo no tenían realidad alguna; pues estas condiciones, no lo olvidemos, expresan una realidad en el mundo material que se encuentra en el más bajo de los tres mundos: “El Malakut”. Según todas las tradiciones sobre la creación de Adam – sobre él la paz – , Allâh lo creó de agua y de barro, siendo ese barro escogido de varios lugares diferentes de la Tierra.

Cuentan las tradiciones islámicas que cuando Adam – sobre él la paz – descendió a la Tierra, ésta le dijo:

Adam, me has encontrado ya vieja

Se dice en las tradiciones musulmanas que Allâh modeló el cuerpo de Adam y lo dejó en los cielos a fin de que los ángeles se fueran familiarizando con él. Lo dejó sin vida, sin Ruḥ durante un espacio de tiempo X, el cual no es medible en las proporciones en las que medimos el tiempo en nuestro mundo. Veamos lo que dice el Corán con respecto a su creación:

Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: Voy a poner en la tierra a un representante Mío.
Dijeron: ¿Vas a poner en ella a quien extienda la corrupción y derrame sangre mientras que nosotros Te glorificamos con la alabanza que Te es debida y declaramos Tu absoluta pureza? Dijo: Yo sé lo que vosotros no sabéis. (31) Y enseñó a Adam todos los nombres de los seres y mostró éstos a los ángeles diciéndoles: ¡Decidme sus nombres si sois veraces! (32) Dijeron: ¡Gloria a Ti! No tenemos más conocimiento que el que Tú nos has enseñado. Tú eres, en verdad, el Conocedor perfecto, el Sabio. (33)Dijo: ¡Adam! Diles sus nombres. Y cuando lo hubo hecho, dijo:
¿No os dije que conocía lo desconocido de los cielos y de la tierra, así como lo que mostráis y lo que ocultáis? (34)
Y cuando dijimos a los ángeles: ¡Postraos ante Adam!
Se postraron todos menos Iblis que se negó, se llenó de soberbia y fue de los rebeldes. (35) Dijimos: ¡Adam! Habita con tu pareja el Jardín y comed sin restricciones de lo que haya en él, pero no os acerquéis a este árbol porque entonces seríais de los injustos. (Surat al Baqara)
Cuando los ángeles argumentan ante Allâh y le preguntan por qué iba a poner sobre la tierra alguien que extendiera la corrupción:

¿Vas a poner en ella a quien extienda la corrupción y derrame sangre mientras que nosotros Te glorificamos con la alabanza que Te es debida y declaramos Tu absoluta pureza?

Allâh les responde:

Yo sé lo que vosotros no sabéis.

Más tarde les demuestra cómo ha depositado en él una gran sabiduría que supera la suya (de los ángeles), hasta que al final éstos comprendieron que había creado un ser de una naturaleza superior a la de ellos.

¡Decidme sus nombres si sois veraces! (32) Dijeron: ¡Gloria a Ti! No tenemos más conocimiento que el que Tú nos has enseñado. Tú eres, en verdad, el Conocedor perfecto, el Sabio. (33)Dijo: ¡Adam! Diles sus nombres. Y cuando lo hubo hecho, dijo:
¿No os dije que conocía lo desconocido de los cielos y de la tierra, así como lo que mostráis y lo que ocultáis?

Así pues, cuando comprendieron esto no experimentaron duda alguna en postrarse ante Adam, tal y como Allâh se lo ordenó. Excepto Iblis, que a pesar de ser sabio fue rebelde contra Allâh.

Los ángeles temían que el Ser humano extendiera la corrupción sobre la tierra, pues ellos sabían que había sido creado con libre albedrío, tal y como lo fueron los genios (ŷunûn) con anterioridad. En realidad, los genios ya habían sembrado la corrupción sobre la tierra por un tiempo de dos mil años (según ˤAbdu-l-Lâh Ibn Umar), hasta que los ángeles les derrotaron y les expulsaron a islas lejanas.

Según Abi Ŷafar los ángeles leyeron esto en una tabla guardada por Harut y Marut y les habría sido enseñado por un ángel de estatus superior llamado Siŷil.

Los exégetas que han tratado sobre la creación de Adam coinciden en decir que los ángeles, aún, hoy por hoy, continúan postrados ante Adam, ya que esta postración no es un hecho físico, sino una disposición natural a aceptar la superioridad de la naturaleza humana sobre la suya propia.

Cuentan los hadices que hablan sobre Adam como éste fue creado con una estatura de 60 codos (alrededor de 30 metros), de tal manera que sus descendientes han ido disminuyendo su talla hasta el tiempo actual.

En otro hadiz, el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dice que la duración del ser humano en la tierra será de alrededor de 7000 años. Más tarde volveremos sobre estas dos afirmaciones proféticas; pero antes vamos a tratar de como Adam cobró vida, sin obviar que gran parte de lo que estamos expresando aquí lo hemos extraído de la obra “La Historia de los profetas”, de Ibn Kazir, lo cual nos evitará ir ilustrando todo cuanto escribimos con citas que podrían hacer interminable nuestra exposición.

A Adam, Allâh le dio vida directamente con un soplo procedente de El, que es el Ruḥ, el cual reside en el corazón; mientras que el alma, que es del tamaño de una abeja, reside en el mediastino y es susceptible de purificarse y corromperse. Es el Ruḥ, el soplo divino, el que dio vida a aquella mole de barro de 30 metros.

En cuanto a que Allâh estableció a Adam como representate Suyo (jalifa) sobre la tierra, no corresponde una Ni’ˤma (Don precioso) concedido únicamente a Adam, sino a todos aquellos a quienes el Corán se refiere diciendo:

Y triunfará quien la purifica” (Surat A-š-Šams)

Es decir, los siervos virtuosos a los que alude el Corán, a veces como “aproximados” (muqarrabûn), otras como “purificados” (muṭṭaharûn), otras como “virtuosos” (saliḥîn), etc

Y ellos son los representantes de Allâh en la tierra, pues como dice un hadiz qudsi de sobra conocido “Cuando Yo les amo me convierto en la mano con la que toman, el pie con el que caminan, los ojos con los que miran, la lengua con la que hablan, etc.”, diciendo de alguna manera que Allâh les ha poseído completamente de manera tal que ha extinguido sus voluntades en la Suya soberana.

Es cierto que Allah les ha comprado a los creyentes sus personas y bienes a cambio de tener el Jardín (9-111)

Por eso, hoy por hoy, los ángeles continúan postrados ante Adam, provisto que el califato Divino existe en el corazón de los siervos virtuosos. Siervos, a los que por otra parte, casi nadie sigue, siendo esta rebeldía, propia de inspiración de Iblis, la causa de los males que asolan la tierra en materia de injusticia y de corrupción.

Sin duda alguna, volveremos sobre algunos aspectos de este asunto más adelante, pues aún hay mucho que decir

La religión de la Ciencia; el embrujo de los libros científicos sagrados

Como hemos expresado, el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijo que la vida del hombre sobre la tierra sería de 7000 años, cuando subiéndose a su mimbar de 7 escalones declaró que cada uno de esos peldaños se correspondía con 1000 años de la vida de la Humanidad.

En otra ocasión nos dijo que la estatura de Adam era de 30 metros y que la talla de los humanos ha ido descendiendo de manera paulatina hasta nuestros tiempos.

No entiendo porque un creyente puede creer confiadamente en los poderes del bastón de Mûsâ, en las maravillas que rodearon la vida de Sulayman y sus poderes sobre genios y animales, y en otros de los innumerables milagros proféticos, como la resurrección de Lázaro, por ejemplo, y no creer en la veracidad de esos hadices, sola y únicamente porque una nueva religión llamada Ciencia los contradice.

Vayamos a los Evangelios donde podremos encontrar una genealogía de Jesús – sobre él la paz – desde el mismísimo Adam, pasando por su ancestro Yahuda (Judá) de cuya tribu desciende. Esta genealogía tiene sus peldaños, es continua y no presenta lagunas.

Asmismo Ibn Kazir nos presenta una genealogía paralela en su obra “La Historia de los Profetas”, que parte desde Adam y finaliza en Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz-. No veo porque un cristiano o un musulmán no debieran creer en lo uno o en lo otro, visto que proviene del Evangelio (que en su versión original es un libro revelado), lo mismo que en el caso de Ibn Kazir se trata de un personaje sabio y verídico, referencia del Islam, quien presenta una información extraída de las palabras de los profetas anteriores.

Ahora bien, cuando analizamos los titubeos de algunos creyentes en dar crédito a estas palabras proféticas apercibimos que existe un motivo: los postulados hipotéticos llamados «descubrimientos científicos»; un motivo, por otro lado, realmente basado en conjeturas de lo más fantásticas; tan peregrinas que ni para creer en la partición de la luna en dos por parte de Muḥammad y la resurrección de Lázaro de parte de Jesús (sobre ambos la paz) podría llegarse a un esfuerzo de fe semejante, a una militancia tan comprometida.

La Naturaleza es dios, la Ciencia su profeta, y el carbono 14 es el Wahy. Los Libros revelados son los descubrimientos científicos y las oraciones básicas se limitan a la observación de videos y a la lectura de libros donde se describen teorías de lo más absurdo en las que hay que creer en nombre de un convencionalismo religioso absolutamente integrista y radical.

Pero no habría Ciencia sino hubiera Dinero; con lo cual, en esta otra versión de los principios teológicos de esta nueva religión, el Dinero tomaría el lugar de dios hijo y la Ciencia de espíritu de santidad, consustanciales al padre solamente en alguno de sus atributos. Los fieles son la Humanidad entera; ya que hay que reírse de y llamar “atrasado”, es decir “hereje” a todo aquel que no comulgue con las revelaciones descendidas a los santos de esta religión, cuyas palabras son ex cátedra y sus mentes sagradas e intocables.

Cuando observamos cómo sin el dios hijo (Dinero), el espíritu de santidad (La Ciencia) no podría existir nos damos cuenta de cuan endeble es esta religión; más aún si apercibimos como el dios Dinero no podría existir si la diosa Suprema Naturaleza (diosa madre) no le hubiera otorgado Sus Favores en forma de materia prima.

Este cuadro, ciertamente cómico nos hace esbozar una irónica sonrisa cuando observamos como su primera premisa es pura contradicción. La premisa es “Dios no existe sino lo demostramos nosotros; y no es seguro que exista; no es Todo Poderoso, y no es Todo Sabio, pues la Sabiduría es lo que nosotros podamos demostrar”. Es decir, esta premisa no es un postulado, es una conclusión a la que hay que llegar sí o sí. Es el resultado preconcebido y anunciado sobre el cual se van arreglando de manera artera las premisas. Y estos arreglos resultan de lo más cómico cuando vemos a nuestros supuestos ancestros gesticular desde los árboles y gritar como descosidos.

¿Qué sería de la hambruna mundial si el dinero destinado a la Ciencia se repartiera en las necesidades básicas del ser humano y acabar así con el hambre? ¿Qué sería de la Ciencia sin el dios Dinero?

Sin duda para mantener la creencia en la Ciencia es necesario presuponer que los susodichos descubrimientos científicos son reales y son procurados por personas tan sinceras como los santos y tan buenas como los profetas. Cosa en realidad harto improbable habiendo como hay tanto dinero por medio. Donde hay dinero «la verdad» es una herramienta al servicio del poder. Hay que realizar un verdadero esfuerzo de creencia ciega para suponer que no se está siendo engañado. Engañado para creer en una religión que presenta al ser Humano como un animal consumista, depredador insaciable de bienes materiales. En una religión cuyas nuevas premisas de género son tendentes a la destrucción de la familia como sociedad primaria y pilar de la religión y de la Humanidad entera.

Que cada cual extraiga sus propias conclusiones.