La Contracción y la Expansión – El Qabd y el Bast
La paz sobre vosotros
La Contracción y la Expansión
El movimiento del corazón es de una gran simpleza: pide la sangre mezclada con impurezas, constriñéndose para purificarla y expandiéndose de inmediato para distribuirla ya purificada por todo el cuerpo.
Por si fuera poco, él hace esto al menos 60 veces por minuto. Es decir, el corazón purifica una vez por segundo; esto es equivalente a decir que su acción continuada desde nuestro nacimiento hasta el momento de nuestra muerte es purificar nuestro cuerpo y darle vida.
Ahora bien, el profeta Muhammad – sobre él la plegaria y la paz – dijo que todas las cosas tienen un corazón, palabras que nos hacer rememorar el hecho de que toda la creación participa de la Presencia de su Creador. Esta presencia es purificadora y dadora de vida, ya que, como dice el Libro Sagrado, Allâh da la vida y da la muerte, no siendo esta última sino una ausencia de la primera. Lo que muere resucita, resurge, se regenera y vuelve; aunque al final lo que solamente queda es la Faz del Todo Poderoso.
Al disponer cada cosa de un corazón, y el Ser humano no podía ser menos, todo, se quiera o no, actúa con un movimiento de contracción-expansión: el Ser humano, el Universo, los animales, las condiciones de vida, etc.
Es el Qabd (Contracción) un estado en el cual nos sustraemos a nuestro entorno entrando en nosotros mismos, producto de la dureza extrema de una situación determinada. Y aunque la situación en ella misma parezca la causa inmediata, en realidad es solamente un motivo aparente, ya que ese mismo estado hubiera llegado de cualesquiera de las formas que el Arte Divino posee para recrear Sus Voluntades.
Ni que decir tiene que el estado de Qabd es un estado de purificación. En él se prescinde de la ilusión y de la esperanza por los bienes de este mundo, al que se llega incluso a detestar, aunque de hecho lo que se rechaza es el concepto que tenemos grabado de él. Y cuando sabemos que este mundo le importa a Allâh menos que el ala de un mosquito, entonces comenzamos a comprender que nuestra percepción de él es exageradamente “real” e intensa comparada con su escasa importancia. No basta entonces con reconocer por medio de la razón esta realidad, sino que se hace necesaria una experiencia que nos haga sentirla en todo su esplendor.
¿Qué decir entonces sobre el Bast (Expansión)?
Cuando hemos comprendido el mensaje que nos aporta la contracción, entonces podemos continuar con nuestra vida, seguros de dar a cada cosa la importancia que se merece, convenientemente purificados, mentalizados y reducidos nuestros actos a ser mera representación de las voluntades Divinas. Es entonces que seremos una expresión del Halo del Misericordioso, Soplo Divino con el que se le dio vida a Adam – sobre él la paz – y que permanece en el interior de nuestros pechos esperando salir a la luz.
Esta contracción, hay que decirlo, es solamente funcional en el recorrido del camino de aproximarse a Allâh. Las cosas son mucho más simples para el resto de los musulmanes.
Allâh educa de una manera a quien quiere aproximarse a Él, y de otra distinta al que decide quedarse en el mundo, en la vida de todos los días, ocupándose exclusivamente de cumplir los preceptos legales de la Religión.
Volviendo nuevamente al estado de Contracción, diremos que, cuantas veces se sufre esa violencia extrema de los estados de contracción, tantas veces se puede comprobar que después de ellos se produce una gloriosa dilatación. No obstante, la contracción supera en intensidad y en frecuencia a la expansión, hasta que, una vez educada el alma humana, ésta funde ambos estados en un solo.
Y este proceso del paso de Contracción a la Expansión se repite tantas veces como sean necesarias a fin de afirmar el corazón en terreno sólido para así acometer, una a una, las fases de este camino de amor y de gloria.
Cierto, el paso del Qabd al Bast puede darse en múltiples ocasiones, como de hecho así lo es, porque el ser Humano no podría soportar un estado de Contracción y un proceso de purificación continuados.
Cuando se produce la última Expansión, la resolución gloriosa y eterna de esta dicotomía, y el aspirante a la Unión con Dios ha llegado a su término, entonces se es consciente de que el esfuerzo y el sufrimiento merecieron la pena y fueron necesarios a todas luces para conducirle a su final feliz. Y si esto no es la felicidad, entonces ¿Qué podría ser ella? La felicidad del corazón en el gozo eterno de conocer las Bondades de Dios, Su Grandeza y Su Amor.