La Ciencia de la ciencia

Zaynab Badr – Abdul karim Mullor

La Ciencia de la ciencia

Existen numerosos testimonios, tanto en el Libro de Allâh como en la Sunna del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – sobre las ciencias del Islâm. Estas se estructuran en niveles. Al igual que el Din se encuentra estructurado en Islâm – Imân – Ihsân, las Ciencias se estructuran en grados.

Muḥammad – ˤalayhi-ṣ-ṣalatu wa-s-salam – habló de ambas ciencias en varios de sus hadices. En uno las nombra como ˤIlmu-ẓ-ẓahir (Ciencia del Exterior) e ˤIlmu-l-Batin (Ciencia del Interior). Otro de sus hadices lo podemos leer a continuación:

El saber, en tanto que ciencia organizada, es de dos clases; el que es adquirido por el corazón es el más útil, mientras que aquel que se adquiere de boca en boca es una prueba contra el hijo de Adam. (De Ŷabir, recopilado por Al-Jatib)

El mismo Corán, en el episodio concerniente al encuentro de Mûsâ con Al Jadir – sobre ambos la paz – demuestra esto de manera bastante clarificadora. Esto lo podemos encontrar en la Surat La caverna.

El Corán vuelve sobre ello en una aleya tan definitiva que no deja ningún asomo de duda al respecto:

La plegaria prohíbe la deshonestidad y lo reprobable. Pero el recuerdo de Allâh es más importante aún (29-45).

Numerosas aleyas como estas distinguen el recuerdo del salat. En ellas se pone al recuerdo por encima de la misma plegaria. De la misma manera la Ciencia de Al Jadir superaba a la de sayyidinâ Mûsâ – sobre ambos la paz -:

Quienes crean, aquéllos cuyos corazones se tranquilicen con el recuerdo de Allâh -¿cómo no van a tranquilizarse los corazones con el recuerdo de Allâh?-(13-28)

…hombres a quienes ni los negocios ni el comercio les distraen del recuerdo de Allâh, de hacer la plegaria y de dar el zakat. (24-37)

¡Creyentes! Que ni vuestra hacienda ni vuestros hijos os distraigan del recuerdo de Allâh. Quienes eso hacen, son los que pierden. (63-9)

Es pues, como dice el Corán, así comolos hadices que el recuerdo de Allâh es el mayor acto de adoración que puede ser ofrecido por el creyente. Este recuerdo, a veces se cristaliza en invocaciones pertinentes. Asimismo en mostrar sumisión, paciencia, sinceridad, entereza, amor a Allâh y al Profeta. No hay que desdeñar una buena dosis de reflexión, todo lo cual nos lleva a la Ciencia y al Saber superiores.

Los límites de la ciencia del Exterior

En realidad el alcance de esta ciencia llamada del Exterior, aunque no debe ser subestimado, no sobrepasa de un techo poco elevado. Lo más a lo que se puede llegar con ellas es sacar conclusiones sobre la correcta manera de cumplir con la Ley Islámica (šari’a). Aunque muchos la otorgan una gran importancia su alcance es estrecho, aunque efectivo para poder entrar en el Paraíso. Hay gentes que se conforman con entrar en el Paraíso y ellos no pueden concebir que haya otros para quienes esa aspiración sea insuficiente.

En realidad, las gentes que se encuentren en los paraísos inferiores, que son los que hayan cumplido con la šari’a se encontrarán apenados de su suerte cuando observen a otros cuya sabiduría, trabajo y aspiraciones en esta vida les hayan llevado al Firdaws, en compañía de los profetas y cercanos a Allâh.

El estrecho alcance de la Ciencia del Exterior lo demuestra el hecho de que para ser sabio de esta ciencia no es necesario ser una clase de persona considerada como buena. Esto queda demostrado en un hadiz relatado por Anas y recopilado por Al Hakim.

Desdicha a mi comunidad a causa de los malos sabios que enseñan el mal.

La Gran Ciencia no tiene límites

Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – ascendió por los siete cielos hasta llegar a la distancia de dos tiros de arco con respecto a Allâh. Al llegar, escuchó de Él lo que se nombra como “de los signos de tu Señor, el más grande”. Ŷibril – sobre él la paz – debió quedarse en el camino por no tener permiso para seguir más allá del “sidrat al muntaha” (el azufaifo del confín). Muḥammad no subió solo, sino que cargó con aquellos de su Umma que pudieran rebasar ese límite impuesto.

Si bien es cierto que nadie puede llegar donde llegó el Profeta, debido a la categoría que él detenta; no es menos cierto que los mejores de su comunidad, tanto en su época, como a través de los siglos, de alguna manera le siguieron en esta ascensión al igual que el pueblo sigue al Imâm en el cumplimiento de la plegaria. Este seguimiento no hay que entenderlo como formando parte del episodio del miraŷ (ascensión celeste). Debemos entenderlo de una manera metafórica para representar lo que después habría de ocurrir.

Es así que esta ciencia, de la cual testimonia el Corán en el encuentro entre Mûsâ y Al Jadir en la confluencia de los dos mares es, como se dice en la surat Al Kahf (procedente de Allâh Mismo). Dicha “confluencia de los dos mares” en realidad significa “confluencia de las dos ciencias”. Esto es lo que comentan autores autorizados como Ibn ˤArabi para explicar el significado de dicha unión de dos mares que menciona el Corán.

Debido a la grandeza de nuestro profeta y del Islâm dicha ciencia nunca se perdió. Muḥammad la enseñó a aquellos a quienes encontró dignos de aprenderla y hacerla crecer.

Hablad a cada uno según su capacidad de comprensión – hadiz

Y estos se la trasmitieron a los siguientes, y estos a los siguientes, y así sucesivamente. Al llegar a nuestros días, el número de los que la poseen ha disminuido de manera considerable “muchos entre los primeros y pocos entre los últimos” (Surat Waquiˤa). Esto no impide que aquellos que la detentan la hayan conservado incólume y sin defectos.

Dijo Mansur al Ḥallaŷŷ – que Allâh esté satisfecho de él – a los sabios de la ciencia del Exterior que deseaban ajusticiarle:

El dios que vosotros adoráis se encuentra bajo mis pies”.

Durante su ejecución, que fue pública, su sangre al caer se derramaba escribiendo el Nombre Supremo (Allâh). Cuando cavaron bajo su patíbulo constataron que debajo de sus pies se encontraba un tesoro en el momento en el cual él dijo dichas palabras.

Es así, tradicionalmente los sabios de la Ciencia del Exterior han buscado las riquezas. Han aprovechado sus estudios para beneficiarse de la ignorancia del resto de los musulmanes. Para conservar su estatus ellos han negado que exista una ciencia superior a la suya. A fin de que las gentes acudieran a ellos, y los emires les confiaran sus decisiones y tesoros, ellos han enterrado la verdad.

No obstante, la gente de Allâh, bendecidos con una inteligencia superior, sabiendo todo esto, se han separado de estos hombres mundanales y de las riquezas tras las cuales ellos corren como galgo tras la liebre.

Ellos quieren estar en el Ŷanna; difícil lo tienen si mienten y conjeturan contra el Islâm con sus maquinaciones.

Nosotros queremos estar con el Señor del Ŷanna.

Esa es la gran diferencia.

El que sea capaz de reflexionar, que lo haga.