La banalización del término Sabiduría
Abdul Karim Mullor
La banalización de la Sabiduría
Da la Sabiduría a quien quiere, y a quien se le da la Sabiduría se le ha dado mucho bien. Pero no recapacitan sino los que saben reconocer lo esencial. (2-269)
Podemos decir que la Sabiduría es aquello que puede hacer comprender al Ser humano la Realidad tal cual es.
Asimismo, y por reflejo, dicha Sabiduría le provee del conocimiento necesario sobre él mismo, su entorno, el Cosmos y todo cuanto existe en el Universo.
Y, no exclusivamente en ello se acaba el ámbito que les es propio a dicha Sabiduría, sino que ella, por ende, nos descubre cuál es nuestra relación con Allâh, llegando incluso a transportarnos a beneficiarnos de un conocimiento sobre El.
Evidentemente, no podemos considerar Sabiduría a las ideas erradas o incompletas, ya que las unas no se corresponden con la Realidad, y las otras no cierran el círculo del saber. Las ideas erradas forman entonces parte de la ignorancia, mientras que las incompletas reflejan un saber limitado en él mismo.
El conocimiento de los datos que nos ayudan a lograr una meta definida no es sino, en caso en el que nos encontremos en el camino de descubrir la Realidad, un paso previo y necesario. No obstante, el despiste generalizado, el espíritu precipitado del Ser humano, puede terminar por conceder el término Sabiduría al conocimiento u obtención de datos, trocando así los medios en fines en ellos mismos.
Esto que acabo de exponer podría considerarse como siendo principios de orden general. Sin embargo, sería un craso error hacerlo; ya que, como acabamos de decir, no puede existir Sabiduría sin el conocimiento de la Realidad. Los conocimientos parciales, sean en el dominio que fuere, no son sino datos necesarios para realizar cualquier actividad en la vida cotidiana. La diferencia entre el conocimiento de estos datos, con sus consiguientes aplicaciones, y la Sabiduría es que ésta es capaz de discernir la Verdad que envuelve la vida, la sociedad y el Universo en su conjunto, además de entrar en el dominio de las relaciones del Hombre con Allâh y el de la naturaleza completa del Ser humano como representante de Allâh en la tierra.
Es así que, cuando como algunos pretendidos sabios aseguran, se considera la Sabiduría como el dominio de conocer el Halal, el Haram y el resto de los elementos de orden religioso para cumplir con las prescripciones Divinas, se está cometiendo uno de los peores errores que puede llegar a concebir el Ser humano. Dice el Corán:
Es cierto que el salât impide la indecencia y lo reprobable. Pero el recuerdo de Allâh es mayor, y Allâh sabe lo que hacéis» (Sûratu l-‘Ankabût, 45).
En esta aleya podemos comprobar que el salat (plegaria canónica) nos aleja del mal; ahora bien, ella no nos proporciona Sabiduría. El recuerdo de Allâh es mayor, puesto que es dicho recuerdo el solo capaz de transportarnos a la Sabiduría de la Realidad.
El conocimiento medio, como es el de las prescripciones, prohibiciones, recomendaciones y demás elementos de la vida religiosa no se deben catalogar como Sabiduría, a no ser que otorgamos a ésta niveles diferentes. En ese caso dicha sabiduría se encontraría en el escalón más bajo y ella debería considerarse humildemente un conocimiento de orden limitado y práctico.
En cuanto a la Sabiduría en sí, aquella que se alcanza mediante el Recuerdo de Allâh, es de una elevación tal que ni tan siquiera los ángeles pueden llegar hasta ella. No hay que olvidar que Adam – sobre él la paz –debió informarles sobre el nombre de todos los seres, signo inequívoco que su Sabiduría abarcaba el conocimiento de todos ellos, pues el nombre no es otra cosa que una palabra que define la naturaleza propia del ser que es nombrado.
Esta Sabiduría que Allâh en Su Corán afirma que se trata de un gran bien, es algo reservado únicamente a aquellos cuyas almas han sido aceptadas en la corte del Rey celestial, el Creador de los cielos y de la tierra.
Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – ascendió por los siete cielos, no solamente para informarnos del número de plegarias diarias que Allâh ha prescrito, sino para mostrarnos cuál es el lugar del Ser humano, del verdadero creyente ante Allâh y el resto de la creación. Con Muḥammad subieron todos aquellos que han purificado sus corazones, ya que él es el imâm y nosotros hemos de seguir todos sus movimientos, siendo esto último el grado más sublime en el cumplimiento de la Sunna. La Sunna es pues, ser Muḥammadí.
La Sabiduría de la Realidad es la sola que puede guiar, la sola que abarca el conocimiento integral, de tal manera que los grados inferiores de conocimiento con respecto a ella están jerárquicamente sometidos a la Sabiduría superior de la que estamos tratando. Esto lo avalan unas palabras divinas expresadas dos veces en el Corán que dicen:
Is’alû ahlu-d-dikre ‘in kuntum la taˤlamûn – Preguntad a las gentes del recuerdo si vosotros no sabéis. (16-43) (21-7)