La autonomía saharaui en la perspectiva de la Unión Magrebí

Una solución panorámica para el conflicto del Sahara

Jesús (El Mehdi) Flores.

La perspectiva supone la contemplación del mundo desde un ojo único que abarca todo el panorama. No se trata pues de aplicar el viejo axioma cuantitativo de «cuatro ojos ven más que dos» sino el principio cualitativo de ver de modo «más perfecto y completo» la realidad circunstante. Se trata, como saben los místicos, de acceder a la visión panorámica, de ver no solo con los ojos sino también con la nuca. Porque, como pasa siempre, los conflictos son siempre resultado de una visión parcial de la realidad, en la que las partes, que son por principio, incompletas, pretenden acaparar la totalidad de lo que hay. La realidad, sin embargo, comienza a ser entendida debidamente cuando se capta su carácter «universal» por el que las cosas y los eventos tienden todos «versus el Uno», (Uni-versum), proceso que los sabios califican como «coincidentia oppositorum». Se trata de entender, en primer lugar, que los opuestos no son excluyentes sino complementarios y que el conjunto y sus partes se necesitan mutuamente para existir, en cuanto que la existencia es la manifestación de algo más vasto y profundo que abarca el más allá y más aquí de la existencia.

En política, para resolver bien un conflicto, primero hay que haber reconocido y aceptado el carácter parcial y transitorio de toda posible solución. La existencia, por naturaleza, es movimiento. En segundo lugar, hay que asumir lo presente, el «hic et nunc» (aquí y ahora), no lo que debió ser ni lo que dicen que fue, como base para construir el futuro. Por último, el perdón (el pedir perdón y el perdonar) además del tiempo, curan todas las heridas.

Sobre el conflicto saharaui se han dicho ya muchas cosas que no voy a repetir y sin embargo, al cabo de tantos años, las partes concernidas no han logrado todavía alcanzar ninguna solución. Y, en mi opinión, es porque el conflicto se quiere resolver dentro de un marco como es el de los estados-naciones, estructuras políticas en crisis que solo han servido en África para mantener y acrecentar el dominio neocolonial sobre el continente.

A mi humilde entender, la solución para el conflicto saharaui pasa en primer lugar por declarar la paz y sentarse a una mesa de negociaciones con la perspectiva de la creación de una Unión Magrebí que integre las realidades nacionales de las partes beligerantes. En ese escenario, la propuesta de un régimen de autonomía para el Sáhara, con la modificaciones oportunas, puede servir de punto de partida para la construcción de esta realidad supranacional integradora de las actuales naciones del Magreb. En esa mesa, España y la comunidad internacional, deben estar presentes como observadores y garantes de los acuerdos que se pacten entre las partes en conflicto.

Ese pacto tiene que estar sostenido por varios ejes fundamentales: por el lado del Polisario, el concepto de «independencia» debe dejar paso al de «interdependencia» y por parte marroquí el concepto de «marroquinidad» debe transformarse en «magrebidad» (maghâribiya). La interdependencia supone abandonar viejos esquemas inviables como el referéndum de autodeterminación. El concepto de «maghâribiya» supone la construcción de un nuevo espacio político que subsuma las presentes entidades políticas en una estructura regional superior.

En tanto que los estados musulmanes se construyen siempre sobre una base religiosa islámica, el factor de «imarâtu-l-mu’minîn» (Emirazgo de los creyentes) puede jugar un papel clave en la ecuación.

«Interdependencia, maghâribiya e imârat» son tres de los pilares que pueden hacer posible un futuro compartido en paz y en bienestar.

En definitiva, se trata de transformar el conflicto en una gran oportunidad.

Estoy convencido de que tanto unos como otros tienen la inteligencia y capacidad suficientes como para hacer posible esa nueva realidad pues todos ellos beben de una fuente de sabiduría inigualable que es el islam, el único instrumento capaz de proporcionar una visión panorámica de la naturaleza y de la solución del conflicto. Todos los demás discursos políticos no tienen la capacidad de arreglarlo porque carecen de un nivel superior de compresión del mismo y no dan soluciones realistas.

Ha llegado el momento, pues, de llamar a capítulo a los sabios espirituales marroquíes y saharauis y de invitar a los políticos a seguir sus consejos.

El Mehdi Flores

Día de Arafa de 1442 / 19 de julio de 2021