La adquisición de la Ciencia – El cerebro del corazón
La adquisición de la Ciencia – El cerebro del corazón
El Ser humano es precipitado, dice el Corán, pide el mal con tanta insistencia como pide el bien. Y todo ello es provocado por la ausencia de Ciencia.
Hablaremos en otra ocasión más extensamente sobre este tema, pero hoy diremos que la persona tiene dos cerebros: uno en su cabeza y otro en el corazón. Este último nos preserva contra la sinrazón y la ignorancia, pues dice el Corán:
¿Es que no van por la tierra teniendo corazones con los que comprender y oídos con los que escuchar?
Y es verdad que no son los ojos los que están ciegos sino que son los corazones que están en los pechos los que están ciegos. 22-46
Queda pues demostrado a la luz de esta aleya que el corazón alberga un cerebro superior. Pero como acabamos de decir, volveremos sobre ello en otra ocasión de manera mucho más detallada.
El organismo de la comprensión por excelencia es pues el corazón. Por ello la Ciencia superior se encuentra en el corazón de manera potencial, esperando que la persona la descubra curándose así de su ceguera.
Así dicho, podremos demostrar fácilmente que la adquisición de la Ciencia del Fiqh o ˤIlmu-ẓ-Ẓahir (Ciencia del Exterior) se realiza mediante el cerebro físico que alberga nuestra cabeza. Mientras, por otra parte, el detonante de la Creencia o Fe es el que se encuentra en el corazón.
Esta ciencia a la que acabamos de aludir (el Fiqh) es necesaria para el buen desarrollo de nuestras vidas, para nuestra vida en sociedad. Ella es indispensable para vivir en aplicación de la Justicia, evitando de hacernos mal a nosotros mismos ni a nuestros semejantes. Es, lo que es dado en llamar, la Šari’a.
En esta ciencia se dirime sobre los aspectos legales que podemos encontrar en el Corán y en la Sunna. Asimismo a través de ella nos han llegado los hadices y las leyes que rigen la vida entre los musulmanes.
Se trata pues de una ciencia de extrema importancia, la cual, aunque de hecho no se trate de la más elevada, sí, al contrario, es imprescindible para poder vivir con nosotros mismos y con los demás en el cumplimiento de los preceptos divinos. Esto asegura la paz y la Justicia entre las gentes, a fin de que la corrupción y el mal no se extiendan por la tierra.
No obstante…
Visto entonces que Allâh culpa a los corazones de ciertas personas de no comprender, vamos a realizar ahora cuál y cómo es esa comprensión que albergan los corazones de aquellos que sí comprendemos o que buscamos hacerlo.
Claramente, dicha comprensión no se refiere a la Ciencia del Fiqh, ya que queda demostrado que el conocimiento proporcionado por ésta es simplemente racional y especulativo desde el punto de vista comparativo, dentro de los marcos limitados de la razón y de la lógica.
Se trata entonces de una Ciencia con la que la mayoría de los humanos, e incluso de los creyentes, no se encuentran familiarizados. A decir verdad, la gran mayoría no saben ni realizan que el corazón pueda ver, tal y como lo dice Allâh en Su Corán.
¡Rara cosa esta! ¡Olvido imperdonable!
Si no fuera porque la Ciencia de los corazones tuviera sus gentes, sus sabios, su estructura y su presencia, pues el Fiqh sería como aquella persona a quien le faltara el corazón que hace bombear la sangre para que el cuerpo funcione.
Su necesidad perentoria lo demuestra nuevamente el Corán, cuando todo un profeta como Mûsâ – sobre él la paz – hubo de viajar hasta la Confluencia de los dos mares en Ceuta para recibirla del Jadir.
Y si esto fue así en la época de los Hijos de Israel; mejor aún en la época dorada de la Humanidad como fue la del profeta Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz -. Lo que es claro como la luz del Sol no necesita más demostraciones.
¡Pero aquél cuyo corazón está ciego lo niega! Pues los corazones de algunos ciegos, sordos y mudos son. Y sobre todo sus corazones no tienen cerebro, ni ciencia, ni fe verdadera. Es así. Los ha creado Allâh y hay que tener paciencia con ellos.
El ciego si toca un elefante dirá que es una mole peluda. Pero por ignorancia nunca podrá saber cómo es. Es así el ignorante. Este verá nuestra ciencia como una cosa de marcianos, pues para él los habitantes de la tierra son los ciegos, los mudos y los sordos.
Con las mentiras podremos trasladar verbalmente las montañas de lugar. Pero ellas seguirán allí dando testimonio de la Verdad, una y otra vez.
Pues aquellos que detentan la Ciencia de los corazones son las montañas que anclan la Umma, al igual que ellas, las montañas anclan la tierra. Con ellos y con ellas la Umma no se desliza, ni la tierra tampoco.
Lo quieras o no. Pues Allâh no nos preguntó cuando El – alabado sea – creó todo esto con Su Ciencia.