Jalaluddin Rumi – sentencias
La paz sobre vosotros – Feliz día de Viernes, el mejor sobre el que sale el sol
Ŷalaluddin Rumi
Nacido en Balj (actúal Afganistan) en el 1207, la misma ciudad de la que Ibrâhîm Ben Adhan fue gobernador antes de dejar voluntariamente el trono. Descendiente directo del Enviado de Allâh – sobre él la plegaria y la paz – por parte de su madre Mu’mina Jatun; fue hijo del entonces gobernador de Balj y maestro sufí Bahauddun Walad.
Aún así, y a pesar de estar influenciado por los libros escritos por su padre, como es tradición entre los sufís, Ŷalaluddin no fue su discípulo, ni practicó bajo el auspicio paterno.
En 1219 su familia huye de los ataques mogoles y se refugia en Nisabur donde conoce a Fariduddin Attar, conocido sufi escritor de la época. La familia se instala en Arzanjan, ciudad de anatolia, muy cerca de Konia. Es en Konia, entonces capital seljúcida, donde encuentra a Šams, quien iba a ser su maestro. Es allí donde se establece hasta el final de sus días en 1273.
A sus 19 años desposa una hija de un noble de Samarcanda (Gauher Jatum) quien después de darle dos hijos muere de manera repentina; a los 24 Rumi desposa una mujer ya viuda (Karra Jatum) que por entonces tenía un hijo y una hija.
Muerto su padre, un discípulo de éste se vuelve su maestro espiritual durante nueve años. Manda a Rumi a estudiar a Alepo, ciudad en la que se producen varios encuentros entre él y Muhiyyuddin Ibn Arabi. El valor de estos encuentros no puede ser puesto en evidencia por la escritura, pues estamos hablando de dos grandes eminencias del Islam de la época, de dos almas sublimes que no pueden ser contenidas por el universo conocido.
En 1240 se instala definitivamente en Konia donde se encuentra con el eminente sabio Šams de Tabriz.
Este encuentro hace de Rumi uno de los pilares de la ciencia del Tasawwuf.
Pero un maestro espiritual, tal y como se ha visto en toda la Historia del Islam, no se limita únicamente a guiar discípulos en una escuela destinada para ello, sino que les envía a la Guerra santa, o quizás, como hizo Umar al Mujtar, él mismo en persona se presenta como combatiente. El Šayj al Alawi envió a sus discípulos a la guerrilla contra la ocupación francesa de Argelia y a Abdul Karim Jattabi (discípulo suyo) contra las ocupaciones de los países coloniales en Marruecos.
Rumi, por su parte, influyó de manera notable en la formación del califato turco guiando a Uzman (hijo de Ertugrul Gazi) en sus batallas y conquistas. Uzman, el primer califa otomano (otomano procede de Uzman) fue discípulo de Ŷalaluddin Rumi según declaran las fuentes históricas turcas.
Sin extendernos mucho sobre la vida y obra del maestro diremos para terminar que sus obras más conocidas fueron:
El libro del interior (fihi-mâ-fihi) – Maznawi (La búsqueda del Absoluto) – Ruba’iyat – Mesnevi (150 cuentos) – Sol de lo real (libro de poemas místicos)
Y ahora pasamos a elegir y explicar de manera muy breve algunas de sus sentencias de Sabiduría que más nos han impresionado:
Trabaja en el mundo invisible tan duro como lo haces en el visible
Nuestro Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijo: “El hombre de Allâh es aquel que trabaja para este mundo como si siempre fuera a vivir en él, y para el otro como si fuera a morir mañana
Rumi nos está diciendo que trabajemos “en el otro mundo”, no “para el otro mundo”; consciente de que todos los mundos y universos se encuentran en el interior del hombre, aunque éste no los llegue a percibir sino es en contadas ocasiones.
Lo que buscas te está buscando a ti.
Toda búsqueda espiritual viene precedida de una Decisión divina previa. Es decir, el sabio nace sabio; lo es desde que nace por decisión Divina, y es en el transcurso de su vida que actualiza y hacer real dicha decisión; como dijo el Profeta:
A cada uno se le facilita aquello para lo que se encuentra destinado
Eleva tus palabras, no la voz; es la lluvia lo que hace crecer las flores, no los truenos
Las palabras elevadas proceden de espíritus elevados, que han llegado a tal estado por la práctica constante de la purificación y de la obediencia. Solamente aquél que se eleva del barro y se limpia de él puede pronunciar palabras y no emitir sonidos.
Sé una lámpara, un bote salvavidas o una escalera; ayuda a sanar el alma de alguien; sal de tu casa como un pastor.
Es una gran falta guardar la Ciencia para uno mismo. Ella ha de ser transmitida a aquél que es capaz de aprenderla. Hay que considerarlo como una limosna (sadaqa), pero también como una limosna legal (zakat); pues hemos de dar una parte de nuestro patrimonio a aquellos que lo necesitan.
La ignorancia es la prisión de Allâh; la sabiduría es el palacio de Allâh
De alguna manera, la verdadera Sabiduría no es de este mundo; ella es para este mundo; pero ella procede de un mundo sin fronteras, abierto y brillante como la luz solar. Quien no aprende Sabiduría es un ciego que camina por un mundo imaginario, a la par que recibe el impacto de las angustias e inseguridades que se amontonan sobre él y que le aprisionan en el mundo de los egos.
Funde la nieve. Lávate a ti mismo
Eres agua solidificada. Solidificada sí, por eso crees que eres nieve, cuando tu realidad es la del agua que tú mismo no eres capaz de ver. ¿Qué hacer contigo para que te des cuenta de tu propia realidad? Derretirte con el calor del fuego. Sin fuego no puedes ser tú.
Hay una fuente dentro de ti. No camines con un cubo vacío
No eres consciente de tu propio manantial, por eso el cubo que se te dio siempre está vacío. Es el sumum de la ignorancia poseer algo dentro de ti y no saber cómo disponer de ello. ¡Despierta de una vez!
La belleza nos rodea; pero muchas veces debemos de andar por un jardín para saberlo.
Las almas puras saben ver la Belleza, tanto en lo que consideran bueno como en lo malo. Es tu ignorancia que te hace ver el mal como tal. Si tu alma fuera realmente hermosa verías la Belleza en todo y tu corazón se calmaría.