Islam para ciegos
Abdul Karim Mullor
Islam para ciegos
Este título, el que a algunos pudiera parecer escandalizador, o cuando menos molesto, es de esperar que cuando leáis el contenido del escrito que encabeza os resulte más que justificado por lo acertado y adaptado a la realidad.
Pudiera parecer que nos encontramos ante un artículo de crítica periodística acerva. No obstante, os lo anticipo, se trata antes bien de la presentación de una realidad que se encuentra lejos de ser óptima y que incluso no bordea siquiera la línea que demarca todo cuanto pueda llegar a ser aceptable. Es la verdad la que es acerva, y no la palabras que la presentan.
Islam para ciegos es el título que viene como anillo al dedo a una situación escabrosa, a una realidad difícil de imaginar sino la viviéramos tan de cerca, ni fuera de tan actualidad.
Ciegos que enseñan a ciegos un lenguaje de signos acústicos que los sordos tienen suerte de no poder escuchar por lo feo de sus estridencias. Por no decir que se encuentran muy lejos de constituir una sintonía armoniosa y bien ejecutada donde cada instrumento encuentra su acoplo. Al contrario, nos encontramos ante un lenguaje feo, chirriante y altamente desagradable.
En España, todos sabéis que una de las acepciones que se les concedía a los ignorantes que se las daban de saber, era la de paletos. Pero esta palabra, no es que no nos parezca adecuada, sino que se nos antoja altamente vulgar para ser empleada en tan educado escrito.
Los inventores de este Islam para ciegos tienen suerte de que Don Ramón María del Valle Inclán no navegara en el barco de su época, o al menos no pululara por su país. Suerte tuvieron de que no era musulmán, ya que si lo fuera se habrían visto expuestos a esas famosas críticas suyas tan peculiares. Estoy seguro que si Don Francisco de Quevedo y Villegas hubiera vivido en esta época no hubieran salido bien parados en sus peculiares Sueños, en los que médicos, boticarios y aduladores de la Corte se encontraban cerca de los demonios.
Entremos en materia
Islam para ciegos no es un sistema de lectura al estilo del lenguaje Braidley. Se trata de ciegos que enseñan a ciegos a ser más ciegos que anteriormente eran. Un sistema que redobla la ceguera mediante un virus altamente contagioso y contaminante.
Curioso ¿verdad?
Lo sería sino lo estuviéramos viviendo día a día. Curioso sería si nuestros cerebros no hubieran sido atacados por sobresaltos difíciles de prever, así como por ataques a la Santa razón y a la lógica más elemental.
Una horda exaltada ha entrado por bandadas al pillaje de las buenas escuelas del Islam. Han destrozado el mobiliario, saqueado las bibliotecas; subido a los pupitres saltando como aquellos simios de ese planeta mal hallado.
Cual si de Carnaval se tratara se pusieron las orejeras de burro y se sentaron en la mesa del profesor, emitiendo señales acústicas poco recomendables de ser escuchadas para aquellos que deseen mantener sanos sus castos oídos. Tirabuzones, matasuegras y confetis hacían el resto.
Y es que, si como dice Allah en el Corán La voz más desagradable es la del asno, de lo que estamos hablando es de un concierto de sonidos guturales equinos, no caballares precisamente. Un concierto al que nadie sabría asistir de motus propio sino fuera sordo o le llevaran a la fuerza.
Un Islam de harames, de vidas, de shirkes, y de condenas eternas al fuego del Infierno. Ni tan siquiera un cuervo hubiera podido graznarlas todas de una sola vez. Ni tan siquiera el rucio más rucio de las cuadras pudo rebuznar tan feo y tan mal.
Lo que haría estremecerse a un niño inteligente, hoy convence al ciego. Solamente un ciego sabe cómo mantener en la ceguera a uno de sus congéneres, ya que comparten la misma enfermedad.
No solamente son los corazones los que están ciegos, como dice el Corán. Son asimismo las mentes, los actos y las palabras.
Han salido con sus peculiares, diríase gruñidos, exhalando feos gritos contra la celebración del Mawlid. Han ultrajado el honor de los musulmanes. Se pusieron de acuerdo para pintarrajear por las paredes con sus garabatos y sus feos dibujos de fuego, cenizas y barro.
Frente a estos los famosos punkis pasan por elegantes y educados.
Entraron con los zapatos manchados de toda clase de suciedad en las mezquitas y en las casas de los verdaderos creyentes. Gritando, gesticulando, alzando sus alaridos, gritando como posesos.
Ni son todos los que están; ni están todos los que son. En la casa de salud mental, se entiende.
Y luego nos llaman hermanos. Pues vaya desfachatez se gastan esos hermanos que quieren tomar a los musulmanes como primos y despojarles de su religión, de su razón y de su creencia.
Y cuando se les dice: creed como han creído los hombres. Dicen: ¿Es que vamos a creer como creen los necios? ¿No son ellos los necios sin saberlo? 2-13.
Esos son los que han cambiado la guía por el extravío: su negocio no prosperará y no están guiados 2-16.
Lo dicho: Islam para ciegos