Harun Rashid – Abu Nuwas y los burros
Abu Nuwas, apodo que hace referencia a las dos mechas de pelo que le caían sobre los hombros fue un poeta en la corte del controvertido califa abbasí Harun A-r-Rashid.
Apoyado por la familia Barmaki que después cayó en desgracia con el califa por haber amasado mucho poder, hubo de sufrir las consecuencias de dicha amistad pasando varias temporadas en prisión.
Cuenta la historia que fue un gran poeta, pero asimismo un hombre disoluto y bebedor, aunque esto último debemos tomarlo con reserva pues sabemos a ciencia cierta que el vino ha sido tomado en los poemas como un símbolo de un conocimiento de orden trascendente. Es decir, el vino utilizado en algunas poesías no era la bebida embriagante prohibida por el Islam sino aquel vino del Paraíso que sí será permitido para los fieles. Asimismo, aunque no lo sabemos a ciencia cierta, podría haberse tratado de un maydub, o loco de Allah, de aquellos que siempre han existido en tierras del Islam. Sea como sea poco importa para la anécdota que vamos a relatar a continuación.
En una ocasión el califa Harun Rashid le llamó y le hizo el siguiente encargo:
“Ve por todo el Iraq y confisca un burro de todo aquel hogar en donde mande la esposa sobre el esposo”.
Harun pensaba que eso le llevaría meses o años y que esto era una perfecta excusa para quitárselo de en medio una temporada.
Pero poco tardó Abu Nuwas en llegar, muy pocas semanas. Llegó y los guardianes de las puertas de las murallas de Bagdad se asustaron al ver una ingente cantidad de burros cuya vista llegaba hasta lo que se podía otear del horizonte.
Subió a ver al califa y le sugirió asomarse a la ventana. Harun al ver tal cantidad de burros no daba crédito. Viendo su asombro, Abu Nuwas con mucha guasa le dijo que era califa de un ejército de hombres amanerados y con poca personalidad, y que a consecuencia de esto eran las mujeres las que mandaban en todo el país.
A esto se presentó Sobeida, esposa del califa, mujer da armas tomar y de carácter nada fácil. Al verlos hablando preguntó con aire autoritario:
“¿Se puede saber de que andabais hablando tan en secreto los dos”?
Harun hizo a Abu Nuwas una señal para que callara llevándose el dedo a los labios; y entonces viendo Harun a su esposa en ese estado, dijo:
“Querida, todos estos burros que ves son una dádiva del pueblo al Tesoro público; muchos iraquíes los han ofrecido con generosidad”.
Una vez partida y satisfecha Sobeida, Harun miró a Abu Nuwas con cara de haber salido del paso. Pero este último le dijo:
“Tú, por ser el califa, y temer a tu mujer como la temes, me debes dos burros”.