Esta Vía que es la nuestra…
Assalamu ‘alaykum
Esta Vía, que es la nuestra, no está hecha para los duros de corazón; gentes insensibles al dolor ajeno, que van buscando los favores de acaudalados y poderosos. Gentes que generan o aplauden conflictos, gentes en cuyo interior no caben ni la compasión ni la piedad hacia el prójimo.
Al contrario, nuestra Vía está hecha, y da la bienvenida, a todo aquel de corazón Halîm (dulce), que se apiada y tiende la mano a todo aquel que lo necesita; que irradia luz y ayuda a todo su radio de alcance; que tiende la mano al oprimido, que se impresiona y se conmueve con el sufrimiento ajeno.
Dice nuestro guía y ejemplo, el Enviado de Allâh – sobre él la plegaria y la paz -:
Quien no tiene misericordia, no recibe misericordia.
Es con la Misericordia que el fuego se volverá fresco para ti, como lo hizo por Ibrâhîm – sobre él la paz -; es con la Misericordia que podrás ofrecer el rostro amable de la vida, la confianza necesitada por el afligido. Quiera Allâh que tu corazón sea tierno y que la Humanidad te importe; no sea que, enamorado de ti mismo cual Narciso, te olvides que te trajeron a este mundo con pena y trabajo, que fuiste criado y educado con sacrificio. Hoy, eres tú quien se ha de sacrificar; porque la “buena vida” es solamente solaz de aquellos cuyos corazones están vacíos y corren detrás de los placeres y de los intereses.
No llores de desconsuelo en un mundo donde tanta gente llora; no es hora de llorar, es hora de ofrecer consuelo. Lo que das a otros te vuelve a ti, si solamente supieras esto y tuvieras esta experiencia. El otro eres tú.
Si decimos que conducimos a la gente a la puerta del Misericordioso debemos enseñarles el camino; no les podemos fallar. No podemos pedir a nadie que nos atienda, pues esa es nuestra misión.
La mano que está arriba es mejor que la que está abajo.
Y con esto que aprendas, con esto que te enseñaremos, un día, Allâh lo quiera, serás la mano de arriba y darás el azaque de tu conocimiento y de tu bondad a aquellos que lo necesiten. Serás el barco que navega entre los dos mares, llevando a las gentes del uno al otro en seguridad.
Entonces serás como Sajnun que curaba los males ajenos por medio de la letra Nun. Cuando murió otros quisieron imitarle pero aquello no funcionaba, porque no era la Nun la que curaba, era la Nun de Sajnun.
Y si eres Sajnun lo mismo da que cures con la Nun que con la Ba, que con la Ha, que con la Ya, porque lo que cura está en ti; lo que emanará de ti será el néctar de un corazón henchido de Amor, pleno de Misericordia. Entonces serás realmente, mientras antes no eras.
En esta Vía que es la nuestra, no ofrecemos dinero, no predicamos ilusiones. Trabajamos, sufrimos, construimos, reformamos, subimos, observamos, vivmos y damos vida a los corazones muertos.
En esta Vía que es la nuestra somos vendedores de perfumes raros, no vendedores de reliquias ni de fósiles. Llevamos el almizcle en nuestras alforjas, todo aquello que es bello y útil; obtenido con lo más honrado de los negocios en los que todos salimos ganando, enriqueciendo nuestros corazones con luz y más luz. Solamente comerciamos con cosas buenas, con artículos de excelente reputación. Somos la caravana gobernada por el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – que pasa por el desierto de la vida buscando almas; que se para y pernocta en las estaciones más seguras; en los oasis de agua fresca y cristalina, donde las esbeltas palmeras nos abrigan del Sol.
Admiramos al Enviado como la multitud admira a los que consiguen proezas, y más. Nos encontramos con él, allá donde esté, siempre estamos con él; somos su cohorte, sus seguidores fieles y seguros; sus aliados más estrechos; sus portavoces en este mundo henchido de ruidos y de palabras huecas.
Vivimos y pasamos, ofreciendo cual escanciadores el agua pura, fresca y cristalina de la Fuente primordial, de la cual emana todo agua de conocimiento. Tenemos las vasijas adecuadas, sabemos dónde está la fuente; ahora solamente queda la gente que tenga sed y que sepa valorar un líquido sin mácula.
Esta Vía que es la nuestra es la Vía del Amor, el pasaje de las almas felices a su fuente original. Quien está con nosotros nos enriquece; quien no está no mengua nuestra realidad; quien nos acompaña realiza que no exigimos nada que él no pueda exigirse a sí mismo; que somos compañeros y que compartimos las alegrías y penas del camino.
No tenemos otra cosa que ofrecerte que la Verdad. Si eso te hace feliz…