Ese angelito llamado Rayan

Para nuestro angelito

Lo que no ha podido hacer gobierno alguno, ni autoridad cual sea de este mundo, ni sabio reputado, ni experto confirmado, ni bellos discursos, lo ha conseguido un niño; sí, un niñito de 5 años; un angelito inocente y bueno que hubo de caer en un pozo para hacer comprender a los seres humanos el pozo profundo en el que ha caído la Humanidad; un pozo desesperante, oscuro, en el que la luz no puede entrar debido a su profundidad abismal.

Un niño, grande, porque con su pequeño cuerpo y joven alma llamó a rebato a la Humanidad. Los dormidos despertaron, los descuidados prestaron atención, los tacaños más acérrimos se volvieron generosos, de golpe; todos a una. Testimonio este de lo que le Humanidad es capaz de hacer, adonde es capaz de llegar, cuando es eso, cuando es humana.

Unas imágenes conmovedoras ver a gente animando, ayudando, algunos con su sola presencia, diciendo: “Heme aquí ante Ti Oh Allâh”. Todo un país, todas les personas en el mundo en las que queda Humanidad esperando a ser despertadas de su profundo letargo.

Gracias Rayan, gracias angelito nuestro, gracias, porque con tu inocencia has abierto nuestros corazones; nos has hecho tomar consciencia. Ahora Šawen ya no es conocida por otra cosa que por reunir a los seres humanos. Tus padres lloran tu pérdida, pero nosotros también; porque somos tus tíos, tus ˤammu que esperan que estés volando por ese Paraíso tan hermoso que te corresponde, tan hermoso como tú. Ahora, eres tú nuestra bandera, la de la Humanidad; la de la Generosidad.

Ahora la enseña que pende de los balcones, de los postes de las plazas, de las terrazas y de los egregios edificios, es la tuya. Una bandera verde de esperanza, al ver como un diminuto zagal ha conmovido los corazones de tantos y tantos. Un testimonio de que la Humanidad es grande si ella lo quiere.

Ahora Rayan es un héroe, un héroe de verdad, un campeón, un grande entre los grandes.