En homenaje a Jadicha Candela
“Toda oscuridad del mundo no puede apagar la luz de una candela”.
SU ÚNICO SEÑOR
¿Diréis que está loca sólo
porque afirma que Allah es su único Señor
y porque afirma que sigue a Su enviado?
¿Es que no razonáis?
¡Espera! Nosotros también esperamos.
(Jadicha Candela )
Nos llega la triste noticia del fallecimiento de nuestra hermana Jadicha Candela, que Allah la tenga en Su regazo. Los que tuvimos el inmenso privilegio de conocerla y tratarla en esta vida agradecemos a Dios por tamaño regalo. Su vida y su persona fueron siempre para nosotros un modelo de apasionada devoción hacia su Creador y un ejemplo de amor a cuantos le rodeaban, su compromiso con la verdad y con la justicia, innegociable; su hospitalidad generosa y exquisita, su proceder excelente, sus palabras siempre sabias y discretas. Mandamos desde aquí nuestro más sentido pésame a su familia, a su esposo, a su hija y a sus amigos y hermanos y rogamos al Misericordioso que la acoja en su Jardín de la Dicha, en la mejor de las compañías.
Publicamos aquí unos breves extractos de sus obras que se pueden leer en http://www.an-nisa.es/1-biblioteca-libros.htm
EL DIOS ÚNICO
Ves a Dios, Dios se te revela, cuando, por un misterio que solo es susceptible de interpretación simbólica, el núcleo de identidad del yo experimenta su mismidad como trascendente; cuando, por ese misterio, acaeció que me experimenté ante lo divino, acepté sinceramente seguir lo que aquel encuentro reveló para mí: mi esencia como creyente, sujeta a un orden de conciencia superior que conocía todas las claves de lo que podría llegar a ser, lo que realmente era. Mi experiencia de Dios me hizo buscar una forma de actuación externa que fuera idónea para desarrollar la visión de mí misma. Entonces Allah me reveló la vía del autoconocimiento como la más cercana a mi propia historia, y como la más adecuada para llegar a cumplir mi diseño en la forma externa. Tal vía, tradicional de mis remotos antepasados, es el Islam. El Islam es el reconocimiento de un único principio de conciencia que los árabes llaman Él, y que yo, que no conozco otro nombre, nombro como Allah. Tal es el principio de la aceptación: el hombre -el alma humana y el cuerpo humano- puede autoconocerse y colaborar en su propia evolución, concordando con los planes generales de la creación. Y también que ese proceso de autotransformación ha tenido un artífice práctico que es el profeta Muhammad. Este es el segundo paso de la aceptación, que consiste en tomar esa experiencia como modelo y realizar su adaptación personal al creyente individualizado y concreto, a través de la vida común. Para seguir este pacto de creyente musulmana, he tenido que hacer frente a los fallos y errores políticos que ha sufrido la transmisión del mensaje y la transmisión del modelo práctico o mensajero.
SUFISMO
La puerta primera que atravesé en la búsqueda de estos datos vitales para mí, fue la del sufismo. Los sufíes constituyen la élite de los buscadores, y están integrados en tariqas -órdenes religiosas- .La tradición sufí está basada en la entrega ferviente del adepto a su autoconocimiento integral, corporal-afectivo-espiritual y a la práctica de los parámetros personales descubiertos a través de la ley externa o shari’a. Esta ley externa radica en el Corán. El Corán es una tradición oral, que contiene el mensaje, o contenido del pacto entre el Dios y el creyente musulmán. En realidad esta puerta es accesible a todos aquellos que están intelectualmente cualificados -gente que razona-. Si hay beneficios reservados a una élite, es resultado de un método de enseñanza que se distribuye según las capacidades de asimilación reales de cada uno. Su calificación de “vía esotérica del Islam” debería entenderse como de verdaderamente iniciática, pues exige la involucración personal y práctica del aprendiz. Este método difiere profundamente, en todas sus modalidades, de la “instrucción profana” o instrucción ortodoxa actual, basada en instrucciones teóricas generales y abstractas que no necesitan la individuación práctica para su transmisión. Por ello, el Islam realiza la transmisión oral de sus textos, a pesar de conservarlos por escrito, por razones muy profundas, puesto que no solo se tienen que transmitir palabras sino que, ante todo, el método islámico asegura la participación efectiva de cada individuo en la tradición, ya que el objeto del mensaje es la realización del sí mismo, y la consciente participación voluntaria en su proceso de autorrealización.
Jadicha Candela