El Sufismo verdadero, el gran enemigo de las sectas
La paz sobre vosotros
Primeramente, y para despejar dudas, antes de desarrollar este tema, he de decir que bajo el paraguas del término “Sufismo”, en esta época se han protegido sectas de corte masón y de apariencia islámica, de quienes, inspeccionando bien, podemos constatar que no se encuentran amparados por lo que significa en realidad ser “islámicas”; es decir, no se encuentran bajo el amparo del Islam.
Ahora bien, esto no sucede únicamente en el Sufismo, sino que ocurre otro tal en el movimiento comenzado por Muḥammad Ibn ˤAbdi-l-Wahhab en Arabia, y posteriormente por Nasruddin Albani, y los comenzados por Hassan al Banna en Egipto y por el Tabligh en Pakistán. Estos últimos, por ser asimismo de corte masónico, tampoco se encuentran amparados por el Islam.
Pero vayamos a la falsificación y adulteración de las que ha sido objeto el Sufismo; porque ella no ha quedado únicamente en la formación de grupos de corte masón, sino que es necesario clarificar el hecho de que tariqats bien conocidas, tradicionalmente bien guiadas, han degenerado convirtiéndose en grupos de influencia política en tal o cual país, cuando no en micro gobiernos en los que el mando pasa de padres a hijos, como si de reyes se tratara.
Ahora vayamos de nuevo a las sectas de apariencia musulmana y analicemos porqué ellas desde un principio han odiado a muerte al Sufismo, no al actual, sino al Sufismo verdadero.
Cuando Muḥammad Ibn ˤAbdi-l-Wahhab comenzó su movimiento herético bajo el auspicio de la Commonwealth, el cual fue calificado por el Profeta Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – fuera del Islam, como lo estaban los Add con el profeta Hud – sobre él la paz – como podemos observar en estos hadices:
cayó en la cuenta de que los únicos que le podrían rebatir con la doctrina del Islam en la mano, además de su padre y su hermano, que ya lo hicieron en primer lugar, eran los sufís. Por esto, y por otros motivos, este nuevo Daŷŷal se alió con la familia Saˤud, tribu de ascendencia militar, a fin de asesinar a todos aquellos que se opusieran a su doctrina satánica. Sobre y ante todo, había que asesinar a los sufís, para que una vez muertos ya no pudieran contestarle, vertiendo sobre ellos, una vez hecho el “trabajo”, las más groseras y chabacanas de las calumnias.
En Egipto, Inglaterra abrió una oficina para que se inscribieran todas las falsas tariqas de corte masón a fin de, poco a poco, irse deshaciendo del verdadero Sufismo que hasta entonces estaba representado por las cofradías Šadilís, cofradías estas que atizaban a la población a la rebelión frente al colonialismo mediante la guerrilla. En esa oficina se inscribieron los Hermanos Musulmanes encabezados por el cliente de Inglaterra Ḥassan al Banna (Banna significa masón). Asimismo en ella lo hizo Salama Radi, quien, junto con su yerno y discípulo Réné Guénon, se ocuparon de extender la doctrina masónica llamada Perennialismo desde el Cairo.
Mustafa Kemal Ataturk lo primero que hizo para poder laicizar Turquía fue asesinar a los sufís. No a tanto llegó Badiuzzaman Said Nursi quien con su “Risalat a-n-Nur” puso a las cofradías al nivel de su guía para ciegos. Sin negarlas, las rebajaba al nivel de sus elucubraciones, lo cual era una acción que continuaba la obra de Ataturk aparentando contestarla.
¿Qué tiene entonces el Sufismo que fue siempre el gran enemigo de las sectas? La respuesta es simple: el Sufismo en aquella época representaba el Gran Saber Islámico. Un saber representado en todas las ciencias, no solamente el Tasawwuf, al que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – llamó “Ciencia del Interior” como veremos en los siguientes hadices, sino que el Sufismo dominaba todas las ciencias del Fiqh, además de la Filosofía, el Hadiz, es decir: todo el saber islámico al completo.
“La ciencia del interior (ilmu-l-batin) es uno de los secretos de Allâh y depende de Su decisión: El escoge libremente los corazones a quienes la confía” Suŷuti y Daylami (Kanz al-Ummal – 29458).
Y aún:
“Existen dos ciencias; una de ellas reside en el corazón, y esta es la ciencia útil; la otra se limita a los discursos; este es el argumento que Allâh opondrá al hombre. Darimi, Abu Nu’aym, Ibn Abi Shayba y al-Hakim (Kanz 28945 y 28946)
Si ya, como hemos visto, el mismo profeta ponía en honor a los que seguían la Ciencia del Interior, que después pasó a llamarse Sufismo o Tasawwuf, él mismo manifestó que las sectas que comenzaron en el corazón de Arabia Saudita, en la región llamada Naŷŷd, estaban totalmente fuera del amparo del Islam. No olvidemos que dijo: “saldrán del Islâm con la misma facilidad que la flecha lo hace del arco”.
No olvidemos asimismo que el enemigo del Imâm Mahdi, llamado Sufyani será un árabe saudita de la tribu de Kalb, de la región del Najd, de la que han nacido todos los impostores de la historia del Islâm.
Es así como, históricamente, se comenzó a calumniar el Sufismo, y como se vio que ni con esto, ni con asesinar a los miembros de las cofradías se le podía vencer, se comenzó a crear falsas tariqats sufís para que sirvieran a extender, al igual que el wahabismo, salafismo, tabligh y Hermanos musulmanes, la religión del Daŷŷal, o del diablo, como queramos llamarla. Y en esta formación, a fe que han colaborado wahhabitas, salafistas, hermanos musulmanes y tabligh.
Ello no quiere decir, clarifiquemos esto, que se haya acabado con el Sufismo verdadero, que es practicado por gentes como los que aquí os escriben; eso significa más bien que el Sufismo se ha vuelto un extraño, al igual que es un extraño la verdadera práctica del Islam, tal y como lo dijo el Profeta cuando hablaba de estos tiempos, que son los últimos, y que preceden la llegada del Mahdi al Muntadar, quien será enviado por Allâh para renovar la doctrina y práctica de la religión del Islam.
¡Oh Allâh! Esperar al Mehdi es adoración. Te pedimos entonces que lo envíes a Tu Umma desamparada y que nos hagas de sus auxiliadores en el Camino Recto, camino de aquellos a quienes Tú has favorecido. Tú eres Bueno y Solícito, nosotros somos Tus siervos necesitados y débiles. Necesitamos de Ti y de Tus favores. ¡O Amado entre los amados!