El Sol, la Luna y las estrellas
La paz sobre vosotros
Volvemos de nuevo a la simbología islámica basada en la Astronomía prestando atención a de qué manera el Sol y la Luna, incluso las estrellas, han sido tratadas en el Corán y en las tradiciones proféticas. A primera vista vemos que no existe una concepción simbólica de estos astros que sea fija o que se encuentre establecida en parámetros inamovibles. Al contrario, el Sol y la Luna son tratados de manera diferente dependiendo a qué o a quiénes se refieran. Esto lo vemos fácilmente en la Surat 12 – Yussuf – en la que, según la palabra de Allâh: el Sol, la Luna y las estrellas se inclinan en reverencia de respeto ante el profeta Yussuf – sobre él la paz – reconociendo la superioridad de su estado y sabiduría con respecto a sayyidinâ Yaˤqub, la esposa y los hijos de éste:
Cuando Yussuf dijo a su padre: ¡Padre mío! He visto once estrellas, al sol y a la luna; y los he visto postrados ante mí.
Dijo: ¡Hijo mío! No cuentes tu visión a tus hermanos porque si lo haces tramarán algo contra ti, verdaderamente el Šaytán es un claro enemigo para el hombre (12-5 y 6)
Aquí Yaˤqub y su esposa son tratados como el sol y la luna, mientras que los hermanos de Yussuf son significados como siendo estrellas.
Las características comunes de los astros en este caso es que sirven como luz y como guía. El sol, durante la mitad del día, da luz y calor a la tierra; la luna sustituye al sol en buena parte de las noches del año, y las estrellas son una guía con respecto a la posición que ocupan en el cielo; una guía para viajantes a fin de que no extravíen del camino.
En la Surat Šams (el Sol) Allâh jura por el Sol y hace seguir este y los siguientes juramentos con el tratamiento que se da al alma, es decir, o bien se purifica o bien al contrario se llena de impureza. Un atisbo del simbolismo solar como astro dador de luz se puede adivinar en esta Surat, teniendo siempre en cuenta que la luz del Sol hace referencia a la luz que recibe de Allâh, pues Él es “La luz de los cielos y de la tierra”.
¡Por el sol y su claridad matinal!
¡Por la luna cuando lo sigue!
¡Por el día cuando lo descubre!
¡Por la noche cuando lo cubre!
¡Por el cielo y cómo fue edificado!
¡Por la tierra y cómo fue extendida!
¡Por un alma y Quien la modeló!
Y le infundió su rebeldía y su obediencia
Que habrá triunfado el que la purifique
Si retornamos a las Surat Yussuf podemos ver que el simbolismo que se le da al sol es probablemente inferior que al que se le da en la Surat Šams. Pero esto es solamente una impresión aparente, ya que en esta Surat Allâh jura por el sol y no lo hace símbolo de purificación sino es indirectamente mediante dicho juramento, aunque hay que decir que la relación entre el astro y el alma es fijada por él.
No hemos de olvidar que en la Surat Yussuf el sol se inclinaba ante Yussuf reconociendo su superioridad. Es así que la figura del profeta hijo de Yaˤqub es puesta como estando por encima del significado del Sol que era su padre. Y, sin embargo, el Corán no nos provee de información sobre qué elemento de la Creación podría indicar a Yussuf en esa circunstancia. El Conocimiento, como lo podemos ver en otras aleyas y hadices, es luz; es así entonces que la superioridad de Yussuf sobre sus padres y hermanos es a causa del Conocimiento que el poseía que era superior al de ellos. Es en este caso que el Sol es puesto como símbolo secundario, estando limitado a una entidad superior que, sin ser Allâh, le dota de luz.
Allâh no juega con los símbolos, esto debemos tenerlo presente; así que aquí tenemos una buena referencia para ahondar en el mundo de la Sabiduría: preguntarnos y descubrir cuál es esa fuente de luz superior al sol, que sin ser la luz de Allâh ilumina los astros uno por uno. En este caso es Yussuf, ahora bien, en otros escritos descubriremos como esa fuente luminosa superior, no solamente al sol, sino a la de Yussuf, no es otra que nuestro profeta Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz -.
Vemos en un hadiz que se nos anima a seguir a los saḥaba del profeta Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – pues ellos son como las estrellas en el firmamento; a cualquiera de ellos que sigamos estaremos bien guiados. Estas estrellas son inconmensurablemente mejores y más luminosas que los hijos del profeta Yaˤqub – sobre él la paz – ya que ellos tomaron su luz de la de Muḥammad. Esto demuestra de nuevo que los astros son tomados como símbolos de diferente importancia según el contexto en el que nos refiramos a ellos.
El profeta Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – es llamado en sucesivas veces “Luna”: Luna de perfección, Luna llena, etc. En este contexto es tomado así porque su luz es tomada de la luz de Allâh al igual que la luna como astro refleja la luz del sol. Esta es nuevamente otra muestra de cómo según el contexto, los astros como portadores de luz y guía son tomados de diferentes maneras.
Penetrando en la naturaleza del Ser humano podemos decir que el sol interior, el cual le da vida, luz y calor es el corazón, siendo la luna el cerebro, y las estrellas las decisiones y los actos luminosos que derivan de la guía de ambos. Dijimos, y volvemos a recordar, que el Ser humano es un compendio de la creación de Allâh, y que en su interior se encuentran los vestigios no desarrollados de toda ella. Cuando estos vestigios trabajan y se actualizan el Ser humano alcanza su esplendor y es de aquello que nacen los profetas, los rectos, los piadosos, los hombres de luz y las gentes del recuerdo.
Y es que los Dones de Allâh no están para ser desperdiciados sino aprovechados en gratitud a la oportunidad que se nos brinda con ellos de ser un Ser humano completo con sus facultades al completo trabajando para el Creador, el Mundo y la Religión.
Y Allâh es más sabio.