El océano y el mar – Las dos ciencias
A-s-salamu ‘alaykum – La paz sobre vosotros
Abu Ḥamid Gazali, habiendo enseñado la Jurisprudencia y las ciencias islámicas en la universidad durante decenios, diose cuenta un día que algo faltaba en su religión. Esta exigencia interna se hizo cada vez más presente en él, hasta que llegó el momento de abandonarlo todo para buscar la verdadera sabiduría. Para ello abandonó su casa, dejando los medios de vida para su familia, hasta que al cabo del tiempo retornó revestido de una Sabiduría inmortal, la cual le hizo contemplar el mundo y lo que antes aprendió con una mirada penetrante y universal. Deploró el tiempo perdido, y escribió joyas que traspasaron los límites del tiempo hasta llegar incólumes a nuestros días.
Ibn ˤArabi (el revivificador de la religión) vivió la misma experiencia en sentido inverso. El comenzó teniendo revelaciones, ya de pequeño, y eso le hizo con el tiempo llegar a ser un gran doctor de la religión y de la jurisprudencia, las cuales acometió desde una perspectiva elevada y superior ; tanto que en oriente fue más reputado como ˤalim que como maestro sufí, siendo ambas cosas a la vez.
Ibn Rušd se quedó a mitad de camino. Su puesto de Qadi en Sevilla seguramente limitó los vuelos de su alma hacia el Universo de la verdadera sabiduría. No obstante, su mérito estriba en, siendo qadi, traspasar los límites del conocimiento legal para adentrarse en el filosófico, mundo este intermedio entre la Cienca exterior y la superior. Sus tratados y comentarios sobre la obra de Aristóteles así lo demuestran, y hubo de pagar por ello de manos de Mansur el jalifa almohade de Sevilla, hombre este apegado al poder, orgulloso y duro.
El que aquí escribe siguió un camino no trazado. Las circunstancias se impusieron en mi camino desde el momento en el que comprendí que el Islam era la religión verdadera. En Enero de 1979 hice šahada y en Septiembre del mismo año recibí el vinculamiento sufí a la Tariqa Alawiya.
Por necesidad perentoria hube de aprender a la vez el Sufismo, el hadiz, la jurisprudencia y lo necesario de la religión para poder practicar y enseñar a los que fueron viniendo. Y si bien, Gazali comprendió lo inútil de dedicar todas las fuerzas y toda la vida a las ciencias externas del Islam ; yo hube de entenderlo desde el día primero ; pues teniendo ocasión de comparar lo uno con lo otro hube de ver la grand diferencia entra ambas ciencias y experimentar como la Ciencia del Sufismo daba una luz diferente a las de la Jurisprudencia, el Hadiz y el Corán.
Trabajaba todo el día para ganarme la vida dedicando asimismo dos o tres horas a la lectura y otras dos o tres a los deberes religiosos y a la invocación de la Unidad de Allâh, el Istigfar y el salat ˤala-n-nabi. Hube de aprenderlo todo sí o sí, hube de navegar por los mares del conocimiento y la práctica luminosa.
Las noticias, las enseñanzas de la religión tomaron cuerpo en mí en forma de revelaciones precedidas de visiones en estado de sueño, a las que no prestaba mucha importancia hasta que supe por los hadices que se trataban de la 46ava parte de la profecía y que el propio profeta – sobre él la plegaria y la paz – les dio una importancia capital. Seguí a mis maestros, no sin antes haber descubierto que su medio de vida era honesto y que eran hombres de sabiduría e integridad. Llegué hasta el lugar, la montaña desde la que os escribo precedido de un sueño en la que ví al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – predicando en esta misma montaña. Es aquí donde vivimos mi maestro y yo ; es aquí donde me trajo la santa emigración, dejando un trabajo extraordinariamente remunerado para dedicar mi vida a Allâh por entero. Pasé miserias, trabajé de nuevo, y mucho, y comprendí que para saber que Allâh es el Razzaq, el Sustentador, es necesario quedarse sin nada a fin de que El venga al rescate.
Cuando comprendí que debía implicarme más en las ciencias del hadiz, de la jurisprudencia y del saber externo para poder enseñar a otros me llevé una sorpresa extraordinaria : estas ciencias eran cosa de niños en comparación a lo que ya había aprendido. Estas ciencias están muertas sino hay un conocimiento superior que las de luz. Y entonces comprendí a Abu Hamid Gazali y su retiro hasta alcanzar la Sabiduría. Las ciencias del Fiqh son necesarias para que exista una práctica religiosa correcta, eso es cierto ; son necesarias para que la sociedad no se corrompa, para dar a todos sus derechos y procurarles justicia, que no es poco. Pero todas estas ciencias sin una luz superior que las refresque y las explique pueden llegar a ser como el agua estancada la cual termina por no ser apta al consumo humano ; solamente los animales pueden beberla.
Cuando alcé los ojos de estos estudios me dí cuenta, sin pretenderlo antes, de lo pobre de la prédica islámica a nivel mundial. Supe que podría hacer frente a cualquier sabio o predicador, pues el alcance de su ciencia se limitaba a cuatro aspectos fundamentales, mientras yo, sin darme cuenta durante mis cuarenta años de estudio los había dejado atrás. Había estudiado en la fuente de la Vida, de la Inmortalidad, de la Verdad, y fue Allâh quien me llevó a ello una etapa tras otra. Entonces realicé la verdad de las palabras de mi maestro que dijo:
Lo que aprendes aquí puede que lo encuentres en el mundo en algún sitio aislado al mismo nivel, pero más de lo que aprendiste aquí no lo encontrarás.
Y así es. Y así lo pude y lo puedo verificar día a día.
Girar, dar vueltas, y volver una y otra vez sobre las ciencias del exterior es ser como las aves de corral que picotean una y otra vez para alimentarse. Hacer de ello la fuente del saber y de la verdad es uno de los errores más burdos que puede cometer un creyente. Pues esta ciencia no cambia el corazón del ser humano, prueba definitiva de su debilidad y limitación, mientras que existe una sabiduría que convierte el alma llena de suciedad en oro reluciente, aceptable y aceptada por su Señor.
Dijo el Šayj Al ˤAlawi – que Allâh santifique su secreto – :
« Todas las prácticas de la religión y lo que hay en ellas como saber y utilidad no han sido reveladas sino para servir al Recuerdo de Allâh ».
¿Acaso no es con el recuerdo de Allah que se sosiegan los corazones? [Corán 13:28]
Recordadme y os recordaré (2-152)
y glorifica con alabanzas a tu Señor por la tarde y al amanecer
Corán (40.55)
a los hombres y mujeres que recuerdan mucho a Allah, Allah les ha preparado un perdón y una enorme recompensa.” (33-35)
Abdul Karim Mullor