El Nafs se apoya en su zona de confort.

El Nafs se apoya en su zona de confort.

Dice el hadiz:

Man ˤarafa nafsahu ˤarafa rabbahu – Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor”.

Pocos reflexionan en un aspecto de este hadiz que es el siguiente: se dice que conoce a su Señor; pero no se dice que conoce a Allâh.

Esto ocurre porque la ‘uluhiyya (la Personalidad divina) no puede ser conocida sino es por Allâh Mismo. Mientras la Rabbaniyya (Señoreidad Divina), que es la manifestación de la Uluhiyya que entra en contacto con la creación, sí puede ser conocida. De ahí este hadiz qudsi que dice textualmente:

Yo era un tesoro oculto y quise ser conocido; para ello creé la creación.

Los que conocen su Nafs, saben que ella se parapeta tras su zona de confort. Hay almas cuya aspiración es realizar algunos actos de adoración, sin aspirar a más, y hacen de su actitud una zona de confort. Si alguien les aconsejar mejorar, se molestan de tal manera que no se puede razonar amistosamente con ellos. Otros llegan más lejos, intentando demostrar que es esa la actitud que se debe tomar y que nadie sabría hacer mejor que lo que ellos hacen.

Estas personas son proclives a ser engañadas, pues ellos nunca emprenderían nada que les exigiera esfuerzo y le molestara, en su búsqueda de una comodidad que tenga los tintes de “sagrada”. Estos se buscan maestros a los que siga mucha gente, pues ellos no podrían aguantar el tirón de verse enseñados por un verdadero maestro. Esto exigiría unos enormes sacrificios que ellos no son capaces de asumir. Claro que no es el verdadero maestro quien les exigiría dichos sacrificios, sino que es Allâh Quien lo hace pues Él quiere que quien se acerque a Él y quiera conocerle como Señor se desprenda de absolutamente todo. Y el nafs que busca su zona de confort no puede soportar una tal exigencia. Ella prefiere negar que exista algo mejor que lo que ha decidido seguir, pues así se auto exime de la responsabilidad de seguir la Verdad.

Lo grave de su distracción, lasitud y falta de coraje les convierte en el blanco de las mentiras de esos que se hacen pasar por maestros. Esos que dicen que son los sultanes de los awliya; o que el Espíritu tiene defectos; a que Fulano fue el sello de la santidad; o que hay que ir a los toros con traje y corbata para desapegarse del nafs; o que hay que contactar con el maestro para que él te ponga en contacto con Allâh; o que al estar en tal grupo o tariqa formas parte de la élite, y, por arte de birlibirloque se te perdonan los pecados.

Si hubiera “chollos” en el mundo del espíritu todo eso sería “la liquidación total”.

 ¡Pero no! El mundo del espíritu, el mundo del Conocimiento de Rabbi; el mundo de la Amana, exige un sacrificio muchísimo más profundo. Exige una renuncia a uno mismo, a su propia voluntad, a su propia zona de confort, para acercarse a Allâh.

Cada uno tiene para lo que trabaja. Allâh es Justo. Nadie puede llegar sin trabajar y llevarse las Gracias de Allâh de una sola vez. ¡No! Allâh le pone a prueba jalonando Su camino de esos falsos maestros, o al menos dejando que el chaytan lo haga, para evaluar el interés, el coraje, la dedicación y la entrega de aquellos que dicen querer acercarse a Él.

Si ellos trabajan con denuedo descubrirán la trampa y Allâh se hará cargo de ellos en su camino. Si no muestran el interés necesario y la sinceridad suficiente, Allâh los dejará en su extravío, pues no supieron renunciar a su zona de confort. No supieron renunciar a los vítores, palmaditas en la espalda, gracias por los servicios prestados que sus colegas y falsos maestros les dirigirán, haciéndoles creer que son alguien especial porque siguen a un maestro de pedigríes ancestrales.

Por experiencia puedo decir que a muchos de estos no les puedes decir nada sin que se muestren agresivos. Parece ser que aquellos que contestamos a los que engañan a las gentes somos una molestia para la zona de confort de su Nafs, que sin dar nada, ya quiere ser “la mejor”; “especial”; parte de la élite” y… ¿quién da más?…

 Huyen de la Verdad como el mastín huye del palo del hombre. Son como aquél quien, pillo él, dijo al pastor que si le vendía un cordero con la condición que le dejara elegirlo durante la noche siendo el primero que tomara. El pastor accedió. El pillo llegó a la noche intentando llevarse el ejemplar más grande del rebaño. Lo tomó, y ¡Cuál no sería su sorpresa cuando realizó que lo que escogió en la oscuridad fue el gran perro del pastor!