El miedo en el corazón y las fatwas de chirigota

Assalamu alaykum – La Paz sobre vosotros

No sé muy bien desde cuándo se ha incluído en las jutbas (sermones) de los viernes un hadiz que podemos encontrar en Tirmidi y otros que dice:

Toda innovación es un desvío, y todo desvió nos lleva al fuego

En toda evidencia este hadiz es auténtico; ni nosotros ni nadie lo puede negar. Sin embargo, en otro hadiz que podemos encontrar entre otros en Muslim y Kanz al Ummal, podemos leer estas palabras:

Quien introduzca en la religión una buena costumbre (sunna) será recompensado por ella y recibirá la suma de todas las recompensas de quienes la hayan seguido hasta el día del Juicio.

¿Cuál es entonces, a la vista de estos dos hadices, la finalidad de introducir el primero solamente en la apertura de una jutba? A primera vista parece, sin tener necesidad de hacer un alarde en materia de investigación, podemos concebir que, ya en las jutbas se está condicionando a las gentes a que tengan, no temor de Allah, que al fin y al cabo es saludable, sino miedo; un miedo que se utilizará posteriormente para domesticarles adecuadamente inculcando que todo, absolutamente todo, es innovación, cuando no Haram.

Efectivamente, los adalides de ese miedo siempre utilizan hadices o aleyas sacadas de contexto, presentadas aisladamente para conseguir un fin predeterminado. Y sacar conclusiones de un hadiz sin atender a los otros que hablan del mismo asunto, es, sin duda alguna, una de esas innovaciones dañinas de las que habla el primer hadiz.

Podemos comprobar fácilmente si hacemos la lectura conjunta de los dos hadices que hay dos clases de nuevas costumbres en el Islam:

Una de ellas es la innovación dañina, que es reprobada y nos puede llevar a la perdición. Y un ejemplo de esto es la utilización de uno de los hadices sin el otro; de tal manera que quien denuncia la innovación de esta solapada manera está cayendo en ella.

La otra es la buena, y ejemplos de ella hay a centenares:

EL Tarawih; las escuelas jurídicas, la Gramática árabe; la recopilación de los hadices, y otras que siempre han ayudado a los musulmanes en las múltiples facetas de sus vidas.

El otro día me comentaba un amigo que en un sitio web conocido se daban fatwas de hasta como tomar la cuchara para comer la sopa. Probablemente no haya una fatwa de esto, pero sí de cosas equivalentes; tan livianas y faltas de sentido que daba risa leerlas. Es el caso de la web Islam qa en la que se dan fatwas tan absurdas como si es lícito una mujer que va a ser vista por primera vez por el pretendiente ponerse algo de maquillaje para la ocasión.

Hace pocos años un nada afortunado predicador de Melilla acusaba de adulterio a toda mujer que se perfumara, cambiando arteramente, de mala manera, el significado de un hadiz; es decir, cambiando el hadiz.

Si este es el Islam que se ha de practicar; si este es el Islam que gente como esa predica, entonces es que estamos en una decadencia intelectual y moral como nunca se dio antes en la Historia del Islam.

Si sentencias vacías como esta es lo que buscan los nuevos musulmanes entonces es que hemos llegado a tocar fondo. Yo comprendo que para poder mirar a los cielos haya que tener los pies en la tierra, y para eso está la Ley religiosa; pero preocuparse de asuntos como esos, dejadme deciros, no es estar con los pies sobre la tierra, sino estar llenos de fango hasta las cinturas. Estas fatwas de chirigota campean a los cuatro vientos y hacen la delicia de jóvenes musulmanes, que en lugar de buscar con ilusión las bondades y bellezas que existen en el estudio de las ciencias del Islam, son ya amargados a su edad, y amargan la vida de los otros. Que Allah nos asista y nos preserve de algo tal.

Allah ama para nosotros lo fácil dice el Corán. Y lo fácil es cumplir con lo establecido en la Ley religiosa sin buscar miserias; ya que el Profeta – sobre él la plegaria y la paz –  nos dijo que el peor de los musulmanes es el que hacía demasiadas preguntas sobre el estatus jurídico de tal o cual cosa.

Pero hoy no dejamos de oír chiquilladas como estas:

No hagas eso que es bida’; cuidado que eso es Haram; etc. Y se dice como si se estuviera en el patio de un colegio. En sus bocas no hay otra cosa que palabras negativas: bida’, Haram, desvío, Infierno, idolatría, y otras perlas de cuyo nombre no me quiero acordar. Y hablan de eso porque es lo que habita en sus corazones: lo negro, lo malo, lo negativo.

El verdadero creyente anda con los pies en el suelo, cumpliendo lo establecido, pero no mira hacia abajo para ver cómo marchan sus pies, que eso ya lo hacen solos, sino hacia el cielo, buscando los beneficios y las bondades de su Señor, bondades que Él les ha prometido por su dedicación y lo blanco de sus corazones. Como sus corazones son blancos no piensan sino en el bien, apartándose del mal a una distancia superior que la que hay entre los cielos y la tierra. Temen a Allah, por supuesto, pero también tienen una confianza inquebrantable en El, en Su Belleza, Su Perdón, Sus Bondades y Sus Favores.

Que Allah nos asista en esta vida y en la otra. Amín