El estado de los corazones

El estado de los corazones

Según es el estado de tu corazón, así eres tú.

Dijo el Profeta – sobre él la plegaria y la paz -:

«Verdaderamente hay un trozo de carne dentro del cuerpo. Cuando está puro, todo el cuerpo está puro, y cuando está corrupto, todo el cuerpo está corrupto ¡Verdaderamente es el corazón!» (Bujary y Muslim)

El Profeta habla, en total certidumbre, del estado espiritual del corazón, no del puramente físico y emocional.

Y es que el corazón puro es el palacio del espíritu; de aquél espíritu al que Allâh – Altísimo – se refiere cuando dice haberlo insuflado en nuestro padre Adam – sobre él la paz -:

Cuando dijo tu Señor a los ángeles: Voy a crear un ser humano a partir del barro.
Y cuando le haya dado forma y haya insuflado en él parte de Mi espíritu: ¡Caed postrados ante él!
(38-71, 72)

Este corazón puede ser capaz de lo mejor y de lo peor. Dichosamente, él es susceptible de mejorar y sanarse. La raíz árabe que lo designa deriva de la capacidad de cambiarse, y es por eso que es susceptible de mejora o de empeoramiento.

Que es la sede del espíritu depositado por Allâh cuando la creación de Adam lo demuestran estas palabras del Profeta que dijo:

El corazón del verdadero creyente es mejor que el Ka’aba.

Claro que, si la Ka’aba es llamada Casa de Allâh, siendo como es un conjunto de ladrillos y/o piedras por muy benditos que sean, con más razón será la Casa de Allâh el corazón de aquel que ha cuidado ese espíritu procedente del Señor de los mundos y lo ha hecho florecer en su interior.

Otra palabra del Profeta dice:

Ni los cielos ni la tierra son capaces de contenerMe, pero el corazón del verdadero creyente sí es capaz de contenerMe.

De nuevo estas palabras no han de ser comprendidas en su sentido textual, sino en el metafórico. Aunque, en realidad, esto no sería necesario decirlo, a no ser por el encono de algunos quienes desean a toda costa eliminar todo rastro en la Sunna del Profeta que trate de la vida espiritual y de la proximidad a Allâh.

Los estados posibles del corazón son tres:

A / El corazón muerto

B / El corazón impuro

C / El corazón puro

A / El corazón muerto

Se trata de un corazón muerto a aquél que reside en el pecho de una persona mundana, materialista. Dicho corazón no puede ser cambiado, pues ha sucumbido a sus pasiones hasta el punto en el que ya no se puede despertar. No hay que confundir este tipo de corazón con el de los condenados, sino con el de aquellos que son incapaces de salir de las redes de este mundo material.

De los que se encuentran en el estado del corazón muerto los peores son los descreídos, y los mejores aquellos que obedecen a las prescripciones básicas del Islam. Repetimos: se dice corazón muerto porque es imposible que él se desmaterialice habida cuenta de que ha caído desde hace tiempo en el área del mundo de lo material, tanto que ya nunca podrá salir de allí.

B / El corazón impuro

Se llama corazón impuro el de aquellos que se aventuran en el camino de la Verdad y que aún no han alcanzado a pulirlo como un cristal que refleje los efluvios de las luces del Misericordioso.

Estos corazones avanzan en el camino, se esfuerzan en el ŷiḥad interior, pues estando vivos como están, se han puesto en manos de las medicinas de Allâh y de Su profeta para curarse de la herrumbre que aún les impide conocer el mundo de la Verdad. Algunos avanzan paso a paso, otros abalanzándose hacia el Bien. Sea como sea, se espera de ellos que un día alcancen la salud y sean transparentes a fin de captar sin mengua las luces de los tesoros ocultos que proceden de la gran Sabiduría divina y de la Ciencia del Raḥman.

C / El corazón puro

Es el de aquel cuya alma ha pasado a ser aceptable y aceptada por Allâh. Las luces del espíritu brillan en todo su esplendor y los cuerpos de aquellos en quienes mora dicho corazón se han purificado hasta el punto en que ninguno de sus miembros puede ir al encuentro de lo mundanal, sino es por una orden de Allâh. Es el corazón de los puros (ṣaliḥûn), es el tabernáculo de las luces; el jalifa de Allâh en la tierra. Todo cuanto de él sale, así como del cuerpo que habita es el Bien.

Es el corazón de los verdaderos sabios, de los reyes de la tierra, de los aproximados, los purificados, las gentes del recuerdo; los verdaderos representantes del Corán y de la Sunna. Los verdaderos hermanos. Los verdaderos maestros.