El Dueño del Favor inmenso
Los creyentes son aquéllos que cuando se recuerda a Allâh, se les estremece el corazón y que cuando se les recitan Sus signos les aumenta la creencia y en Su Señor se confían.
Son los que establecen el salat y gastan de la provisión que les damos. Esos son los creyentes de verdad, tendrán grados junto a su Señor, perdón y una generosa provisión. (8 – 2 a 4)
Los creyentes y las creyentes son amigos aliados unos de otros, ordenan lo reconocido como bueno y prohíben lo reprobable, establecen el salat, entregan el zakat y obedecen a Allâh y a Su mensajero. A ésos Allâh les hará entrar en Su misericordia; es cierto que Allâh es Poderoso, Sabio.
Allâh ha prometido a los creyentes y a las creyentes jardines por cuyo suelo corren los ríos, donde serán inmortales; así como hermosas estancias en los jardines de Adn.
Pero la aceptación de Allâh es más importante, ése es el inmenso triunfo. (9 – 71 y 72)
Como hemos dicho en otras ocasiones, cuando en lugar de simplemente recitar o pasar de puntillas durante la lectura del Qur’an, nos detenemos en cada línea, podemos extraer significados que no aparecen a simple vista.
Es así que Allâh nos interpela a que no seamos precipitados y calmemos el ímpetu de nuestra alma apelando a la Paz de espíritu; pues solamente dicha paz es capaz de parar el tiempo y de hacernos controlar nuestras emociones.
Cuando constatamos que una de las características del creyente es que se le estremece el corazón cuando se le recitan los Signos de Allâh, es sencillamente porque sus corazones saben reconocer la Verdad, se sienten llamados por ella y se emocionan con su conocimiento. Es así que se fortalecen aumentando su creencia y reafirmando su confianza en Allâh. Y esto no es solamente un concepto o una bella palabra, sino que antes bien se trata de una capacidad presente en los corazones, que es interpelada cuando se les recuerda a cada llamada, a cada momento, lo que Allâh tiene dispuesto en materia de conocimiento y de acontecimientos en la vida de cada uno de ellos.
En virtud de esta fortaleza que reciben, ellos son capaces de establecer el salat y de gastar de la provisión concedida por Allâh. Pues estos actos poco valen si no se hacen con un corazón estremecido por la Verdad y bien enraizados en la creencia y en la confianza plena en su Señor. Establecer el salat no se trata de rezar, si no de ser una referencia entre las gentes que rezan, que se dirigen a Allâh en sus plegarias y súplicas.
Y ellos, como sigue diciendo el Qur’an tendrán grados junto a su Señor. Ahora bien, no es dicho si esos grados, ese perdón y esa generosa provisión serán dados en el Otro Mundo o en este.
En realidad, si hacemos acopio de las facultades de nuestro intelecto, podremos saber que todo esto se refiere a los dos mundos, es decir: esos creyentes reciben en este mundo grados junto a su Señor, y es en virtud de esos grados que pueden establecer el salat. Pues establecer solamente puede ser realizado por aquellos quienes tienen un estatus junto a Allâh. Y esto es inapelable. Por ese motivo Allâh nos llama a volvernos hacia ellos en caso de duda, diciendo:
Preguntad a las gentes del Recuerdo si vosotros no sabéis
Siendo esto en función del rango y del estatus de los que ellos gozan debido a las condiciones expresadas en el libro de Allâh.
En toda evidencia, esos grados serán reforzados en la otra vida cuando el cuerpo material no disminuya la percepción necesaria. Pero ellos son de El, y El es para ellos incluso en este mundo; pues como El – exaltado sea – dice en el Qur’an:
Es cierto que Allâh les ha comprado a los creyentes sus personas y bienes a cambio de tener el Jardín (9-111).
Esta compra ha sido efectuada estando los creyentes en vida; de tal manera que Allâh les ha poseído y abrumado completamente con Su presencia señorial.
Luego Allâh nos dice que los creyentes son amigos y aliados unos de otros. Esto es en función de que los propósitos de los unos y de los otros son parecidos, o son los mismos. Se trata de almas que comparten los mismos objetivos sagrados de haberse consagrado a su Señor. Es entonces que Allâh establece entre ellos unos lazos que son irrompibles y que pueden ser, como de hecho lo son, más fuertes y sagrados que los parentescos y los lazos de sangre.
Ciertamente, aparte de haberlos cubierto en esta vida con el paraguas de Su predilección, les ha prometido Eternidad; es decir: ha establecido que su recompensa sea eterna y no tenga fin. Tal es la Generosidad divina, cuya fórmula sería inexplicable si no fuera por la consciencia del Todo Poder y de la Infinitud de Allâh.
Pero la aceptación de Allâh es más importante, ése es el inmenso triunfo.
Después de haberles prometido el Paraíso, les dice que hay algo más: la aceptación.
Gran significado esconde este término, pues aceptación es algo reservado únicamente a aquellos a quienes Allâh ha amado. Y cuando Allâh ama puede darlo todo, sin cuenta, sin límite, sin que nadie pueda venir a cuantificar Su Favor ni a exigirle cuánto, cuándo, cómo y qué ha de dar, pues El es, como lo dice El Mismo:
El Dueño del Favor Inmenso – Du-l-faḍli-l-ˤaẓim