El doble significado de los mandatos divinos

Los dos significados de los mandatos divinos

Quienes habéis seguido nuestros escritos ya conocéis nuestro postulado de que tanto los mandatos como las prohibiciones prescritas por la Ley islámica (Šari’a) poseen una doble realidad. Para los que nos leáis por vez primera hemos de recordar que nuestra religión está lejos de ser un código de leyes; y aunque éstas existan, ya que son necesarias para observar un comportamiento correcto y obtener la recompensa Divina y salvarnos del castigo, debemos decir que ellas constituyen únicamente una faceta dentro del marco global de la Religión (Dîn).

En efecto, si entendemos únicamente el Corán como un libro de Derecho, entonces estaríamos incurriendo en el mismo error en el que el mismo Libro de Allâh manifiesta cayeron los Hijos de Israil (Banû Isra’il), quienes llegaron a ver prohibidas ciertas cosas porque ellos mismos lo provocaron.

Es así que todo acto, toda prescripción coránica, posee una doble vertiente, dos sentidos complementarios y superpuestos: un sentido literal y un sentido interior. Realizar los actos teniendo en cuenta los dos conjuntamente permiten que se realice una obra saliḥa, poseyendo este término el mismo que le otorga el Qur’an cuando se refiere a las obras piadosas (saliḥats).

Esto se demuestra en varios pasajes del Corán en el que se manifiesta que los creyentes (mu’minûn), no los musulmanes (muslimûn), son los que realizan obras saliḥats.

Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones puras, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia (Surat al Asr)

Illâ-l-ladîna ‘amanu wa ˤamilû-ṣ-ṣaliḥat, wa tawaṣaw bi-l-ḥaqqi wa tawaṣaw bi-ṣ-ṣabr

Excepto los que creen y llevan a cabo las acciones de bien, porque ellos tendrán una recompensa que no cesa. (Suratu-ṭ-Tîn – La Higuera)

Illâ-l-ladîna ‘amanu wa ˤamilû-ṣ-ṣaliḥat, fa-lahum ‘aŷrun gayru mamnûn

Con esto queremos decir que aquellos quienes realizan obras puras no son todos los musulmanes, y asimismo queremos manifestar que realizar obras puras es solamente factible para aquellos quienes desean obedecer a su Señor, y además de ello limpiar su interior de toda impureza. Para las gentes quienes únicamente practican la Ley una impureza es todo acto que es prohibido; pero para aquellos que quieren acercarse a Allâh a fin de amarle y ser amados por El, una obra impura es cualquier obstáculo, que aunque fuera permitido por la Ley religiosa, pudiera separarle del camino que lleva a la aceptación Divina (Reḍa).

Es así que, como vamos a demostrar seguidamente, toda prescripción coránica posee dos significados globales, dos plataformas de actuación, dos clases de comprensión, siendo ellos, como acabamos de decir, complementarios y superpuestos.

Veamos primeramente la plegaria (ṣalat) y pongamos dos ejemplos. En la posición de ruquˤ (inclinación) debemos comprender que nos estamos rindiendo ante la decisión Divina, al mismo tiempo que durante esa inclinación esperamos la Misericordia que nos llega de lo alto. Mientras tanto, en la posición de suŷud (postración) estamos aniquilando y sacrificando nuestras voluntades personales a la soberana Voluntad de Allâh, al mismo tiempo que Le estamos entregando nuestro ser todo entero.

Cuando nos purificamos externamente hemos de comprender que cada miembro corporal que limpiamos se corresponde con una facultad interna que a su vez, si somos conscientes de lo que estamos haciendo, se purifica de manera insensible. Por poner un ejemplo: cuando pasamos las manos sobre nuestra cabeza debemos comprender que purificamos nuestra mente de todo acto y tendencia dañinos; asimismo cuando lavamos el rostro nos purificamos de las miradas; cuando lo hacemos con las manos y los brazos, de todas aquellas tendencias a realizar obras que no son adecuadas; cuando lo hacemos con los pies, nos estamos purificando para ser dignos de transitar en el camino de Allâh.

Si pagamos la Zakat estamos cumpliendo con un edicto legal; pero si tenemos en cuenta su significado, estamos pagando al mismo tiempo el impuesto legal sobre el conocimiento, el cual debemos compartir al menos en una proporción suficiente para que siga fructificando. Mejor si pagamos ṣadaqa, pues aquí, al hacerlo por Allâh, y no ser necesario ni obligatorio, estamos repartiendo Misericordia. Recordemos que Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – ha sido enviado como una misericordia para los mundos.

Cuando ayunamos, si queremos que ese ayuno sea doblemente fructífero, debemos tener en cuenta que, si bien la prescripción del ayuno, para que sea lícito, consiste en privarse de alimento, bebida y de relaciones sexuales, ese mismo ayuno, para que sea una obra pura, habremos de comprender de que debemos prescindir de todas nuestras tendencias y costumbres arraigadas que, aunque lícitas, puedan poner impedimentos en nuestro camino hacia la cercanía y el conocimiento de Allâh.

Continuando con el mismo planteamiento, cuando hacemos tawaf alrededor de la Ka’aba nos estamos asegurando de que, sin separarnos den Centro, que es Allâh, nuestra existencia comporta un camino alrededor Suyo, teniéndoLe como sola referencia.

Cuando nos abstenemos de beber debemos considerar que estar sobrios ante Allâh significa tenerle siempre como referencia, ejecutando un recuerdo activo en todo momento.

Cuando nos abstenemos de comer carne de cerdo o de cualquier otro animal en condiciones prohibidas, estando preservando el Mandato de Allâh y la salud de nuestro cuerpo; al mismo tiempo estamos preservando nuestra salud interior separándonos de las enfermedades el alma.

Cuando nos preservamos del adulterio estamos certificando que nuestro amor es uno, y que es solamente debido a Allâh. Hay personas tan puras, tan conscientes, que consideran que dar a otra criatura la clase de amor que pertenece a Allâh es idolatría formal, aunque legalmente no lo fuere.

Y así, una a una de las prescripciones divinas posee un significado interno que las da validez y que refuerza la relación Señor-servidor de una manera sólida y consistente.