El Discernimiento
Por Abdul Karim Mullor
El Discernimiento
Habida cuenta de la realidad que vivimos, somos actores directos y testigos presenciales de una problemática que hoy por hoy está haciendo estragos en la Comunidad musulmana. Si debiéramos expresarlo en tres palabras diríamos que el problema se define en “incapacidad de discernimiento”.
Efectivamente, los musulmanes de hoy se ven confrontados a una extraña situación consistente en recibir, de una parte u otra, mensajes confrontados sobre la realidad de su religión en cuanto a ley, doctrina y espiritualidad se refiere. Estos mensajes, en gran parte de las ocasiones, son de naturaleza tan dispar que ponen sobre el tablero opciones de naturaleza totalmente incompatible.
Muchos me habéis preguntado qué hacer en una situación semejante, ¿cuál es el método para saber distinguir una verdad de una mentira, un acierto de un error? Algunos dejándose llevar de un carácter derrotista expresan simplemente que es imposible saber distinguir y que nadie posee la verdad absoluta, frase esta recopilada de un eslogan de espíritu laicista. Otros dicen que lo importante es ser buenos y educados, a pesar de que ellos no tienen un concepto coherente de lo que es la bondad y la educación. Pero pocos, desdichadamente, se inclinan valientemente por la prospección y por la búsqueda de la Verdad.
La Verdad, hermanos/as, no es una entelequia. La Verdad no es el producto de una gesta comunitaria en la que un grupo de personas más o menos numeroso se unen para construirla. Tampoco es lo “socialmente establecido”. Tampoco el resultado de la persecución de un capricho que se tiñe de apariencia intelectual.
No se encuentra la Verdad, sin embargo, lejos de nosotros. Ella persiste en nuestro interior, ya sea como una posibilidad que ha de realizarse, o como una realidad desarrollada por aquellos que la conocen de manera consciente. Quiero decir con esto que algunos son conscientes de ella y otros no. Asimismo hay que saber que aunque muchos no la visualicen a nivel de la consciencia, no por esto ella deja de existir en su interior.
Ella es como un tesoro oculto al que hay que acceder de la manera adecuada. Es necesario entonces un trabajo para extraerla de su lugar original. Con respecto a esto podemos decir que, por un lado, es necesario saber dónde localizarla, así como hacerlo. Finalmente entonces debemos interrogarnos cómo hacer para elevarla al nivel de la consciencia.
Cuando esa Verdad se eleva al nivel de la claridad consciente, entonces podremos establecer un discurso sobre ella y sobre sus diferentes aspectos. Podremos enseñarla a unos y a otros y mostrarles cómo llegar hasta ella.
El Discernimiento es la capacidad interna para poder distinguir la Verdad del error, evaluando en cada caso los elementos y las circunstancias. Es una capacidad que se eleva desde nuestro interior a nuestro consciente individual. Es, por tanto, capacidad intelectual y luz que ilumina nuestra vida en cualquiera de nuestros actos.
El sagrado Corán, así como la Sunna de nuestro profeta – sobre él la plegaria y la paz – nos dan las claves y el camino para acceder a este Discernimiento necesario a fin de guiar y estar en la guía. Se trata entonces de, sabiendo esto, conocer qué y cómo hacer para llegar a él.
Dice Allâh en la surat Al Asr:
“Excepto los que creen y hacen obras puras, se recomiendan la Verdad y se recomiendan la Paciencia”.
Como principio, a la vista de esas palabras, podemos establecer que para poder “recomendarse la Verdad” es necesario ser de los que creen y actúan de manera totalmente correcta. Ahora bien, esta “creencia” de la que habla la Surat no es la que nos hace creer en los seis pilares del Imân, sino aquella que nos hace disponer de un comportamiento virtuoso, ya que ella se encuentra vinculada a la realización de obras puras. Estas obras puras son aquellas que nos llevan a realizar en nuestro interior las ramas del Iman. Y ello consta de revestirnos de Paciencia, Humildad, Constancia, Veracidad, Valentía, Generosidad, Amor, Misericordia, etc.
Si no hacemos esto nunca podremos saber distinguir la Verdad del error, ni en el discurso ni en los actos. Si ello es así se nos podrá engañar y extraviar fácilmente, sin que podamos culpar a otros que a nosotros mismos por mostrar negligencia.
Sin embargo, si realizamos obras excelentes, si nos asentamos en las virtudes propuestas por el Corán y la Sunna en el camino recto y en el estadio del Iman, entonces tendremos garantizado el éxito y el Discernimiento ocupará en nosotros el trono del que nunca se verá abdicar. Pues una vez se establece allí se queda para siempre jamás.
Quedan lejos entonces esos discursos conformistas y débiles como: “nadie puede tener la verdad absoluta”; “todo depende del lado del que se mire” y frases tales que lo único que reflejan es la incapacidad y la falta de compromiso del autor, así como son reveladoras del nivel profundo de ignorancia en el que se encuentra.
“Muy pocos son los que reflexionan”, dice el Corán. Muy pocos son los que disciernen, y ellos si son tomados como guías pueden guiar a miles de millones con la sola fuerza del conocimiento de la Verdad.
Pero hoy ¿quién quiere que se le guíe? Pocos hay. ¿Quién muestra la humildad suficiente para reconocer sus carencias y ponerse a trabajar desde el nivel cero?
Hoy, que casi todo el mundo sabe un poco de todo y nada de nada.