El crack de las redes sociales – «Aprender divirtiéndose»
Abdul Karim Mullor
A-s-salamu ˤalaykum – La paz sobre vosotros
Como ayer tuvimos el problema que tuvimos con la desactivación mundial durante 6 horas de todo Facebook, y sus hijos Instagram y WhatsApp, dicho acontecimiento nos ha inspirado para llegar a intentar comprender cómo serían las cosas si se hubieran extinguido las tres redes de una vez y para siempre.
Aparte de las consiguientes molestias de no poder aprovechar de las llamadas gratuitas por WhatsApp y los mensajes profesionales o personales estrictamente necesarios, esas redes, son y han sido, antes bien un medio que en su 90% funciona y ha funcionado como medio de perversión o de pérdida de tiempo. De perversión por el acceso indiscriminado al que acuden niños, niñas y adolescentes de todo el mundo. Gracias a Instagram aprenden cosas a las que ni tan siquiera podrían acceder en los barrios marginales de peor reputación de cualquier parte o región del mundo.
En cuanto a nosotros, los mayores se refiere, Facebook e Instagram no dejan de ser otra cosa que plataformas de pérdida ingente de tiempo. Lugares virtuales, donde, por comodidad, cualquiera de nosotros expresa la última idea que nos ha llegado a nuestra mente; cuando no se utiliza, aprovechando la no presencia física, para crear problemas y enfrentamientos que no se producirían en la vida real.
Yo, como musulmán y practicante del Tasawwuf, he sido testigo presencial durante casi 15 años de cómo, aprovechando el anonimato que brindan estas redes sociales, y si no es el anonimato, si al menos la distancia que crea lo virtual, las relaciones entre muchos musulmanes se han ido deteriorando. Algunas veces debido a una frase desplazada escrita en un momento de ánimo, digamos, complicado, o por nimiedades semejantes.
Lo peor de esto, en lo que respecta al tema del Islam, es que los musulmanes se han acostumbrado a “aprender divirtiéndose”. Dejadme decir esta expresión que con mucha ironía acabo de escribir, la cual refleja de una manera muy clara la realidad que deseo expresar con ella. Pues, ante la seriedad, la total dedicación, el aura de sacralidad que impregna y debe impregnar todo cuanto rodea al estudio de lo religioso, resulta ahora que estas redes sociales son utilizadas para todo lo contrario. Gente ignorante que dice cualquier cosa, que a veces por pomposa, algunos otros toman, no solamente en cuenta, no, peor aún, en serio.
Este “aprender divertido” es el engendro que se ha creado en las redes sociales cuando hablamos de Islam.
Porque estas redes sociales no son plataforma para el estudio, sino, para, cuando hablamos del Islam, de reclamo para el reclutamiento de musulmanes nuevos, a quienes se les embauca en otra red peor en la que, sin que nadie lo perciba se les robe el alma y se les manipule. Y se hace con relativa facilidad porque la gran mayoría busca “aprender divirtiéndose”; una frase irreverente, pero real, con mucha ironía, que yo mismo he puesto en marcha.
A veces, mis compañeros en la web, me dicen que no escriba entradas tan largas porque la gente no lee. Así de claro, así de llano, así de triste, así de real. ¡Pero si yo no escribo entradas largas!
Los pobres nuevos musulmanes son derivados a sitios de Internet donde se les maneja, se les exprime y se les inyectan maldades de parte de las sectas que se encuentran detrás. Vamos a dar el nombre de algunas:
Islamweb; islamqa; islamicfinder; islamspanish; islamhouse y otras. Algún día os daré una lista exhaustiva de todos los sitios web desde donde se emiten falsas fatwas, falsos veredictos islámicos, que son tendentes y derivan en extender una idea grotesca y deformada de la religión.
Es absolutamente inservible, hermanos/as acudir a un sitio de Internet para aprender el Islam, confiados en que los que están detrás nos van a enseñar. Igualmente, ni es lícito seguir a alguien a quien no conozcamos, ni lo es escucharle y seguirle.
Cuando seguimos a alguien somos absolutamente responsables de ello; somos copartícipes de las mentiras con las que busca engañarnos, porque no pusimos el mínimo necesario ni obligatorio para pedir a Allâh que nos guiara por el buen camino, y por ello nos confiamos cayendo en los brazos equivocados.
De eso se aprovechan países, como Arabia Saudita y Qatar desde donde se manipula el Din para beneficio y gloria de las sectas de ambos países: “Wahhabitas, salafís y hermanos musulmanes, nacidas de lo más rancio de la Masonería, la casa diabólica de la escuadra y el compás.
Lo mismo ocurre con Pakistán y el hermano musulmán con denominación de origen, Zakir Naik, cuyas reuniones más bien se asemejan a la gala de Eurovisión y a la de la entrega de los Oscar, por lo llamativo y chabacano que resulta hablar del islam rodeado de luces y de guardaespaldas que te ayudan a animar la reunión.
Lo mismo ocurre con Irán, desde donde se enseñan consignas cuya forma sigue las mismas pautas y métodos de engaño que las más rancias procedentes de Arabia Saudita.
Me diréis: “Pero tú también escribes por las redes sociales y gestionas una web”. Sí, en toda evidencia; pero mis compañeros y yo somos conocidos y conocibles. Nuestras vidas de musulmanes mezclados con el resto deriva en que se nos conozca y se sepa dónde estamos, quienes somos, de quienes hemos aprendido, cuantos años llevamos en el Islam.
Y todo aquel que nos conoce sabe que nosotros no vivimos, absolutamente ninguno, de la prédica del Islam, sino del trabajo y el sudor de nuestras frentes.
Asimismo también se sabe que tenemos un grupo de WhatsApp (Instituto Abu Madyan) en el que nos comunicamos, en el que estamos disponibles de cualquiera de las maneras en la que se nos pida.
Yo mismo, por las circunstancias de la vida, he hecho de mi casa una mezquita, una zawiyya, una madrasa. Mucha gente ha venido aquí, ha pernoctado, ha compartido nuestro pan y nuestra sal, como para que ahora se pueda decir que no se nos conoce.
Aquí estamos; las puertas están abiertas.
La ‘ilâha ‘illa Allâh – La mejor de las palabras.