El conocimiento del Cosmos y del Universo
El conocimiento del Universo
A-s-salamu ˤalaykum
Hermanos/as
Hemos de saber que el conocimiento del Universo propicia el conocimiento de Allâh. No nos puede pasar desapercibido que el Corán anima a reflexionar sobre la creación del Cosmos, del Universo. Las aleyas que animan a ello son numerosas. Nos contentaremos pues con exponer una pocas, aunque suficientes, para que podamos comprender que dicho conocimiento es de los más elevados. Quizás el que más después del conocimiento del Nafs. A veces, Allâh jura por los astros; otras, Él nos pide que reflexionemos sobre ellos. Veamos:
Allâh dice:
«¡Por la Aurora! ¡Por diez noches!» (Surat al Faŷr – 1 y 2)
«Di: Observad lo que hay en los cielos y en la tierra…» (Surat Yunus 101)
«Él es Quien hizo el sol iluminación y la luna luz y decretó fases para que pudierais conocer el número de años y el cómputo. No creó Allâh todo esto sino con la verdad. Detallamos los Signos para gente que sabe.» (Surat Yunus 5).
«Es cierto que en la creación de los cielos y la tierra y en la sucesión del día y la noche, hay signos para los que saben reconocer la esencia de las cosas.
Los que recuerdan a Allâh de pie, sentados, acostados y reflexionan sobre la creación de los cielos y la tierra: ¡Señor nuestro! No creaste todo esto en vano. ¡Gloria a Ti! Presérvanos del Castigo del Fuego.» (Surat ˤala-l-‘Inram 190-191).
Y juro por el ocaso de los astros
lo cual, si supierais es un gran juramento (Surat el Acontecimiento 75-76)
Basta entonces para entender la necesidad de reflexionar sobre el Cosmos comprender que se trata de un Conocimiento tan vasto como necesario. Allâh no puede jurar por cosas cuya importancia se pueda encontrar en entredicho. Y puesto que lo hace continuamente por los astros, por el Sol, por la mañana, por la aurora, etc. es fácil comprender que se trata de elementos que según El – alabado sea – revisten una gran importancia para nosotros. Allâh no nos pide reflexionar sobre la Tierra, su órbita, sus elementos climáticos; sino que, yendo más allá de donde nosotros podemos llegar lo hace por el Universo entero: por los siete cielos, las siete tierras y lo que se encuentra entre ellos.
Allâh es Quien ha creado siete cielos y otras tantas tierras. La orden desciende gradualmente entre ellos (65-12).
La grandeza del Universo y la Grandeza de Allâh.
Si el Universo es grande, pues, como dijo el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – la distancia entre los astros (a no ser que sean satélites asociados) es la de aproximadamente 500 años de viaje[1], podemos deducir que la Grandeza divina es de un orden tal que no puede concebirse de ninguna de las maneras. Esta creación cósmica, que El creo sin fatiga, y cuya conservación no le ocasiona el menor estorbo, no es ni tan siquiera una partícula del tamaño de un átomo comparado con la Grandeza divina que no tiene fin:
Él es el Primero, El Ultimo, el Exterior, el Interior; es decir, sin límite alguno.
Los movimientos reglados, precisos, de cada una de esas moles inmensas llamadas astros, nos indican la precisión con la que Allâh realiza todo cuanto crea, todo cuanto El hace. La belleza inconmensurable de Su creación nos recuerda vagamente que Aquel quien la creó es El Mismo de una Belleza tal que no puede concebirse.
Al igual que giramos alrededor de la Ka’aba en dirección contraria a las agujas del reloj. De la misma manera la Tierra, así como el resto de los planetas giran alrededor del Sol. De esta manera nos encontramos en correspondencia perfecta con el Universo, pues Allâh, hay que saberlo, no ha descuidado ninguno de los aspectos de nuestra existencia y de nuestro Din.
Un movimiento astral que es equivalente a nuestra postración, ya que ellos giran alrededor de su centro orbital sin desapegarse de él en momento alguno.
La palabra figurada del Corán que dice que Allâh ha extendido la Tierra se refiere indudablemente a su movimiento orbital alrededor del Sol, el cual hace prueba de su extensión en un movimiento llamado de traslación. Y esta interpretación de “extensión” como un movimiento propio de un desplazamiento, aunque en elipse, está avalada por el mismo Corán. El Libro de Allâh asegura que anteriormente todo el universo se encontraba en una sola masa, y fue desagregado paulatinamente formándose cada uno de los astros. Esto fortifica aún más el significado que hemos dado al término “extensión” como significando la formación del planeta y su posterior toma de órbita giratoria con respecto al Sol.
¿Es que no ven los que se niegan a creer que los cielos y la tierra estaban juntos y los separamos? (21-30)
Seamos precavidos con las “verdades” científicas, que tan verdades no son
Dice el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – que aquél que cuenta y cree todo lo que oye se encuentra muy cerca de la maldad.
Evidentemente, el Ser humano necesita creer en algo; necesita confiar en que no es engañado, y aunque lo sea, no lo admitirá. Porque la búsqueda de la Verdad implica tal dedicación que puede ocuparnos todo el tiempo, toda la vida. Muy pocos están dispuestos a ello. Sin embargo, a pesar de no trabajar para adquirir conocimiento, muchos necesitan creer en cualquier cosa a la que se la otorga marchamo de verdad.
Este es el caso de creer inocentemente en los anuncios de los susodichos científicos que, suscritos a programas y proyectos de orden económico, repiten las mentiras y los inventos ordenados por sus jefes y mecenas, so pena de morir de hambre o de experimentar indigencia.
¿Cómo poder llegar a ser tan cándido de llegar a creer en esos inventos? Y lo peor es que, de vez en cuando, ellos sacan una teoría que fulmina la antigua verdad universal, que ya fue inventada por ellos mismos. Aquella, que antes de la llegada de la abrogación, era presentada como una verdad absoluta de orden religioso, inoculada en el pueblo a base de marketing y de cualquier tipo de astucias llegado el caso.
¿Quién puede creer en esto que tenga la capacidad de raciocinio intacta?
Así pues, hermano/a deberás buscar en tu religión, a la que, en verdad no la falta de nada, de nada de lo que nos falta a nosotros. En ella encontraremos todas las explicaciones, provisto, eso sí, que seamos capaces de reflexionar y seamos espabilados en ello. La Ciencia no es para confiados; la Ciencia es para precursores; es para implicados en cuerpo y alma.
Sabiendo esto, hermano/a, ahora es tu turno de entrar en este mundo maravilloso de conocimientos del Cosmos a fin de cumplir con un mandato divino férreo y constante como es “reflexionar sobre el Universo”.
Mucho ánimo. Mucha suerte. Aquí estamos para ayudar.
[1] Aproximadamente 645 veces el diámetro interno del globo terrestre.