El amor al país forma parte de la Fe
La paz de Dios con todos vosotros/as
El título de este escrito es la traducción exacta al español de un muy conocido hadiz, el cual, en su forma original dice “Hubbu-l-waṭan mina-l-Iman”.
El Ser humano ha sido creado de tierra, agua y espíritu. La tierra donde nació es aquella que ha llegado a formar parte de él, se encuentra en su ser, en su cuerpo y en su mente.
El amor al país, a la patria o a la tierra, como lo queramos llamar, es uno de los más bellos sentimientos que puede albergar el corazón del Ser humano. Es un sentimiento legítimo, acorde a su naturaleza, y debe formar parte de él y de sus valores. Por encima de los símbolos convencionales de los que se quiera revestir el sentimiento patrio, por encima de los convencionalismos con los que algunos estén dispuestos a definir y a revestir el país, ese sentimiento lo supera todo porque es de un orden superior, legítimo en él mismo, imperecedero.
Siempre recuerdo que cuando hube de emigrar a Bélgica me fui con el alma en pena por deber dejar mi país, y cuando volví, hace tres años, lo hice profundamente emocionado por poder volver.
Esa fragancia que exhalan sus campos, sus montañas, sus mares, la bóveda celeste que los cubre; ese sol maravilloso, pleno de luz, sus gentes abiertas y directas, todo ello hace de él una tierra maravillosa donde cualquiera que tenga sensibilidad debería sobrecogerse de emoción y dar gracias a Dios por ese don inigualable.
Porque la tierra forma parte de A-z-Zahir de Allah, ese Nombre Divino que podemos traducir por “El Exterior”. Él se encuentra en las formas y en los fondos de las cosas, de ahí la belleza de nuestra tierra que no es otra que la luz de Dios reflejada en ella; luz esta que da vida a lo inerte, que da sentido a lo amorfo.
Muchos musulmanes dicen que ellos solamente son eso, musulmanes. Pero yo digo que quien eso dice se equivoca, que el amor profundo por la tierra y por el país no entra en contradicción alguna con la religión, sino que antes bien forma parte necesaria de ella.
Somos musulmanes, somos españoles, y si somos lo segundo seremos más lo primero.
El Profeta – sobre él la plegaria y la paz – fue enviado como una Misericordia para los mundos; y nosotros, que no pretendemos tanto, al menos debemos serlo para los nuestros, para las gentes de nuestro país; para nuestros vecinos; nuestros compañeros en la vida; y para eso debemos amar nuestra tierra y sus gentes.
Abdul Karim Mullor