El amor al Enviado – sobre él la plegaria y la pâz.

Abdul Karim Mullor

El amor al Enviado

Di: Si vuestros padres, hijos, hermanos, esposas, vuestro clan familiar, los bienes que habéis obtenido, el negocio cuya falta de beneficio teméis, las moradas que os satisfacen, os son más queridos que Allâh, Su mensajero y la lucha en Su camino… Esperad hasta que Allâh llegue con Su orden.
Allâh no guía a gente descarriada.
(9-25)

El Profeta, -sobre él la plegaria y la paz- dijo: “Ninguno de vosotros habrá creído de verdad hasta que yo sea más amado para él que su persona, su familia, su riqueza y toda la gente”.(Bujari y Muslim)

Dijo Mu’ad Ibn Ŷabal – que Allâh esté satisfecho de él – : he oído al Mensajero de Allâh- sobre él la plegaria y la paz – decir: Dice Allâh- Altísimo:
“Ciertamente he otorgado mi amor a quienes se aman por Mí, se reúnen por Mí, se visitan por Mí y a quienes se sacrifican por Mí”.

Anas dijo que un hombre fue al Profeta y le preguntó, “¿Cuándo llegará la Ultima Hora, Mensajero de Allâh?”,” ¿Que has preparado tú para ese momento?” respondió él. El otro replicó, “No he preparado mucha oración ni ayuno ni sadaqa, pero amo a Allâh y a su Mensajero.” Entonces el Profeta dijo, “Estarás con los que tu amas.” (Bujari)

Umar ibn al-Jattab dijo al Profeta: “Te amo más que nada excepto mi alma, que está entre mis dos lados”. El Profeta respondió: “Ninguno de vosotros creerá hasta que sea más amado para él que su propia alma”. Umar dijo: “Por Quien hizo descender el Libro sobre ti, te amo más que a mi alma que está entre mis dos lados”. El Profeta dijo: “Umar, ¡ahora lo tienes!”. (Al-Bujari)

Fijaos bien hermanos/as, retened esto en lo más profundo de vuestro corazón, en lo más íntimo de vuestro ser: el amor por Allâh – Altísimo y por Su Profeta – sobre él la plegaria y la paz – van juntos; al igual que las dos šahadas acompañan la una a la otra. Esto es un gran honor para el Profeta, quien, tal y como dicen los hadices, ha visto su nombre escrito junto al Nombre supremo de Allâh, quien como dice el Corán ha sido creado de una naturaleza grandiosa, ha sido enviado como una misericordia para los mundos y ha sido elevado su recuerdo por Allâh, su Dios y Dios nuestro.

El Profeta es llamado Babu-l-Lâh (la puerta de Allâh), ya que nadie puede presentarse ante Allâh sin haber seguido o amado a Muḥammad. Este honor conferido por Allâh a Su amado es el mayor honor que ha podido concederse a alguien sobre la tierra. Amar a Muḥammad es obligatorio para todo verdadero creyente, para aquél quien en verdad quiera acercarse a Allâh y conocerle.

Es tan importante este amor que el mismo Corán dice que quien no ame a Allâh y a Su profeta no será guiado y será considerado como gente descarriada.

Algunos dicen: “Amar a Muḥammad es seguir su Sunna”. Pero ellos tienen una idea de la Sunna bastante rala y solamente volcada a los actos externos de orden ritual. Ahora bien, amar a Muḥammad no es lavarse las manos, comer con la derecha, cortarse las uñas y el pelo los jueves, dejarse una larga barba y decir A-s-salamu ˤalaykum a todo el mundo, así como actos externos semejantes.

¡No! ¡Eso no es el amor al Profeta! Eso se hace por obtener recompensa, no por amor.

El amor a Muḥammad – ˤalayhi-ṣ-ṣalatu wa-s-salam – es ser una misericordia para todos, así como él lo es para los mundos. Amar a Muḥammad es revestirse de una parte de su naturaleza y dejar que la suya invada la nuestra; y una vez hecho esto presentarnos ante Allâh con pureza y honor, con un corazón sometido y amante, como un hombre nuevo que ha cambiado su corazón, que convirtió las escorias de su alma en oro reluciente, que reprimió y venció a su espíritu animal, para, mansamente, presentarse ante el Rey de reyes y someterse a él con una sumisión que jamás será puesta en duda, ni en los cielos, ni en la tierra. Pues, hay que saber, que nadie puede presentarse ante El sino es con un corazón roto y vencido por el Amor.

Este profeta amado que prefirió renunciar al oro y a los honores por estar cerca de los pobres y afligidos; que renunció volver a Meca debido a su gran amor y agradecimiento por los ánsares de Madina que tanto le ayudaron; que cuanto recibía lo repartía a los necesitados; que nunca se encolerizaba con nadie; que repartía los asuntos con misericordia y equidad. ¿Cómo no amarle? ¿Quién puede no amar a Muḥammad?

Sed testigos cielos y tierras que nuestro amor a Muḥammad es auténtico, más grande que vosotros sois. Nuestro amor traspasa los cielos y se presenta delante de Aquel que todo lo ve, todo lo oye, todo lo sabe.

Nuestra cita es en el Ḥawd (El Estanque) in ša’a Allâh.