Du-n-Nun al Misri – Sus dichos y hechos

A-s-salamu alaykum – La paz sobre vosotros

Tal y como comentamos ayer en el seminario « A través del islam”, han existido gentes de un gran conocimiento y valor en todos los dominios del Islam que apenas han pasado a la posteridad debido a que no escribieron tratados de Jurisprudencia, ni libros ni otras publicaciones. Sin embargo, algunos de ellos han conseguido llegar a ser conocidos gracias a una obra escrita por Fariduddin Attar – que Allâh esté satisfecho de él – titulada “El memorial de los santos”.

Es el caso entonces de Ḥassan al Baṣri, Rabbi’a al Adawiyyat, Ibrâhîm Ben Adham (sultán de Balj), Sufyan Zawri, Šaqiq Balji, Dawud Tai, Muḥammad Ibn Semmak, Abdu-l-Lâh Mubarak, Dunnun al Misri, Sajnun, Abu Ŷazid Bastami, etc.

Por ello, poco a poco iremos resumiendo los datos que sobre ellos nos provee el autor, a fin de que su conocimiento no se pierda y los musulmanes hispanohablantes puedan disfrutar y maravillarse con las anécdotas que nos aportan la vida de estos hombres pobres de espíritu, pero grandes de alma y de conocimiento.

DHU-N-NUN AL MISRI

Du-n-Nun al Misri. Su nombre era Zawban Ibn Ibrâhîm, conocido asimismo por Abu-l-Gais. Originario de Ijmin en el Alto Egipto; fallecido en el año 245 de la Hégira (860DC) en Gizeh.

Un día caminaba con sus compañeros y encontraron una jarra llena de oro; en esa jarra estaba impreso el Nombre de Allâh, por lo cual decidió no tomar el oro y dejar a sus compañeros que se lo repartieran, a condición de que le dejaran quedarse con la jarra que llevaba el Nombre divino. Esa misma noche tuvo un sueño en el que Allâh le decía: “Du-n-Nun, puesto que has demostrado tener nobles aspiraciones y has preferido el Nombre de Nos a la posesión del oro, Nos, por nuestra parte te hemos abierto la puerta de la Ciencia, de la sinceridad y de la dirección espiritual”.

En una ocasión, él hacía sus abluciones en el río; desde allí divisó un grande y lujoso palacio que se encontraba en la ribera. Extrañamente, apercibió una bella mujer en el techo de aquel palacio. Queriendo saber quién era le pregunté sobre quien era su persona de referencia. Ella me respondió:

Du-n-Nun, de lejos te he tomado por un loco; según te ibas acercando te he tomado por un iniciado en la Ciencia; de más cerca aún te he tomado por un instruido; pero cuando he podido mirar bien me he apercibido que no eres ninguna de estas tres cosas – ¿Qué te hace hablar así? – dijo Du-n-Nun. Y la mujer respondió: “Si hubieras sido un loco no estarías, como estás, dedicado a hacer ejercicios de piedad. Si hubieras sido un hombre instruido no habrías mirado a una persona de la que no tienes derecho a aproximarte. Si hubieras sido un iniciado, ninguna otra cosa que el Señor Altísimo hubiera atraído tu mirada; y esto diciendo la mujer desapareció de su vista; con lo cual Du-n-Nun pudo comprender que se trataba de un ángel.

En una ocasión Du-n-Nun se introdujo en una barca para pasar el Nilo. Un personaje que se encontraba en ese barco había perdido una perla valiosa. Todos entonces comenzaron a acusar a Du-n-Nun de haberla robado; comenzaron a darle golpes de tal manera que él hubo de quejarse a Allâh de aquella situación. De repente, un grupo de peces sacaron sus cabezas del río, llevando cada uno de ellos una perla igual que la que había desaparecido. Viendo esto Du-n-Nun tomó una perla de la boca de uno de esos peces y se la dio a sus agresores, quienes, viendo este hecho extraordinario, hubieron de deshacerse en disculpas y en peticiones de perdón.

En una ocasión vagaba por las montañas hasta que llegó a un lugar en el que un grupo de personas enfermas se encontraban reunidas. Habiéndoles preguntado, le informaron que una vez al año un hombre santo venía, hacía una plegaria al Altísimo pidiendo que los curara, y así pasaba un año y otro. Cuando Du-n-Nun le vio y constató que los enfermos sanaban, él le pidió a este hombre que fuera sanado asimismo el mal que él tenía en el alma. A lo que el santo le recriminó diciendo que se dirigiera directamente a Allâh, pues El, que es el Amado, no consiente que nadie se interponga en Su camino.

Un día, sus discípulos constataron que se había puesto a llorar. Cuando le preguntaron por el motivo de sus lágrimas, él les respondió:

Ayer noche mientras estaba en postración me quedé dormido, y escuché a Allâh en sueños decirme:

Escucha Du-n-Nun: Cuando he creado los hombres los he dividido en diez secciones y les he mostrado a todos este bajo mundo; nueve de estos grupos se han vuelto de su lado. Aún, el décimo que quedaba lo he dividido en otros diez grupos y les he mostrado el Paraíso; nueve de los diez se han vuelto del lado del Paraíso. De nuevo, he dividido el décimo que quedaba en otros diez grupos; nueve de los diez se han dispersado con espanto cuando han visto el Infierno. Es así que de estos últimos un solo grupo ha quedado que no se siente atraído por este bajo mundo, ni por el Paraíso y que no se ha sentido espantado por el Infierno – ¿Qué necesitáis – les he preguntado – Señor – han respondido – Tu sabes bien lo que necesitamos[1]

Había en la ciudad un joven que detestaba a los sufís. Un día Du-n-Nun le dio un anillo a este joven, pidiéndole que lo diera a un panadero en prenda de un dinar y que trajera pan por este valor. El panadero dijo al joven que el anillo no valía ni la mitad de ese precio; con lo cual el joven vino de vuelta a Du-n-Nun, quien, a su vez, le dijo que fuera con el mismo anillo a un joyero. Este lo tasó en 100 monedas de oro; y cuando el joven volvió a Du-n-Nun con esa información, éste le dijo:

Tienes menos idea del valor de los sufís que ese panadero donde estuviste antes lo tenía sobre este anillo”.

Du-n-Nun tenía un amigo pobre que murió. Al verle en sueños le preguntó que había hecho Allâh con él, a lo cual el fallecido respondió: “El Altísimo me ha hecho misericordia diciéndome: Te he agraciado porque a pesar tu pobreza en este bajo mundo, has sufrido pacientemente sin pedir nada a nadie.

Sus sentencias

Ha aquí algunas de sus sentencias de sabiduría:

“La salud del cuerpo procede de la sobriedad, al igual que la del alma procede de abstener de cometer faltas.”

“Cuando los hombres se encuentran mantenidos en el temor permanecen en el buen camino; pero cuando el temor abandona su corazón, se separan de la buena ruta.”

“Sé amigo de aquel que no cambiará su comportamiento hacia ti cuando tu suerte cambie.”

“El signo visible del Amor que se tiene a Allâh es la fidelidad en seguir la Sunna del Enviado – sobre él la plegaria y la paz – y a conformar sus actos en las recomendaciones y prescripciones que él nos ha dejado.”[2]

“Cuando el Amor del Altísimo entra en el corazón, el apego por este bajo mundo y por las criaturas, desaparece inmediatamente.”

“Se reconoce a los hombres de corazón sincero por tres características:

Una es que se les injuria y se les golpea y quedan igualmente indiferentes.

El móvil que les mueve no es la obtención de recompensas para el otro mundo debido a sus acciones; ellos se contentan con esperar en la misericordia del Único, del Viviente, del Señor Todo Poderoso y Altísimo.”

Días antes de su muerte, setenta personas al mismo tiempo tuvieron un sueño con el Enviado de Allâh – sobre él la plegaria y la paz – que decía:

El amigo de Allâh Du-n-Nun viene, y nosotros iremos a recibirle.


[1] Es decir, son gentes que solamente lo quieren y desean a El – alabado sea.

[2] La Sunna.