Diccionario sufí: Al-ma‘rifa, la Gnosis
Por el cheij Aḥmad ben ‘Aŷîba. Comentarios: El Mehdi Flores
Al-Ma‘rifa, la gnosis, es la maestría consumada y permanente de la contemplación (mušâhada); es una visión (šuhûd) perpetua con un corazón embelesado (hâ’im) que no ve sino a su Señor y Dueño y no atiende a nada que no sea Él; viene acompañada por una equilibrada rectitud (ma‘ iqâmat al-‘adl) y por el respeto a las prescripciones de la ley religiosa (šarî‘a). Estas prescripciones son las estaciones (maqâmât) que conducen a la Gnosis (ma‘rifa).
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Si la importancia de una ciencia depende de la importancia del objeto de su estudio, la ciencia del conocimiento de la Realidad (al-ḥaqq) es sin duda la más importante. Esa ciencia que da respuesta al misterio de la vida y nos proporciona una guía para vivirla de manera apropiada es lo que conocemos por Gnosis. Este concepto es equivalente en árabe a ‘irfân, palabra derivada de la raíz ‘-r-f que significa conocer o reconocer algo o a alguien. De aquí deriva también el participio ‘ârif traducido como gnóstico. Sin embargo, la raíz ‘-r-f no aparece en el Alcorán, sino que en él la palabra que indica el conocimiento, el saber o la ciencia es ‘ilm, de la raíz ‘-l-m, de donde el participio ‘âlim sapiente, sabio y su plural ‘ulamâ’ uno de cuyos usos ha dado en español la palabra ulemas. A diferencia de otros sufíes, Ibn ‘Arabî prefiere la palabra ‘ilm a ma‘rifa por ser término coránico y explica que lo que otros sufíes entienden por ma‘rifa el Alcorán lo señala mediante el vocablo ‘ilm.
Esta ciencia de la Realidad trasciende y engloba la dimensión racional pues pertenece a la dimensión de la contemplación, que es, como hemos visto anteriormente, un nivel más sutil y profundo del saber humano en el que el conocedor saborea la Realidad, lo que le proporciona un conocimiento íntimo de las cosas. A este saber se le ha denominado también saber sabroso o gustativo (‘ilm ḏawqî) para diferenciarlo del saber racional (‘ilm ‘aqlî) que opera con objetos (ob-jecta = cosas puestas delante , palabra equivalente al griego problémata, problemas). A diferencia del conocimiento racional que es objetivo, en el sentido anteriormente expuesto, el conocimiento gustativo es intersubjetivo, es decir, hace posible la conexión, el toque de la Gracia y permite que fluya la corriente de corazón a corazón. Por eso se le denomina también ‘ilm qalbî o saber cordial o ‘ilm ladunnî o saber manantial, que emana de la fuente interior del ser. El saber racional se expresa con palabras que manifiestan ideas o conceptos; el saber cordial debe echar mano a alusiones y a símbolos. La distancia entre uno y otro de estos saberes se puede entender mejor con el ejemplo del que quiere explicar a un ciego de nacimiento la realidad de los colores o a una persona carente del sentido del gusto el sabor de una fruta. Solo los dotados de corazón (ûlû’-l-qulûb), que es el órgano con el que se conocen las realidades esenciales (haqâ’iq) tienen acceso a ese conocimiento. La cantidad y calidad del conocimiento gustativo está en proporción a la amplitud y sanidad del corazón. A mayor capacidad o mejor salud de corazón, más conocimiento. Pues como todos los órganos, el corazón puede enfermar, atrofiarse y morir. El corazón enferma (fi qulûbihim maraḍ) cuando se cierra a la energía divina, a la Raḥma y puede volverse al final más duro que las piedras en cuyo caso solo el fuego de la ŷahanna puede fundirlo. Dureza de corazón es una expresión que indica la carencia de Misericordia (Raḥma), lo que se traduce en ignorancia, enfermedad y tinieblas (ẓulumât), pues la Raḥma es Luz (Nûr) y la enfermedad y la ignorancia es oscuridad (ẓulm). De aquí el nombre con el que se designa a los duros de corazón en el Alcorán: al-ẓâlimûn, los tenebrosos. El corazón es esa válvula mediante la cual la energía espiritual se transforma (taqallub) en energía psíquica y física, nutriendo al cuerpo y a la mente humana. Es el transformador (muqallib) que transforma y adapta la alta tensión de la energía espiritual permitiendo que esta se integre en el circuito del organismo humano, por lo que si falla ese transformador todo el cuerpo sufre las consecuencias. La Raḥma es Inteligencia, Vida, Luz, Energía y Amor, todo al mismo tiempo y la puerta por donde ella entra en nuestras casas es el corazón. El sufismo es la ciencia que nos ayuda a entender y cuidar del corazón, de manera que se mantenga en perfecto estado de salud. Ese es el jardín del que debemos ocuparnos, el jardín del corazón. El resto es cosa Suya, pues como decía Ibn ‘Aṭâ’illah el Alejandrino: “De lo que se ocupa Él, no te ocupes tú”.