Cuando las líneas rojas han sido traspasadas
Abdul Karim Mullor
Cuando las líneas rojas han sido traspasadas
Como creo que sabéis, no me gusta ser alarmista. No soy tampoco lo que se ha dado en llamar “conspiranoico”, dado que no creo en una conspiración de orden subversivo. No obstante, sí es cierto que la verdadera trama conspiratoria gobierna el mundo desde hace tiempo, y ya hace unos buenos decenios que han puesto sus cartas boca arriba encima de la mesa.
La política, la ciencia, los medios informativos, incluso las sectas de orden religioso, tiempo ha que andan trabajando todas juntas en sumisa obediencia a aquellos que mueven los hilos desde bastidores. Hay que estar ciego para no verlo, o sino, implicado en la trama sea al nivel que fuere.
Sí es cierto, que desde nuestro punto de vista, no únicamente del mío personal, sino el de todos aquellos quienes comparten nuestra línea de visión, nos encontramos en un momento crítico. No somos adivinos, pero tampoco somos arribistas. Un análisis frío de los acontecimientos actuales, tejido desde el prisma del conocimiento científico que nos provee nuestra religión, sea del Corán o de la Sunna del Profeta – sobre él la plegaria y la paz- nos ofrece un resultado meridianamente claro. Y es que hemos llegado a un punto crítico desde el cual se van a desarrollar acontecimientos, muy probablemente sin vuelta atrás.
El equilibrio de fuerzas en lo que se ha dado a llamar el “orden mundial” ya está roto. Los leones, los tigres y demás fieras salvajes han visto violado su hasta ahora sagrado cubil. La decisión de un conflicto, en principio programado desde ciertas atalayas, ha sido tomada. Lo que ellos decidieron de manera calculada y programada, se va a desbocar y va a arrastrar a los protagonistas, e incluso a los verdaderos actores y causantes, en una vorágine que puede acabar con todos ellos, unos detrás de otros.
Los antes aliados de intereses romperán sus contratos y se verán arrastrados por el monstruo de mil cabezas creado por ellos mismos.
No en vano engañaron el mundo, destruyeron la familia, corrompieron a los niños, robaron, mataron… ¡No irían a quedar indemnes los que tomaron las decisiones y fueron actores de tanta barbarie!
Nos queda entonces sentarnos y esperar que las fieras se devoren entre ellas.
Al fin y al cabo aquellos que mueven los hilos en su fuero interno son más animales que humanos. Sus instintos vencen sobre sus cerebros; su maldad es de tal manera morbosa que les envuelve en una espiral infernal de la que nunca podrán librarse. La fiera que llevan dentro les devorará sin piedad alguna.
Algunos analistas, quizás no sin razón, abogan por que la situación actual pueda desembocar en una tercera guerra mundial. Es cierto que no lo sabemos. Como he dicho no somos adivinos. Pero si nos inclinamos mucho más que sensiblemente a visualizar que existen dos escenarios posibles:
Uno es el de que se declare en el mundo una guerra total con consecuencias devastadoras, e inmediatamente después Allâh envíe al Mahdi.
Otra es que el Mahdi aparezca antes de que se declare dicha guerra.
Por supuesto que la segunda es la que queremos nosotros que no queremos ver sufrir de manera tan devastadora a la Humanidad.
Pero es Allâh quien decide, y nos corresponde a nosotros acatar Sus sabias decisiones.
Al igual que las otras dos grandes guerras que se venían venir desde lejos; hoy mismo no podemos cerrar los ojos ante lo que se nos avecina. Se aprende de la Historia; se aprende asimismo del conocimiento que nos ha sido concedido sobre el Ser humano, que no es poco.
Siento decirlo: no hay vuelta atrás. La línea ha sido franqueada. Los locos insaciables se han remangado; los monstruos se han quitado la careta. Los malos ya no tienen más argumentos para aparentar ser buenos. Los cuernos del diablo han salido por el horizonte, de tal manera que todos los hemos podido ver. Y sí, ¡es el diablo!
Han apostado al todo por el todo. Han clamado a voces: “el mundo es nuestro”.
Como una parturienta al final de su embarazo, el mundo hará surgir una nueva situación.
Hoy, hermanos/as, estamos convencidos de que ya no hay vuelta atrás.
Y Allâh sabe más.