Cuando la Historia da un vuelco

Abdul Karim Mullor

Cuando la Historia da un vuelco

Cuando me pregunto qué es la Historia respondo simplemente: “la Historia es las huellas del tiempo impresas sobre la Humanidad”. Nuestro Libro sagrado nos hace mención de la Historia en bastantes ocasiones; unas veces para que aprendamos el ejemplo de los pueblos que nos precedieron, de cómo fueron reprimidos por la cólera Divina debido a sus transgresiones; en otras ocasiones lo hace para que aprendamos de las bellas cosas que se han producido en el seno de la Humanidad. Recordemos que al comienzo de la Surat Yussuf (surat 12) Allâh – Altísimo – dice a Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz -:

Vamos a contarte la más hermosa de las historias al inspirarte esta Recitación, antes de la cual estabas inadvertido. (12-3)

Es así que la Historia, en tanto ella sea fielmente transmitida, se encuentra rebosante de ejemplos de todo aquello que el Hombre debe ser y de lo que no debe ser. Otros pasaron antes de nosotros, y ellos se manifestaron según su época de una manera más o menos similar a la que nosotros nos comportamos. Esto último si lo miramos desde el punto de vista personal. Pero desde la óptica social hemos de reconocer que, desde hace 600 años aproximadamente hasta la fecha se ha producido a nivel europeo sobre todo un salto considerable. Y este salto, cuando lo analizamos desde el punto de vista del comportamiento humano en sociedad, podemos decir que ha sido positivo en un sentido y negativo en el otro, siendo este último aspecto el más considerable, tanto cuantitativa como cualitativamente. Estos 600 últimos años han constituido una pérdida cualitativa en cuanto a calidad humana se refiere; calidad esta que ha ido degradándose de manera paulatina hasta generar la pérdida de la presencia de las cualidades positivas intrínsecas al Ser humano en gran parte de la sociedad.

En estos 6 últimos siglos el mundo ha estado constantemente en guerra, con las consiguientes desgracias que ella conlleva, acrecentándose la destrucción a medida que se inventaban y fabricaban armas cada día más mortíferas sin que nadie le pusiera freno.

Y es que la Humanidad no ha aprendido de la Historia, no ha tomado medidas para mejorar, se ha desvinculado de una responsabilidad cuyo cumplimiento la había sido puesta en bandeja por el conocimiento de los hechos anteriores y el mal que unos pueblos se causaron a otros, o incluso entre ellos mismos.

Bien, pues en nuestra religión ha ocurrido otro tanto. Ya nuestro Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijo que no vendría una generación que no fuera peor que la anterior. Y así ha sido, y así es.

Los musulmanes hemos olvidado los avisos Divinos dados en el Corán y hemos ido malogrando humanidad de manera paulatina. Esto lo demuestra el hecho de que, a medida que ha ido pasando el tiempo, nos hemos ido inclinando hacia los valores materialistas y hacia la fácil obtención de satisfacciones efímeras. Esto ocurre porque nuestra fuerza vital ha ido disminuyendo con el tiempo, de una generación a la siguiente, y así de manera sucesiva.

Decían las gentes de la generación de Haṣṣan Baṣri y de Rabi’a al Adawiyat – que Allâh esté satisfecho de ambos – que en su época ellos no daban importancia a actitudes que en la época del Profeta y de los compañeros eran consideradas como fallos enormes. Un compañero del Profeta dormía todos los días poniéndose el lienzo mortuorio por debajo de su almohada, convencido como estaba que en cualquier momento podía llegarle la muerte. Este hecho demuestra la tenencia de una fuerza vital extraordinaria y de un convencimiento rotundo sobre lo efímero de la vida mundanal.

Seguramente las actitudes no cambian, es decir, las personas que en aquellas mejores épocas tuvieron una buena actitud son semejantes y equivalentes a los que ahora la tienen, y ello aunque sus obras fueran, por así decir, exteriormente más meritorias que las de las gentes de nuestros tiempos. Claro que, el ambiente del que se encontraban rodeados facilitaba el cumplimiento de las buenas acciones, y aquellos que les educaron eran comparablemente más sabios que los de ahora. Es pues, en estos casos, el transcurrir del tiempo el que decide sobre los comportamientos externos y el que los desvaloriza en cuanto al hecho en sí tomado de manera aislada, pero no en cuanto al espíritu que los ocasiona.

No es de extrañar entonces que, en un hadiz que podemos encontrar en el Sahih Muslim el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – dijera que, si en sus tiempos aquél que no cumpliera con 9 décimos de la religión no iría al Paraíso, alguien que en nuestra época cumpliera solamente con un décimo sí lo haría.

Por este motivo los eruditos actuales no pueden rivalizar con los sabios de antes.  Ahora el erudito se encuentra mediatizado por la vida mundanal, por la búsqueda de las satisfacciones efímeras, y esto incide sobre sus acciones e igualmente sobre sus discursos. Se dice que la Ciencia es luz, ahora bien, aquél que se encuentra imbuido en el trasiego de la vida mundanal no sabemos muy bien que Ciencia puede tener, si ya luz no tiene porque actúa en el mundo de las sombras, que es el mundo del dinero y del cumplimiento de las exigencias del alma. De ahí que la situación se va degradando de una generación a otra hasta llegar a un punto, en apariencia sin retorno. Y digo en apariencia porque cuando algo ha llegado a lo más bajo solamente puede remontar.

No es de extrañar entonces que, lo mismo que en la época de Muḥammad – ˤalayhi-ṣ-ṣalatu wa-s-salam – el Qurayš había llegado a lo más bajo como pueblo, hasta el punto de sacrificar a los primogénitos si eran niñas, enterrándolas en vida, en esta época de ignorancia y de sombras llegará aquél quien está destinado a expandir la Justicia en este mundo socavado por la injusticia. Siempre, sepámoslo bien, cuando la Humanidad ha caído en lo más bajo es enviado alguien de Allâh para hacerla subir a las cimas.

Y no es que el Mahdi al Muntaẓar sea un enviado al igual que los cuatro enviados de Allâh, ni un profeta, porque él vendrá siguiendo el Mensaje del Profeta; pero, de alguna manera él si será enviado por Allâh, en el sentido literal del término, para enderezar a la Humanidad y al Islâm.

Y recuerdo, dice el hadiz:

Esperar al Mahdi es adoración