Corán – Lectura y comprensión
Corán – Lectura y comprensión
En el Libro de Allâh se encuentran maravillas como estas aleyas que se presentan a continuación, pertenecientes a la Surat “El hierro”.
Un día de estos, en nuestras reuniones de grupo, hablábamos sobre la superficialidad de algunas gentes que, cuando escuchaban el Adham del Salat se ponían nerviosos, diciendo: “El Dohr” o “El Asr”; vamos a rezar ya. ¿Rezaste? ¿Ya hiciste el Salat? Bien. ¿Sabes? Hay que recitar el Corán, ¿eh?…”
Este tipo de actitudes son propias de gentes que no reflexionan adecuadamente. Ese nerviosismo que les hace siempre estar con miedo sobre un hipotético castigo divino se constituye en su enemigo. Esa falta de confianza en Allâh que les hace convertir la religión en un catecismo de normas y en unas recitaciones coránicas que no pasan de sus gargantas.
El Corán, hermanos/as es para recitarlo, claro está; pero sobretodo es para comprenderlo. ¿De qué sirve recitar de memoria, o leyendo tal o cual surat, sino reflexionamos su contenido ni comprendemos su significado?
Sabed que Allâh vivifica la tierra después de muerta.
Os hacemos claros los signos para que podáis entender.
A los que den y a las que den con generosidad y le hagan a Allâh un hermoso préstamo, éste les será multiplicado y tendrán una generosa recompensa.
Y los que creen en Allâh y en Su mensajero, ésos son los veraces y los que dan testimonio ante su Señor.
Tendrán su recompensa y su luz.
Pero los que se niegan a creer y niegan la verdad de Nuestros signos, ésos son los compañeros del Ŷahîm.
Sabed que la vida del mundo es en realidad juego y distracción, así como apariencia, jactancia entre vosotros y rivalidad en riqueza e hijos.
Es como una lluvia que admira a los sembradores por las plantas que genera, pero que después se secan y las ves amarillentas hasta convertirse en deshecho.
En la Última Vida habrá un duro castigo, y también perdón de Allâh y beneplácito.
La vida del mundo no es más que el disfrute del engaño.
Tomad delantera hacia un perdón de vuestro Señor y un Jardín cuya anchura son los cielos y la tierra, que ha sido preparado para los que crean en Allâh y en Su mensajero.
Ese es el favor de Allâh que da a quien quiere. Y Allâh es Dueño del inmenso favor.
No hay nada que ocurra en la tierra o en vosotros mismos, sin que esté en un libro antes de que lo hayamos causado. Eso es fácil para Allâh.
Para que no os desesperéis por lo que perdáis ni os alegréis, arrogantes, por lo que os da.
Allâh no ama al que se vanagloria o es jactancioso. (57; 20 a 23)
En estas aleyas, hermanos, no se habla de cumplir con el salat y recitar el Corán. Se habla de una creencia sólida, que no es la simple de creer que hay un solo Dios y Su Profeta. Se trata de una creencia, no por imitación, ni por imposición para librarse del fuego. Es un grado de fe soportado en la Certeza (Yaqin). Esta es un conocimiento sólido y profundo que transforma el ser humano interior purificando los lastres que su alma lleva arrastrando desde que adquirió la capacidad de decidir.
Por ello simplemente, y aunque Allâh ha constituido gran parte de los bienes de este mundo como permitidos, El Mismo nos previene contra ello diciendo que son juego y distracción. Esto demuestra que Allâh se encuentra hablando, no de un musulmán que cumple con sus obligaciones. Antes bien, lo está haciendo con gentes que trascienden este estatus, de tal manera que consideran las galas de esta vida mundanal como un engaño pasajero. Aquellos que consideran la Dunya permitida como un espejismo que puede ver el sediento extraviado en el desierto, sin esperanza de encontrar unos tragos de agua que apaguen su sed son sus prisioneros.
La sed por los bienes de la Dunya, aunque ellos estén permitidos, no es otra cosa que un materialismo disfrazado. Allâh lo ha permitido a los débiles de la Umma, que son la gran mayoría, porque el Ser humano, como dice el Corán, es precipitado y pocos son los que reflexionan.
Mientras tanto, el verdadero creyente, que ha recibido la Certeza como producto de su adoración, no espera otra cosa que la complacencia (reda) Divina. Pues los amantes de Allâh no aman el Paraíso y sus deleites, no lo buscan como un fin en él mismo. Ellos buscan ver y conocer al Señor del Paraíso; a Aquel a Quien han dirigido sus anhelos; a Aquel a quienes se han confiado en sus momentos de debilidad; a Aquel a Quien ellos adoran anhelando contemplar la luz de Su Rostro.
Y ellos toman delantera hacia un perdón de su Señor. Pues, en su condición el Perdón es purificación, y ésta aporta la Satisfacción de Allâh.
Ese es el Favor de Allâh que El concede a quien Él quiere.
Ellos, aunque Allâh no les haya pedido sus sumisiones como un préstamo, Allâh, en Su generosidad ilimitada ha querido considerarlo como tal, a fin de obtener una excusa para otorgarles una enorme recompensa.
Ellos dan testimonio ante Allâh. Y lo hacen porque pueden llegar hasta Su Presencia. De otra manera ellos no podrían testificar.
Y además de la recompensa tendrán “su luz”. La luz del Saber, la luz del Discernimiento, la luz de la Verdad.
Todo es fácil para Allâh. Es difícil para nosotros, fácil para El. Si Él quiere tu bien, entonces has ganado, hermano/a; entonces has obtenido un éxito rotundo cuyas consecuencias durarán eternamente.
Hermano/a: cuando te acerques al Corán, lee despacio, intenta comprender el Mensaje. Si es así, cada día verás algo nuevo en cada una de las aleyas que ya leíste.
No te apresures a aprender surats de memoria sin haberte sumergido en su significado. Aunque solamente hayas realizado un poco de él, si continúas, mañana verás más; pasado mañana más, hasta que un día sus luces comiencen a irradiar de tal manera que captes las maravillas que ello puede provocar en tu interior.
Eso ocurrirá cuando veas la vida de este mundo como disfrute y engaño. Entonces te volverás hacia El sin darte jamás la vuelta. Y quien en Él se apoya y en El confía nunca se verá defraudado.