Clasificaciones del Hadiz – I

Introducción

En el Nombre de Allâh – el Todo Misericordioso – el que Manifiesta Su Misericordia; y la plegaria y la paz sobre Muḥammad, siervo y Enviado de Allâh, así como sobre su familia y compañeros.

Como hemos explicado anteriormente, el ḥadiz es todo aquello cuanto nuestro Profeta Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz – enseñó; ya fuese a través de las palabras o de los hechos. Al cuerpo completo de los ḥadices le llamamos Sunna, o costumbre del Mensajero de Allâh.

Debemos decir asimismo que la Sunna es revelada, pues en ella se explica el Qur’an mediante las palabras y la práctica. Nada, tanto en las palabras y en las obras, nada en la Sunna contradice el Corán; al contrario, antes bien, lo explica y desarrolla, a fin de hacerlo humanamente comprensible para todos los musulmanes.

Es un defecto en la fe del musulmán suponer que las palabras y obras del profeta – sobre él la plegaria y la paz – no hayan sido convenientemente recopiladas y conservadas, habida cuenta de que Allâh, en diferentes aleyas del Corán, nos ordena obedecer al Profeta. Como Allâh no puede tener fallos, después de haber ordenado obedecer al Profeta, debemos deducir necesariamente que la Sunna se encuentra indemne y completa. No comprenderlo así implicaría achacar defectos a Allâh, lo cual es absolutamente imposible; El Quien es Toda Sabiduría y todo poder.

Dijo Rasulu-l-Lâh – sobre él la plegaria y la paz – – ¡Oh Señor! Ten misericordia por las personas que vendrán después de mí, aquellos quienes relatarán mis Hadices y mi Sunna y les enseñarán a las gentes.

(De Ali, recopilado por Tabarani)

Primeros pasos

Seguramente, el Imâm Malik fue el primero quien recopiló los hadices en un libro de difusión popular, titulado Muwatta. El Profeta había desaconsejado escribir sus palabras durante su vida, pero como podemos leer en el hadiz anterior, había dejado la puerta abierta para su recopilación escrita una vez hubiera dejado este mundo. El ‘Imâm no pretendía recopilar en la Muwatta una colección de hadices, sino que los utilizó a fin de determinar la práctica de la Šari’a de una manera uniforme por todos los musulmanes, habida cuenta de la expansión geográfica del ‘Islâm mediante las conquistas de Siria y Persia fundamentalmente.

Como ya explicamos en otro de nuestros escritos, fue el Šayj Bujari el primero en establecer una metodología de verificación de la veracidad del hadiz. Ya explicamos en el escrito al que he aludido en qué consistía dicho método, el cual, todo hay que decirlo, ha sido utilizado como metodología de referencia por todos los recopiladores del hadiz, si bien algunos introdujeron alguna modificación secundaria al efecto. Esta metodología, como dijimos, resultaba ser necesaria provisto la gran cantidad de hadices que habían pasado de uno a otro, sufriendo en dicho pasaje una deformación progresiva de su contenido.

Recordado esto, pasemos entonces a explicar las diferentes modalidades de transmisión de hadices, antes de acometer de lleno, las clasificaciones conocidas en todo el mundo islámico.

Una pregunta

Seguramente más de uno se ha formulado la pregunta de si todos los hadices, todas, absolutamente todas las palabras del profeta, así como todos sus hechos, han sido recopilados en una u otra colección. En principio diríamos que no, habida cuenta de que todos los recopiladores no admitieron miles de hadices que representaban dudas o no entraban dentro de sus filtros de selección. Es evidente entonces que no toda la Sunna se encuentra en los hadices. Pero atención, esto es solamente una apreciación preliminar, la cual hay que tomar con mucha precaución.

Sayydinâ ˤAlî – que Allâh ennoblezca su rostro – y sayyidinâ Abu Hurayra – que Allâh esté satisfecho de él – manifestaron que habían escuchado palabras del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – que si las rebelaran podrían haber terminado sin la cabeza sobre sus hombros.

Es más, sayyidinâ Salman al Farisi – que Allâh esté satisfecho de él – dijo que si él revelara dichas palabras habría gente que diría: “Que Allâh bendiga al asesino de Salman”.

¿Cuáles eran pues esas palabras? ¿Se transmitieron o no? Y si no lo hubieran sido ¿cómo es posible que no se haya transmitido toda la Sunna?

La respuesta es que sí se han transmitido a través de los siglos, y han sido explicadas con cuentagotas, tal y como se da la medicina a los niños y a los enfermos.

Mis sahaba son como las estrellas en el cielo. A cualquiera de ellos que sigáis seréis bien guiados” (De Abu Hurayra)

Rasulu-l-Lâh – – sobre él la plegaria y la paz –, es sabido y admitido por todos, en multitud de hadices al efecto, no se reunía con todos a la vez y hablaba a cada uno, a cada grupo, según su capacidad de comprensión. La élite de sus compañeros es conocida por todos, siendo los 10 a los que se prometió el Paraíso, así como las Gentes del Banco y algunos más. Entre todos aquellos a quienes el profeta impartía una enseñanza especial y concreta podríamos contar seguramente menos de 200. E incluso entre estos últimos había grados de acercamiento a sus enseñanzas.

Sería un mal acto de fe creer, y peor aún asegurar, que dichas enseñanzas no se trasmitieron a aquellos quienes a través de los siglos han gozado de un gran Favor de Allâh en cuanto a su capacidad de comprensión y de acercamiento a la Proximidad Divina. Tal suposición no puede ser sino producto de la envidia o de la ignorancia, o bien de ambas a la vez.

Es pues completamente seguro y cierto que esas enseñanzas se conservaron por personas quienes en todo derecho han sido nombradas como “herederos de los profetas”.  Y esto porque en palabras de Rabi’a Al Adawiyat – que Allâh esté satisfecho de ella –: “La comida de los elefantes no cabría en el estómago de las hormigas”.

Establecido esto, ahora corresponde localizar quienes y como transmitieron esas palabras y hechos de las que Abu Hurayra, ˤAli y Salmán dijeron tales palabras.

La línea de transmisión de dicha parte de la Sunna la encontramos en las silsilas (cadenas de transmisión iniciática) del Tasawwuf. Efectivamente, no podía ser de otra manera, habida cuenta que el Tasawwuf recoge en su práctica a todo aquel quien aspira a hacer del conocimiento de Allâh el centro de su vida. Pues quien se acerca a Allâh a pie, Allâh se aproxima corriendo hacia él.

Las odas de ‘Umar Ibn al Farid, la doctrina del Waḥdatu-l-Wuŷud de Ibn ˤArabi, los escritos de ˤAbdul Qadir Jilani, Ŷunayd al Bagdadi, Abu Ŷasid Bistami, Abu Ḥamid Gazali, Aḥmad Ibn Ata’i-l-Lâh, Abû Madyam al Gawz, Abul Abbas al Mursi, Qušayri, Abdul Karim Ŷili, Aḥmad Zarruq, Abul Ḥassan Šadili, Al ˤArabi A-d-Darqawi, Aḥmad Ibn Mustafa al ˤAlawi, entre otros, nos hablan de esas palabras del Profeta adaptándolas a la comprensión del lector y cumpliendo con el sagrado deber de transmitir la Sunna a todo aquel capaz de llegar a comprender al menos una pequeña porción de los transmitido.

Incluso, Abu Hamid Gazali en su Faslu Tafrikat, así como Abdul Qadir Ŷilani en su “Sirrul Asrar” relatan hadices los cuales no podremos encontrar en otras colecciones.

Estimo que después de haber escuchado esta corta exposición podréis comprender la magnitud de la Ciencia y el conocimiento de nuestro amado Profeta – sobre él la plegaria y la paz – ; ciencia que tantos y tantos han subestimado hasta el punto de quererla reducir a su escasa capacidad de comprensión.

Les silsilas

Se llama Silsila (literalmente “cadena”) al conjunto de šuyuj transmisores de la doctrina del Tawḥid a los adeptos a la doctrina islámica del Tasawwuf, llamados fuqara o sufís.

Dicha cadena comienza en el Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y sigue, ya sea por Abu Bakr o ˤAlî, pasando de uno a otro heredero de la sabiduría transmitida; sabiduría esta de la que el profeta dijo que ˤAli era la puerta y que Abu Bakr la guardaba en su corazón.

Sin esta transmisión de uno a otro, no podría existir la Ciencia del Interior, la cual es y ha sido una especialidad puramente islámica, en tanto que en las anteriores civilizaciones y religiones la encontrábamos únicamente en los profetas y en un número muy reducido de sus seguidores. En los XIV siglos de Islam, al contrario, las personas que han conocido a Allâh a través de esta ciencia han sido miles, decenas de miles; si bien en esta época el número de ellos es bien escaso, no pasando seguramente de 40 en toda la Umma.

Y los aproximados. Oh los aproximados!

Esos serán los que tengan proximidad, en los jardines del Deleite (Yannatu-n-Na’im). Muchos de los primeros y pocos de los últimos (56 – de 8 a16)

Centenas de hadices han sido transmitidos en el cuadro de las Tariqats que han representado al Tasawwuf durante estos 14 siglos. Hadices estos que quedarán a disposición de aquellos quienes puedan beneficiar de ellos, siendo como son una prueba para el conocimiento de la totalidad de los musulmanes, tal y como dijeron ˤAlî, Abu Hurayra y Salman al Farisi.

Y es que la ciencia que se nos escapa es enormemente superior a la que poseemos.

Hemos querido hacer comprender que la Ciencia de Allâh es inmensa, que la sabiduría de nuestro profeta – sobre él la plegaria y la paz – es ingente y que solamente podemos comprender de ella una pequeña parte. No se pueden poner puertas al mar, ni se pueden encerrar en jaulas las inteligencias sagaces.

Cada uno comprenderemos según nuestra capacidad o nuestro nivel de purificación.