Bienaventurados los extraños – Fa tuba lil guraba

Dijo el Mensajero de Allah- sobre él la plegaria y la paz – :

«El Islam comenzó como algo extraño, y volverá como algo extraño…, por lo que se anuncia la buena nueva a los extraños». [1]

En otro relato se dice: «Oh Mensajero de Allah, ¿Qué son los extraños?» Él, (sallallahu ‘alayhi wa salam) replicó: «aquellos que son firmes en la justicia en un momento en que el pueblo está corrompido.» [2]

En otra versión él ( sallallahu ‘alayhi wa salam) dijo: «aquellos que corrigen lo que la gente ha corrompido dentro de mi Sunnah» [3]

1 – Recogido por muslim
2 – Tahawi en al-Mushkil (298 / 1)
3 – Tirmidhi (2765), Tabarani en al-Kabir (16/17), al-Bazar (3287) y otros.

A veces, al leer un texto como este nos concentramos sobre el mensaje central y descuidamos otros aspectos tan dignos de ser tenidos en cuenta como el tema principal.

A la vista de estos hadices la primera impresión que cualquiera se podrá llevar es que el Islam en nuestros días es seguido de manera fidedigna por una minoría de fieles. Esto es cierto, nos encontramos en esos tiempos a los que aluden los hadices, sin duda alguna. Como casi siempre estas palabras del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – entroncan con otras palabras suyas. En este caso lo hace con aquellas palabras en las cuales él llama hermanos a aquellos que le seguiremos sin haberle conocido.

Ahora bien, en estos hadices se ofrecen algunas de las características que definen a aquellos a los que el Profeta llama extraños al ser los menos que siguen el Islam como debe ser seguido:

Aquellos que son firmes en la justicia cuando el pueblo está corrompido.

Esto significa que al llamarles extraños, pues son los menos, la gran mayoría se ha corrompido. Las palabras son gráficas, claras, sin duda alguna con respecto a su significado. Y cuando el pueblo se corrompe, como dicen otras palabras del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – Allah le castiga con malos gobernantes, lo cual retrata el estado en el que se encuentra el pueblo musulmán en cualquier rincón de la tierra. Por desgracia, la gran masa se encuentra más ocupada en intentar derrocar gobernantes que en cambiarse ellos mismos, ya que ellos son la causa directa de sus propios males que ellos achacan al mal gobierno de sus representantes. Querer ver el mal en otros y no hacerlo en nosotros mismos es el gran error, es la consecuencia directa del orgullo y la arrogancia.

Aquellos extraños que están firmes en la Justicia no son otros que aquellos quienes aconsejan al pueblo mejorar sus costumbres, retomar el Din en sus manos y no delegarlo en manos ajenas; pues los “sabios lobos”, es decir, los ulama que dicen guiarlos forman parte precisamente de ese gobierno corrupto que el pueblo mismo ha generado con sus malas obras y que han sido puestos frente a ellos como castigo Divino por su olvido de Allah y sus errores.

Aquellos que corrigen lo que la gente ha corrompido dentro de mi Sunna

La Sunna, hasta la llegada de sus primeros corruptores en el siglo XVIII, había sido bien recopilada. Había sido validada por el Consenso (Iymá) el cual es la tercera fuente de Jurisprudencia islámica, validada por estos dos hadices:

La Mano de Allah está con el Consenso

Mi Umma no puede estar unánime en el error

Muhammad Ibn Abdil Wahhab, espoleado por Inglaterra y posteriormente el corrupto Nasiruddin al-Albani han sido los mayores corruptos de las doctrinas del Islam. Comprendiendo la gran importancia que tiene la Sunna como legisladora y explicación del Corán se dedicaron a cambiarla y corromperla. Y esto lo hicieron de tal manera que hoy cuesta muchísimo trabajo a los musulmanes apartarse de los dictados corruptos de sus seguidores y practicar la verdadera Sunna la cual ha sido seguida durante la gran mayoría de los siglos del Islam.

Así pues, aquellos que corrigen lo que la gente ha corrompido dentro de mi Sunna, son, o somos, aquellos quienes denunciamos esta situación alterada para llamar a los musulmanes a la verdadera práctica de la religión.

La mayoría de los musulmanes, hoy en día, se dedican de una manera u otra a obtener bienes materiales. Este ansia de poseer no se reduce únicamente a la legítima búsqueda de los medios de vida, sino que el amor a las posesiones se ha entronizado en sus corazones, de tal manera que, como aquellos beduinos idólatras de antes de la llegada del Islam, rivalizan los unos con los otros en la obtención de estos bienes, llegando para ello, en gran parte de las ocasiones, a transgredir lo sagrado, a obtener dichos bienes de forma ilegal y a guerrear para conseguirlos.

No es de extrañar que, visto el olvido de Allah (gafla) en el que el pueblo vive, sus guías “religiosos” sean corruptos de toda especie, pues es, al fin y al cabo, lo que ellos se merecen vista su disposición hacia la religión. Ellos crearon el monstruo con su comportamiento y no tienen derecho a quejarse de sus males una vez se presentan delante de ellos en forma de abusadores de toda especie, de adulteradores de la Sunna o de embusteros sobre la religión.

Si solamente al cometer errores, como todos los cometemos, pidiéramos humildemente perdón, aunque estos errores se repitan una y otra vez, obtendríamos el Perdón de Allah y Su Beneplácito. Pero cuando uno comete errores y defiende su derecho a cometerlos es ahí donde comienzan sus desgracias; y como más vale llorar pronto que tarde, mejor que lloremos humildemente nuestras faltas que no lloremos por el abuso que sufrimos por aquel mal que nosotros creamos por nuestro empecinamiento en hacer y defender el mal.

Es así que la misión de los extraños, de aquellos que siguen el Islam como Allah lo reveló en tiempos de turbación es la de restablecer la Sunna del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y denunciar los abusos que ella ha sufrido en estos últimos tiempos.

Quiera Allah que triunfemos en nuestra labor y que, de día en día, se sumen a nosotros hermanos y hermanas que nos ayuden en esta ardua, pero satisfactoria, labor.

Pues Allah ha preparado el Firdaws a aquellos quienes aman Su Rostro más que cualquier otra cosa en sus vidas.