Ashura –el día del Poder divino y de la modestia humana
Ašura –el día del Poder divino y de la modestia humana
Siempre es preferible vestirse con el temor de Allâh, con la prenda de la modestia, con el tarbuš de los buenos pensamientos y el manto de la piedad, que ir paseando por la calle llamando la atención sobre nuestros vestidos, sea por lo bellos, sea por lo singulares, mostrando que somos mejores que los demás, atusando nuestras barbas por presunción o llevando bastones que nos confieran la importancia que no tenemos. Pues si nos despojaran de estos elementos y nos sintiéramos indefensos, de lo que es por sabiduría, inteligencia y buen proceder poco nos quedaría que mostrar.
La modestia se impone, pues llamar la atención como los comerciantes lo hacen sobre sus productos, es cosa del mercado y no de la vida de quienes con su sencillez pueden dar ejemplo sin gritar, ni gesticular o pavonearse mostrando las vestimentas y cuatro sentencias aprendidas al efecto que den el aire de prestancia a nuestros vestidos.
Ašura es el día de la liberación, pero también lo es de la modestia. Pues en este día Ibrâhîm – sobre él la paz – fue liberado del fuego después de haber pedido a Allâh modestamente que le liberara, no por sus cualidades sino por necesidad. Lo mismo ocurrió con sayyidinâ Yussuf – sobre él la paz – cuando salió de prisión; y con ˤIsa cuando fue elevado a los cielos por la modestia demostrada ante Allâh; como Nuḥ cuando se posó su arca por un beneficio de Allâh.
El Poder de Allâh y sus demostraciones son la antesala de la modestia del siervo, quien viéndose abrumado por el Poder divino se inclina ante El en adoración y reconocimiento.
Ašura es pues la modestia del siervo frente al Poder soberano del Dios de los cielos y de la tierra.
La modestia es una luz que despide fuera de sí a todo aquel quien nos quiera dar importancia para ejecutar asuntos turbios. Guardando un perfil personal discreto nos aseguramos no entrar por puertas que nunca debieran abrirse para nosotros. Es de esta manera que podremos trabajar en toda libertad y seguridad. Nadie cuenta con aquellos cuyos corazones se encuentran muertos cuando se trata de sedición y de algarada.
Y es ahí, en ese ambiente discreto y reservado que se gestan los asuntos importantes de la Humanidad y de la Religión. Gentes cuya reserva es absoluta, cuya inteligencia excede cualquier medida, cuya sinceridad penetra en el fondo de los asuntos hasta desentrañar los aspectos más relevantes de cada situación a fin de otorgar las soluciones más asombrosas.
Las actitudes en el pago de la Zakat
Tradicionalmente la Zakat al mal, es decir, el impuesto musulmán legal sobre la riqueza se satisface el día de Ašura. Antiguamente era el Estado musulmán quien tasaba el patrimonio de cada cual con la ayuda de los funcionarios destinados al efecto. Hoy, ningún país hace tal. Queda por tanto a la discreción y honestidad de las personas obligadas al pago el hecho de satisfacer su deuda adecuadamente así como la responsabilidad de hacérselo llegar a las personas indicadas o a los destinos especificados en el Corán. Cuando el patrimonio personal o familiar significa una cantidad elevada se trata de una gran responsabilidad tasarlo con precisión pues nos estamos refiriendo a uno de los cinco pilares del Islâm. No olvidemos que Abu Bakr siddiq – que Allâh esté satisfecho de él – cuando era jalifa realizaba incursiones bélicas en las tribus recién convertidas en Arabia que se negaban a pagar el Zakat o que escogían a los animales más raquíticos de sus rebaños cuando pagaban en cabezas de ganado. Se trata pues de un asunto de importancia capital que aseguraba el reparto de la riqueza entre los musulmanes, así como que los bienes no se estancaran y se dedicaran al comercio o a su incorporación al mundo laboral.
Aquellos quienes, amparados por el incógnito no satisfagan el Zakat o lo hagan de manera inadecuada tasando los bienes a la baja, se encuentran cometiendo un mal cuyas consecuencias sociales o personales no llegan a poder calibrar. Lo que se les quede entre las manos es peor que el veneno, más oxidado que la herrumbre y más contaminado que las aguas que evacuan los alcantarillados públicos de las ciudades. Muchas veces las enfermedades crónicas proceden de estas actitudes como justo castigo a actitudes semejantes. Allâh no hace nada sin motivo.
Liberarse de nuestras riquezas en beneficio de otros es un gran acontecimiento que nos ayuda a dulcificar nuestro carácter, a sentir solidaridad, a experimentar la maravillosa alegría de hacer el bien.
A quien agradece a Allâh, Allâh le da más – dice el hadiz
Asimismo a aquel quien demuestra honradez y seriedad en el reparto de sus riquezas Allâh le otorga sabiduría y control de las pasiones de su alma. Y la Umma necesita de estas gentes que reparten y se responsabilizan de sus deberes solidarios. Es solamente con esta actitud que se cumplen las condiciones del hadiz:
La mano que está arriba es mejor que la que está abajo.