Amor – Conocimiento – Verdad
Abdul Karim Mullor
Amor – Conocimiento – Verdad
Oh guía de las caravanas en las arenas del secreto – Ya sa’ik al afkar fî midani-s-sirri
Oh guía de los asuntos, llévanos hacia el Decreto – Ya hadiya-l-‘amar sirû ‘ala qadri
Si no hubiera Verdad no podría haber Conocimiento y Amor. Pero la Verdad es la que es, y nada puede ser explicado sobre su función, porque la Verdad (Al Haqq) es Allâh, y por extensión todo aquello que emana de Él como realidad secundaria.
Si hablamos del núcleo del Conocimiento en el Ser humano se trata de la Consciencia, es decir, de lo que sabemos que somos en cada momento y estado. Mientras que si hablamos del Amor lo hacemos de una fuerza, de un fuego devorador que nos impele a acercarnos a la Verdad, y por ende al Conocimiento de ésta.
Por nuestra experiencia en este camino bendito que procede del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – sabemos que en estos tiempos el Conocimiento se ha convertido en una perla rara y difícil de encontrar. Para adquirir un conocimiento profundo es necesaria una disciplina férrea, tanto que, en este tiempo, casi nadie somos capaces de soportar. Por otra parte, vemos día a día, a gentes equivocadas, no por su ni a o intención, sino por no saber discernir lo verdadero de lo falso; dicho brevemente, por falta de conocimiento, producto de una carencia de implicación personal suficiente.
Ahora bien, esta ausencia de conocimiento, o esta dificultad para obtenerlo, puede ser suplida por el Amor. Y este Amor es necesario encauzarlo separándolo de los caprichos y vaivenes para que sea puro, desinteresado y efectivo.
Este Amor, si cumple con los requisitos de aplicación y de objetivo, es la fuerza purificadora del alma. Es un fuego que hace extinguirse los deseos desordenados convirtiéndolos en escoria que ha de ser relegada al lugar donde se depositan los desechos para no ser utilizados nunca más.
Antes, hace centurias, las gentes se acercaban a Allâh enfrentándose frontalmente a los deseos del Nafs, a fin de dominarlos mediante la fuerza y la resolución. Y esto se hacía porque el conocimiento que ellos tenían de ellos mismos les llevaba a saber cuáles eran los defectos y tendencias de esa alma avocada al deseo y a la satisfacción de su propia voluntad. Hoy, esa fuerza de voluntad, esa constancia y fortaleza no existen en la casi totalidad de los aspirantes. Por eso, hemos llegado a unos tiempos en los que la sola alternativa puede ser la Vía del Amor.
No es el Amor ese sentimiento ñoño que satisface nuestro ego con emociones diversas, sino, antes bien, el poder de atracción hacia una realidad, hacia una Verdad Eterna y existente por ella misma.
Nuestra experiencia con los musulmanes nos dice que muchos tienen verdaderas dificultades a establecer claramente conceptos básicos. Muchos no pueden ver con claridad cuáles son los conceptos acertados y cuáles son los falsos; cuáles siguen las Palabras de Allâh y del Profeta, y cuáles no. Es por ello que la Vía del Conocimiento no es accesible para ellos, y que ellos solamente podrán acceder al Conocimiento a través del Amor. No hay otra.
¿Y cuál es esa metodología que nos hace llegar del Amor al Conocimiento? Zulija – que Allâh esté satisfecho de ella – llegó a él a través del Amor; de un amor cuya fuente ella la veía en Yussuf, pero que en realidad era la luz de Allâh que se manifestaba en él – sobre él la paz -.
Es cierto que el Amor es un arma de doble filo, es cierto que si amamos la persona equivocada que nos aporta conceptos equivocados, nos veremos avocados a la ignorancia y al desvío de la Vía de Allâh.
Es por ello que nuestro Amor ha de ir dedicado a aquellos los cuales beben de la fuente eterna y abrevan a otros. A esas gentes del Recuerdo, cuyo Amor nos acerca al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – y a Allâh – exaltado sea.
Es sabiendo esto que os ponemos en guardia contra amar y seguir a la gente equivocada, porque ello podría llevaros al abismo y privaros de un gran bien; porque cuando alguien ve a sus hermanos en dificultades ha de advertirles, y ha de hacerles comprender que su visión, su mala percepción de la realidad, es la que les ha llevado al mundo de la confusión. Porque ellos han olvidado que el šaytan pidió permiso a Allâh para apostarse en el camino y extraviarles. Porque para poder saber dónde está la Verdad hay que esforzarse al máximo, y ellos han olvidado esto, creyendo que todo les viene hecho y que lo que se cruza en su camino es el bien y no el mal.
Ahora bien, como no nos está permitido y sería temerario pensar mal de Allâh, podemos decir que quien ama y sigue a la persona equivocada es debido a una carencia personal suya, ya que Allâh no podría extraviar a aquel quien con sinceridad absoluta busca la guía. Por eso estamos en condiciones de decir que, quien se equivoca y permanece en el error tanto tiempo que no se pueda decir que es el error del principiante, es precisamente por una falta de sinceridad, de trabajo o de ambas cosas a la vez. Quien se extravía pues que se pida explicaciones a sí mismo.
Estas faltas o ausencia de acierto que llevan a confundir a algunos la buena de la mala guía, nace de su Nafs. Por experiencia, ya que hemos observado esto con suficiente atención, los factores que más contribuyen a ese extravío o ausencia de buena guía son:
A / Una auto limitación del esfuerzo: “hasta aquí he llegado, ya basta, y a partir de aquí como yo viva y piense debe ser la verdad”. De esto deriva el auto engaño y la auto complacencia. Pocos tienen la suficiente humildad para admitir sus carencias. No han tenido en cuenta, ni han querido tenerla, que Allâh no prueba a nadie por encima de su capacidad. No han comprendido que sestear y dormir no son buenas opciones para adquirir conocimiento. Que las perlas se obtienen buceando una y otra vez, que el oro se extrae mediante el sudor y la penuria.
B / Un enfado y un malestar por ver a otros en mejor posición que ellos. En ese caso su Nafs se rebela, y a veces les ataca para sentirse satisfecho y creerse superior.
C / Un cierto orgullo que le hace que viendo a otros que les pueden guiar y enseñar se desentienden de ellos, rebelándose interiormente porque la facultad de guiar no les haya sido dada a ellos. Y esto ocurre con personas próximas, del mismo país o ciudad, de las que uno se resiste a creer que puedan tener la capacidad de indicarnos el camino. El Qurayš se resistía a seguir a aquel que compraba en sus mismos mercados y andaba por sus mismas calles.
D – Al final, unos y otros van detrás y son presa fácil de aquellos quienes han hecho amistades con shaytanes y genios en el mundo del Malakut, y que juegan el papel de aquellos quienes, entre hombres y genios, apartan del camino de Allâh – exaltado sea.
Resumiendo sobre el Amor: si queremos entrar en la Vía del Amor se nos requiere el mínimo esfuerzo necesario para distinguir a aquellas gentes del recuerdo a quienes amando nos pueden llevar al conocimiento. Y si no les hemos encontrado, y hemos sido seducidos por falsos guías, no podemos hacer responsables a otros que a nosotros mismos; pues nadie nos puede engañar si nosotros se lo impedimos.
Es así que cuando el Amor se convierte en una fuerza purificadora nos abre las puertas del Conocimiento. Primeramente de conocimientos parciales que, por su belleza, activan de nuevo al Amor a fin de llegar a mayores objetivos.
Al final, se resuelve el enigma por si solo; porque en realidad, cuando hemos llegado a la cima de un conocimiento detrás del cual no puede haber más, entonces somos conscientes de que el Amor se encuentra dentro de él. Es decir, el Conocimiento engloba al Amor, y la Verdad (Al Haqq) – Allâh les engloba a ambos.