Al-ṣidq, la sinceridad

Por el cheij Aḥmad ben ‘Aŷîba. Notas: El Mehdi Flores

Al-ṣidq, la sinceridad, es desentenderse de los requerimientos del alma (ḥuẓûẓ al-nafs) al orientarse hacia Dios, el Altísimo, y entregarse solo a la impasible certidumbre (al-yaqîn), o sintonizar el exterior y el interior de la persona en lo referente a palabras, obras y comportamiento, o también guardar celosamente los secretos del Todomisericordioso (asrâr al-Raḥmân).

En resumen, es mantener el fuero interno (al-bâtin) purificado de toda preocupación exterior. La diferencia entre el ṣidq (la sinceridad) y el ijlâṣ (la fe genuina) es que el ijlâṣ impide el pecado de širk o asociacionismo, ya sea manifiesto como oculto, mientras que el ṣidq (la sinceridad) anula la hipocresía (nifâq) y la complacencia engañosa (mudâhana) en todas las cosas.

Para ilustrar la relación entre ṣidq e ijlâṣ podemos decir que el primero es como el lavado con el que se separa el oro de su ganga; preserva la intención limpia de la hipocresía y la purifica del trastorno de la ilusión. El dotado de una fe genuina (ṣâḥib al-ijlâṣ) no está pues al resguardo de las complacencias del alma y de las solicitudes de la pasión (musâmaha al-hawâ’) a diferencia del dotado de sinceridad (ṣâḥib al-ṣidq) que elimina las complacencias engañosas y disipa las solicitudes del alma pues nadie que se engañe a si mismo puede respirar el aroma de la sinceridad, a pesar de las apariencias

La marca de la sinceridad es que haya coincidencia (istiwà) entre el interior (al-sirr) y el exterior (al-‘alâniya) de la persona. Al que es sincero no le afecta el qué dirán, de modo que no siente vergüenza cuando salen a la luz cosas suyas desagradables y en vez de ser conocidas solo por Dios lo son también por sus semejantes.

La sinceridad del común de los creyentes consiste en actuar sin esperar recompensa; la de los escogidos en purificar sus estados (aḥwâl) de toda apetencia que no sea Dios; la de los predilectos en purificar el bebedero (mašrab) del tawḥîd de todo lo que no sea Dios. El que haya alcanzado la primera de estas moradas (maqâmât) es un ṣâdiq (sincero) y el que alcance las otras dos siguientes es un ṣiddîq (verídico, auténticamente sincero).

En cuanto al hecho de reconocer que Dios existe o que los awliyâ’ se distinguen por cualidades especiales (juṣûṣiya) en atención a las cuales se les muestra veneración, esos hechos son más bien un asentimiento (taṣdîq) y no se debe asimilar a la sinceridad (ṣidq), contrariamente a lo que creen un cierto número de alfaquíes contemporáneos. Es verdad que se dice del que afirma esto sin dudar que un verífico, pero en puridad, el concepto de verídico solo debería aplicarse al que tiene profundamente arraigados en su interior la sinceridad y el asentimiento.

Notas

Según Al-Gazalî, en la jeraquía de los que profesan el tawḥîd o profesión de la unidad del Ser, los ṣiddîqûn ocupan un alto rango solo superado por el de los profetas y los ángeles. A esa categoría pertenecía Abu Bakr, llamado el Verídico (ṣiddîq) quien interrogado sobre lo que pensaba de la noticia del Viaje Nocturno (isrà) y de la Ascensión a los cielos (mi‘râŷ), contestó antes de oírselo contar al Profeta: ṣádaqa (¡ha dicho la verdad!). La adhesión de Abu Bakr era tal que el profeta Muḥammad declaró públicamente en la mezquita poco antes de su muerte: “Si Allah me hubiera permitido tener un compañero íntimo (ṣadîq) en esta vida, ¡por Dios, que ese hubiera sido Abu Bakr!”. Al oír lo cual, Abu Bakr rompió a llorar y se dijo: “¡Ay! Esto es que nos deja y se marcha con su Amado”. ¿Cómo no honrar pues a aquellos a quienes el propio Profeta honraba con sus palabras y sus gestos? Será  poco después Abu Bakr el que confirme a la comunidad el fallecimiento del Profeta con estas palabras:

-“Si habia aquí alguien que adoraba a Muhámmad, que sepa que Muhámmad ha muerto. Pero si, por el contrario, aquí adoramos a Allah, tened la certeza de que Allah es El Viviente y no muere jamás”.

Y recitó a continuación la siguiente aleya: “Y ¿qué es Muhámmad sino un Mensajero antes del cual han pasado ya otros Mensajeros?. ¿Si muriera o le mataran, ibáis a volveros atrás? Quien se eche atrás, a Allah no le perjudica en nada y en cambio Allah recompensará a los agradecidos” (3:144).

¡Allahumma, haznos de los agradecidos!