A vueltas con la Charia
Por Abdul Karim Mullor
A vueltas con la Charia islámica
No hay un concepto que haya sido más tergiversado por unos, manipulado y dirigido por otros, y mal comprendido por una buena cantidad de personas cuyo origen es de lo más variopinto.
Para los que no conocen la religión del Islâm, Šaria es sinónimo de terror, de fanatismo. Aunque, en honor a la verdad, a que exista esta impresión general han contribuido los medios de información, digamos que con una gran dosis de malicia interesada.
Es cierto, a nadie que dirija en Occidente le interesa el Islâm. Y ello por presentir que es el peligro número uno que viene a subvertir su escala de valores. Claro está que estos valores tan cacareados por el Nuevo Orden Mundial no son sino una escala de intereses consumistas tendentes a crear un Ser humano que haga genuflexión ante un materialismo feroz con el que se bombardean las mentes y las almas de todos para procurar su obediencia total a un sistema consistente en hacer ganar, ganar y ganar dinero a un grupo cada vez menos numeroso de insaciables.
Es por ello que un sistema de pensamiento que predique la desaparición de la usura, la igualdad entre los seres humanos, la generosidad, la solidaridad, la bondad, etc. es un gran peligro para el nepotismo que llevan a cabo en el mundo estos que lo dirigen todo por tener dinero para comprar voluntades por doquier.
Y, ciertamente, la actitud de muchos llamados musulmanes ha ayudado a crear esta impresión negativa del Islâm, vista la brutalidad de sus mentes al querer imponer a capa y espada un sistema rígido basado en lo que sale de la cortedad de sus mentes, y también potenciado por intereses geopolíticos diversos, que todos conocemos.
Aun así nada justifica la impresión que se ha creado en Occidente sobre la Šaria’, porque el que más y el que menos, desprecia al Islâm debido a la feroz y malvada propaganda que la Iglesia ha extendido por el pueblo de un enemigo que siempre les ha derrotado en honradez y justicia.
Esa es la verdad, y no creo que nadie pueda rebatirnos nuestras palabras con razones documentadas y bien argumentadas.
Claro que, esa palabra Šari’a ha sido tomada asimismo en rehén y como excusa por doctrinas que, bajo la denominación genérica de “islámicas”, han nacido cual engendro como hijos bastardos de la Masonería, el clientelismo económico y la subversión al verdadero Islâm. Son, ya lo hemos dicho en varias ocasiones: el Wahhabismo y Salafismo patrocinados por Arabia Saudita, el Tabligh por Pakistán, los Hermanos Musulmanes por Qatar, los coranistas por los Hermanos Musulmanes, etc.
Todos ellos han presentado la Šaria, que no es otra cosa que la Legislación Islámica, como un paquete de medidas imposible de cumplir; medidas duras, faltas de piedad y compasión, que dan una imagen intolerable y esperpéntica de lo que es y debe ser el Islâm Evidentemente, todos estos grupos, de manera consciente, trabajan con Occidente para dar esa imagen agónica de un Islâm feo y malo, digámoslo en argot popular. Todo ello para que se diga y pregone que el Islâm es malo y que es lo contrario de esa tan cacareada “libertad” que nos venden, un día sí y otro también, los mismos que ejercen sobre nosotros un control inquisitorio; nuestros “amados” poderosos, creadores del bulo más grande jamás contado.
Volviendo a lo que es la Šari’a en sí, se trata de las prescripciones mínimas que debe seguir un musulmán para comportarse dentro del marco de la Religión. Algunas de ellas son universales como: no beber alcohol, no comer cerdo, no cometer adulterio, no robar, no mentir, no matar, rezar, pagar la limosna legal, no adorar a otro que Allâh, creer en los ángeles, los libros sagrados, los profetas, el Día del juicio y el Destino…etc.
Mientras, otras prescripciones son realizables o no dependiendo del contexto, de donde se resida y/o se trabaje, de las situaciones sociales y personales. De estas prescripciones se toman los principios subyacentes y se aplican según las circunstancias y posibilidades con suficiente flexibilidad, largueza de miras y espíritu de análisis.
Quien quiera practicar en su vida como se hacía en tiempos del Profeta – sobre él la plegaria y la paz – gota a gota, detalle a detalle, es que no ha comprendido bien su religión. Es como un polichinela que actúa sin corazón y sin mente; como un cuerpo sin alma, una cabeza sin cerebro, un pecho sin corazón en su interior. Su vida será la de un esperpento que si se viera reflejado en un espejo se asustaría a sí mismo.
La Šaria está para ordenar y equilibrar la vida, la mente de un musulmán. Son las normas de la vida en materia de sumisión a Allâh, de vivir con honor, de actuar con decoro, de ser un elemento socialmente positivo, de ser una ayuda al prójimo. Si un musulmán ofrece una imagen de su religión que infunde pavor en las gentes ha de plantearse qué está haciendo mal.
Si vas por las calles con esa cara avinagrada, el babi gris de los años 60, la barba de Luis Candelas, y diciendo “kufar kufar” a diestro y a siniestro; si en vez de armonizar correctamente tu voz la gente, y los musulmanes, ha de escuchar a cambio rebuznos como “os vais a condenar al infierno, desviados”, no es de extrañar que te tiren tomates, huevos y cáscaras de plátano, porque la imagen que estás dando del Islâm es fea como tú eres feo y maltrecho.
¿Qué sería del Islâm si solamente hubiera Šaria? Pues eso es prácticamente imposible, al igual que un cuerpo sin mente y sin corazón no es otra cosa que polvo y huesos.